Según un organismo de Naciones Unidas, «los patrones actuales de consumo, producción y desigualdad no son sostenibles».
Ocho de los últimos diez años fueron los más cálidos de la historia. Imagen: AFP
Naciones Unidas (ONU) dio un alerta claro y contundente: el planeta se dirige hacia el colapso climático, sanitario y social. Pero también resaltó la solución (que aún es posible): reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (que provocan el cambio climático), disminuir los niveles de consumo, proteger el agua y la biodiversidad (entre otras). Son algunas de las conclusiones que publicó en su informe «Perspectivas del Medio Ambiente Mundial». En diversos apartados, la ONU alerta que, de no producirse cambios drásticos y urgentes, habrá consecuencias devastadoras. «Estamos causando el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. No habrá mañana para muchas personas, a menos que nos detengamos», afirmó Joyce Msuya, directora ejecutiva de ONU Medio Ambiente.
La Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente es el mayor espacio internacional en la temática. Se reunió en marzo pasado en Kenia y allí se presentó la investigación «Perspectivas del Medio Ambiente Mundial 6», una foto del clima: nueve millones de personas mueren cada año por la contaminación del aire y el agua; desde 1970 desapareció el 40 por ciento de los humedales y se redujo un 60 por ciento la población mundial de vertebrados.
Desde 1880 la temperatura mundial aumentó entre 0,8 y 1,2 grados centígrados. Y, en la última década, se produjeron ocho de los diez años más cálidos de la historia. Advierte que la temperatura del Ártico aumentará entre 3 y 5 grados centígrados para 2050, situación que «devastará» la región y elevará el nivel de los océanos en todo el mundo. Las tierras en peligro de degradación abarcan el 29 por ciento de las tierras del mundo, donde habitan 3.200 millones de personas.
Uno de los lemas del informe, de 745 páginas, es «planeta sano, personas sanas». Precisa que 2300 millones de personas (uno de cada tres habitantes del mundo) no tienen acceso a servicios de saneamiento adecuados. Cada año mueren 1,4 millones de personas por enfermedades prevenibles (como diarrea) asociadas al agua potable contaminada.
En las conclusiones la ONU es concreta: «Las actividades antropógenas (humanas) han degradado los ecosistemas de la Tierra y socavado los cimientos ecológicos de la sociedad». Aclara que es necesario «adoptar medidas urgentes a una escala sin precedentes para detener y revertir esa situación y proteger así la salud humana y ambiental». Algunas de las medidas esenciales son reducir la degradación de la tierra, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del aire, la tierra y las aguas; mejorar la gestión del agua, mitigar el cambio climático y reducir la quema de combustibles fósiles.
El cambio climático es producto del aumento de la temperatura por la acción humana e implica cambios drásticos en el ambiente (inundaciones, sequías, derretimiento de glaciares). La causa principal es la emisión de gases de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono (CO2). La quema de combustibles fósiles (gas, petróleo, carbón) está entre los principales causantes. El informe de la ONU hace eje en el cambio climático, pero no apunta a los responsables. Es que las grandes potencias económicas son las principales culpables: el 76 por ciento de las emisiones provienen de los países del G20, encabezados por China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Rusia, Japón y Alemania.
El informe recuerda que el cambio climático tiene efectos directos y profundos en la economía y la sociedad, «pone en peligro los medios de subsistencia, agudiza la pobreza, la migración y afecta particularmente a las poblaciones en situación de vulnerabilidad».
Una crítica por izquierda que suele hacerse a los ámbitos diplomáticos de ONU es que no hace hincapié en las causas económicas del desastre ambiental. En el informe da un paso: «Los patrones actuales de consumo, producción y desigualdad no son sostenibles». En diversos apartados menciona los niveles de consumo, sobre todo de países desarrollados. Naomi Klein, autora de Esto lo cambia todo, lo resume de otro modo: «El problema no es el cambio climático, sino el capitalismo».
Un argumento usual de las empresas del agronegocio (de transgénicos y agrotóxicos) es que son necesarios más alimentos para la creciente población. La Vía Campesina (movimiento internacional de pequeños productores e indígenas) lo refuta hace décadas: el problema no es la falta de alimentos, sino su injusta distribución. Naciones Unidas aporta un elemento en ese sentido: el 33 por ciento de los alimentos del mundo se pierden o se desperdician. Y el 56 por ciento de esas pérdidas suceden en los países desarrollados.
Esa misma semana la ONU presentó el informe «Panorama de los recursos globales». Sin mencionarlo, apunta al rol del extractivismo. «El rápido aumento de la extracción de materiales es el principal culpable del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, un problema que solo empeorará a menos que el mundo emprenda urgentemente una reforma sistémica del uso de recursos». Precisa que la extracción de recursos naturales se triplicó desde 1970 hasta la actualidad y el uso de combustibles fósiles aumentó 45 por ciento. Advierte que, de mantener el mismo camino, para 2060 las emisiones de gases de efecto invernadero podrían aumentar 43 por ciento. «Francamente, no habrá mañana para muchas personas a menos que nos detengamos», alertó Joyce Msuya, directora ejecutiva de ONU Medio Ambiente.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/192360-el-colapso-de-la-tierra-esta-cada-vez-mas-cerca