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El capitalismo neoliberal y el sujeto de rendimiento

Fuentes: Rebelión

El antiguo concepto que catalogó por mucho tiempo a la economía como la ciencia encargada  del estudio de la producción de los medios de vida para satisfacer las necesidades de toda la sociedad pasó a ser, bajo la influencia del neoliberalismo capitalista, en la ciencia dedicada al estudio de los mercados y de la minimización […]

El antiguo concepto que catalogó por mucho tiempo a la economía como la ciencia encargada  del estudio de la producción de los medios de vida para satisfacer las necesidades de toda la sociedad pasó a ser, bajo la influencia del neoliberalismo capitalista, en la ciencia dedicada al estudio de los mercados y de la minimización de costos y maximización de ganancias; lo cual se traduce en la imposición de un individualismo economicista que descarta cualquier medida favorable a la mayoría de los seres humanos que no sea vista como una inversión redituable. Esto influye en el surgimiento de una progresiva eliminación de la empatía que debiera existir entre las personas (incluso a nivel familiar), lo que dificulta la factibilidad de algún tipo de lucha mínima para la satisfacción de objetivos y necesidades comunes.

Así, sin echar mano a un análisis demasiado complicado, se observa cómo la humanidad se halla subordinada, de un modo u otro, directa e indirectamente, a la lógica de la acumulación y reproducción de capitales manejados (sin control efectivo de muchos gobiernos) por las grandes corporaciones transnacionales, principalmente aquellas de origen estadounidense. Esto hace que mucha gente alrededor del planeta estime que, fuera del sistema capitalista, no existe opción alguna, por lo que cualquier esfuerzo debe orientarse a la regulación de su funcionamiento, con mejoras o reformas que le den un cariz más humano y equitativo, de manera que faciliten reducir los escandalosos abismos existentes entre ricos y pobres; cuestión ésta que ha resultado infructuosa en cada nación donde se pretendió hacerse, como ocurriera en Chile en el siglo pasado bajo la presidencia de Salvador Allende o en la actualidad con Venezuela. Gran parte de quienes comparten esta visión del capitalismo con «rostro humano» olvidan que «las relaciones socialistas capitalistas no son precisamente -como lo afirma Miguel Mazzeo en su libro «¿Qué (no) hacer?»- las más adecuadas para el desarrollo espontáneo de la horizontalidad y la autonomía»; es decir, el fomento y la práctica de la democracia (o soberanía popular) no encajan en lo que es el sistema capitalista, sobre todo neoliberal, por lo que generalmente éste actúa en su contra si percibe que puedan afectar gravemente sus intereses.

Para alcanzar sus propósitos, el capitalismo neoliberal requiere de una nueva clase de sujetos que se adapten sin coacción de por medio al mundo modelado a su gusto. En «Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder», el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han los llama sujetos de rendimiento y explica que «el neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. El neoliberalismo, y no la revolución comunista, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo mismo». Esto ocasiona que «el sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno»; de ahí que no muestre mucho interés en sumarse a iniciativas de lucha que promuevan la profundización de la democracia (expresada en la vigencia del Estado de Bienestar con que se buscó disminuir la atracción por el comunismo entre los trabajadores y cuyo desmantelamiento operativo, además de su total control, es un requisito indispensable para la consolidación del capitalismo neoliberal), así ello signifique disminuir, sacrificar o perder todos los derechos sociales y políticos hasta ahora consagrados por vía constitucional.

A pesar de la existencia de este sujeto de rendimiento del capitalismo neoliberal, han surgido en el horizonte unos nuevos paradigmas y unas nuevas relaciones sociales, así como la necesidad de reorientar la producción hacia el bien común. Estos son los elementos distintivos de la diversidad de grupos y movimientos que se han organizado de forma autónoma frente a la hegemonía neoliberal, mostrándose capaces de prefigurar un orden social hasta ahora diferente y, por consiguiente, inaudito. Entre sus características más resaltantes se encuentran la cooperación, la complementariedad, la utilidad social y la reciprocidad que, de llevarse a una expresión de alto grado, le otorgará a la democracia un mejor sentido del que posee en la actualidad, al hacer realidad la participación y el protagonismo de los sectores populares sin que exista algún factor de poder que pueda coartarlos bajo ningún concepto o excusa. Esta herejía, interiorizada por los sectores subordinados, rompe -si no de una manera absoluta, como se quisiera, sí en alguna proporción significativa- con la lógica impuesta por los sectores dominantes. A diferencia del sujeto de rendimiento, tan acorde con el capitalismo neoliberal, quienes participan en este proceso de organización, sobrevivencia y resistencia colectiva comparten la necesidad de avanzar hacia nuevos derroteros de desarrollo integral de todo el conglomerado social (no simplemente de una minoría) y se convierten -de modo consciente o no- en los precursores del establecimiento de un modelo civilizatorio que bien podríamos llamar postcapitalista, con gobiernos de bienes comunes, que respondan al interés general (incluido en éste la naturaleza) y no en beneficio exclusivo (como viene ocurriendo) de las grandes corporaciones monopólicas capitalistas.

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