“Nunca antes el mundo había sido advertido con tanta claridad sobre los peligros de una pandemia devastadora” – Global Preparedness Monitoring Board, septiembre de 2020”. 1/
A juzgar por las excusas que escuchamos sobre la incapacidad de los gobiernos para responder eficazmente a la pandemia, se podría pensar que el Covid-19 fue un acto de Dios, un evento natural que nadie podría haber anticipado. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que “surgió de la nada”, “sorprendió al mundo entero” y “nadie había visto algo parecido antes”. Debido a que fue inesperado e impredecible, no se le podía culpar de haber sido tomado por sorpresa.
Esto es simplemente falso. Como escribe el historiador Kyle Harper, “la pandemia fue un desastre perfectamente inevitable”.
“Nadie podía saber que un nuevo coronavirus pasaría de los animales a los humanos en el centro de China a finales de 2019 y desencadenaría una pandemia mundial. Sin embargo, era inevitable que surgiera un nuevo patógeno que escapara de nuestros sistemas de defensa colectivos. Era muy previsible que el culpable sería un virus ARN altamente contagioso, de origen zoonótico, que se transmite por vía respiratoria. En resumen, una pandemia desestabilizadora era inevitable, sus contornos predecibles, sus detalles esencialmente aleatorios”. 2/
Esta expectativa fue tan ampliamente compartida por los expertos en enfermedades infecciosas que, apenas dos meses antes del inicio de la verdadera pandemia, el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud organizó un taller de simulación de pandemia, al que asistieron responsables gubernamentales y económicos de todo el mundo, y que se centró en “un nuevo coronavirus zoonótico transmitido de murciélagos a cerdos y luego a humanos, que eventualmente se propagó efectivamente de humano a humano, dando como resultado una grave pandemia”. Se dice que esta enfermedad ficticia, inspirada en el SARS, habría matado a 65 millones de personas 3/.
El Covid-19, que apareció poco después de la marcha de los participantes, es causado por un coronavirus de ARN mutado que pasó de los murciélagos a los animales y luego a los humanos. Está relacionado con el SARS pero es más infeccioso. Las similitudes eran tan fuertes que cuando estalló la verdadera pandemia, los responsables del Centro Johns Hopkins se sintieron obligados a emitir una declaración insistiendo en que su escenario era ficticio y no suponía una predicción.
Aceleración de las zoonosis
Como hemos visto, las enfermedades zoonóticas –causadas por virus y bacterias provenientes de animales– afectan al ser humano desde hace mucho tiempo. Pero algo ha cambiado en el Antropoceno: como sostiene Sean Creaven en Contagion Capitalism, hoy nos enfrentamos a una “aceleración zoonótica… a una aceleración en la fabricación de nuevas enfermedades zoonóticas y al resurgimiento de las antiguas, lo que conduce a un correspondiente empeoramiento del riesgo de una pandemia global” 4/. El Covid-19 es la manifestación más reciente de esta amenaza mortal para la salud humana.
Las principales pandemias zoonóticas de las últimas cinco décadas han sido las siguientes:
– 1968, gripe de Hong Kong. Una nueva cepa de gripe aviar se detectó por primera vez en Hong Kong y luego se extendió rápidamente por todo el mundo, transmitida en parte por las tropas estadounidenses que regresaban de Vietnam. Mató a alrededor de un millón de personas, en su mayoría ancianas. Todavía existen variaciones hoy en día.
– 1981, Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El virus probablemente saltó de los chimpancés a los cazadores alrededor de 1910, pero tuvo un impacto limitado hasta que una variante explotó en las ciudades congoleñas de rápido crecimiento en la década de 1980. A continuación se propagó a Haití, Estados Unidos y luego a todo el mundo, y ha matado a decenas de millones de personas y sigue siendo una de las principales causas de muerte, especialmente en el África austral.
– 2002, Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS). Un coronavirus, que forma parte de una familia de virus que causan síntomas leves de resfriado, se detectó por primera vez en el sur de China. Probablemente saltó de los murciélagos a un animal intermedio y luego infectó a unas 8.000 personas en dos docenas de países, matando a unas 800 de ellas.
– 2009, gripe porcina. Un nuevo virus gripal apareció en granjas porcinas de Estados Unidos y México y luego se propagó a más de 70 países. Casi mil millones de personas contrajeron la enfermedad y entre 50.000 y 575.000 murieron en el primer año. A diferencia de la gripe de Hong Kong, es particularmente peligrosa para los niños.
– 2012, Síndrome Respiratorio del Oriente Medio (MERS). Un nuevo coronavirus pasó de los murciélagos a los camellos y a los humanos en Arabia Saudita. Se extendió a una veintena de países, en particular a Corea del Sur. Alrededor de 2.500 personas fueron diagnosticadas y 850 de ellas murieron: una tasa de contagio baja combinada con una tasa de mortalidad muy alta.
– 2012, Ébola. Una gran epidemia de Ébola que antes era poco común estalló en Guinea, Liberia y Sierra Leona, matando a la mitad de las y los infectadas e infectados. Se extendió por Europa y Estados Unidos, provocando más de 11.000 víctimas. Reapareció en la República Democrática del Congo en 2018-2020, infectando a 3.500 personas y matando a dos de cada tres.
– 2015, Zika. Identificada por primera vez en 1947 en Uganda como una enfermedad rara con síntomas leves: durante sesenta años, se registraron menos de 20 casos humanos. Una versión mutante surgió en Brasil en 2015, lo que provocó una gran pandemia que se extendió a más de sesenta países y provocó graves defectos de nacimiento en los bebés nacidos de miles de mujeres infectadas durante su embarazo.
Entre 2011 y 2018, la Organización Mundial de la Salud registró 1.483 epidemias en 172 países, una media de una epidemia cada dos días 5/. La mayoría han sido pequeñas y terminaron rápidamente, pero cualquiera de ellas podría haberse convertido en una pandemia regional o incluso global si se hubiera beneficiado de la combinación adecuada de errores de copia de genes y condiciones ambientales. Los y las epidemiólogos, microbiólogos y virólogos generalmente coinciden en que la frecuencia y la intensidad de las enfermedades zoonóticas están aumentando, lo que significa que es más probable que nunca que haya nuevas epidemias.
La enfermedad X
En 2016, el Dr. Jonathan Quick, presidente del Consejo Mundial de la Salud, describió la “amenaza gigantesca” que plantea la inminente aparición de un patógeno hasta entonces desconocido.
“En algún lugar, un virus peligroso se desarrolla en la sangre de un pájaro, un murciélago, un mono o un cerdo, y se prepara para saltar a un ser humano. Es difícil comprender la magnitud de tal amenaza, ya que tiene el potencial de acabar con millones de nosotros, incluidos mi familia y la suya, en cuestión de semanas o meses…
“Podría nacer en una granja industrial en Minnesota, en una granja avícola en China o en las cuevas de elefantes habitadas por murciélagos en Kenia, es decir, en cualquier lugar donde animales infectados estén en contacto con humanos. Podría ser una variante de la gripe española de 1918, de una de los cientos de otras amenazas microbianas conocidas, o de un virus completamente nuevo, como el SARS de 2003 que se propagó a todo el mundo desde China. Una vez transmitido a un ser humano, un virus transmitido por el aire puede propagarse de esa persona infectada a otras 25.000 en una semana y a más de 700.000 en el primer mes. En tres meses, podría extenderse a todos los centros urbanos importantes del mundo. Y en seis meses, podría infectar a más de 300 millones de personas y matar a más de 30 millones…
“Los científicos no saben qué microbio es, ni de dónde viene, ni si se transmite por el aire, por el tacto, por fluidos corporales o por una combinación de vías, pero sí saben que las epidemias se comportan un poco como los temblores de tierra. Los científicos saben que se avecina un “gran terremoto” porque cada año ocurren docenas de terremotos nuevos más pequeños en todo el mundo…
“Los expertos en enfermedades infecciosas coinciden en que, en las condiciones actuales, la cuestión no es si surgirá una superbacteria y creará una pandemia mundial. La cuestión es la de saber cuándo”. 6/
En 2017, el Banco Mundial advirtió:
“Sabemos que es sólo cuestión de tiempo antes de que nos golpee la próxima pandemia. También sabemos que hay muchas posibilidades de que sea grave. Puede significar la muerte lentamente, propagándose insidiosamente entre las poblaciones, sin ser reconocida durante años, como el VIH en la década de 1980. También puede atacar a las personas con violencia brutal y a la velocidad del rayo, hundiendo repentinamente las economías de países en caos, como el Ébola en África Occidental en 2014-2015. Cualquiera que sea su modo de ataque, la próxima pandemia mortal a gran escala se producirá, en el mejor de los casos, en unas décadas”. 7/
También en 2017, la Organización Mundial de la Salud instó a sus países miembros a centrar sus esfuerzos de I+D en una breve lista de enfermedades conocidas que podrían convertirse en pandemia y para las que no existen vacunas ni otras contramedidas. La actualización de 2018 de esta lista incluyó: la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, los virus Ébola y Marburg, la fiebre de Lassa, el SARS y el MERS, las enfermedades de Nipah y henipavirales, la fiebre del Valle del Rift y Zika. La lista terminaba con la Enfermedad X, reconociendo que “una epidemia internacional grave podría ser causada por un patógeno actualmente desconocido como causante de enfermedades humanas”. 8/
La OMS y el Banco Mundial patrocinan un Global Preparedness Monitoring Board [Junta Mundial de Vigilancia] que evalúa y asesora sobre las medidas necesarias para garantizar una respuesta rápida y eficaz a las enfermedades epidémicas. En su primer informe anual, publicado apenas dos meses antes del brote de Covid-19 en Wuhan, los copresidentes del Consejo emitieron una advertencia:
“La amenaza de una pandemia causada por un patógeno respiratorio altamente letal y de rápido movimiento, que mataría entre 50 y 80 millones de personas y acabaría con casi el 5% de la economía mundial, es muy real. Una pandemia global de esta magnitud sería catastrófica y causaría devastación, inestabilidad e inseguridad generalizadas”. 9/
Como escribe Alex de Waal en New Pandemics, Old Politics, “el Covid-19 ha sido la pandemia menos inesperada de la historia”10/.
Falta de preparación
En The Challenge and Burden of Historical Time, Istvan Mészáros sostiene que el sistema capitalista es “incompatible con la planificación en cualquier sentido que no sea miope”. Incluso cuando se avecina un desastre, “la búsqueda irrestricta de la acumulación de capital, incluso si es dañina o incluso completamente destructiva”, es la máxima prioridad de las empresas y de los Estados que representan sus intereses. El imperativo del beneficio tiene dos consecuencias inevitables.
1. El horizonte temporal del sistema es necesariamente de corto plazo. No puede ser de otra manera, dadas las presiones desreguladoras de la competencia y del monopolio y de los medios resultantes para imponer la dominación y la subordinación, en aras de la ganancia inmediata.
2. Este horizonte temporal es igualmente post festum [después del hecho], es decir, sólo es posible adoptar medidas correctivas una vez que el daño ya está hecho; e incluso estas medidas correctivas sólo pueden introducirse de forma muy limitada”.11/
La respuesta de los países más ricos a la pandemia lo ha demostrado de manera poderosa y trágica. A pesar de la abrumadora evidencia científica, a pesar de los libros y carpetas llenos de planes detallados y directrices estratégicas, a pesar de los repetidos llamamientos para invertir en la investigación de las vacunas y mantener reservas de equipos de protección esenciales, los gobiernos del mundo no estaban en absoluto preparados para hacer frente al Covid-19 o a cualquier otra cosa parecida.
En mayo de 2021, un grupo de expertos independientes, designados por la Organización Mundial de la Salud para evaluar la preparación del planeta para una pandemia, publicó una evaluación contundente:
Para el grupo está claro que el mundo no estaba preparado e ignoró las advertencias que resultaron en un fracaso masivo: un brote de SARS-COV-2 se ha convertido en una pandemia devastadora…
A pesar de los constantes mensajes de que se necesitaban cambios significativos para garantizar la protección global contra las amenazas pandémicas, la mayoría de las recomendaciones se han implementado nunca. En el mejor de los casos, la implementación se ha hecho a cuenta gotas…
El COVID-19 ha expuesto en evidencia una enorme brecha entre los esfuerzos limitados e inconexos de preparación para una pandemia y las necesidades y el desempeño de un sistema cuando en realidad se enfrenta a una pandemia que avanza rápidamente y crece exponencialmente.12/
Numerosos trabajos e informes describen los flagrantes fracasos de las medidas adoptadas por las autoridades públicas para hacer frente al Covid-19. No repetiré esta terrible historia aquí. Pero es importante señalar que no sólo estaban mal preparados: en las décadas anteriores a la COVID, la mayoría de los gobiernos no estaban preparados en ninguna forma 13/.
“En los países capitalistas avanzados, los sistemas de salud públicos han sido desfinanciados, privatizados y destruidos durante los últimos cuarenta años en favor del beneficio privado y el mercado. El gasto sanitario no se ha dirigido a la prevención ni a la atención primaria, sino principalmente a los tratamientos de urgencia…
Como resultado, la mayoría de los sistemas de salud ya estaban al límite de sus capacidades de tratamiento de enfermedades antes de que estallara la pandemia. De hecho, se consideró “eficiente” hacer funcionar las capacidades sanitarias al 99%, sin margen de maniobra para emergencias importantes. Muchos sistemas de salud no tenían reservas del equipo necesario para las pandemias virales, como las máscaras, los equipos de protección personal, los ventiladores o incluso los medicamentos para mitigar el impacto del virus. Cuando llegó la pandemia, muchos sistemas de salud en Europa se vieron desbordados, lo que obligó a realizar una “selección” e ignorar el impacto en los establecimientos médico-sociales (Ehpad). Al final, los gobiernos tuvieron que imponer cierres drásticos. Luego, los sistemas de salud se vieron obligados a centrarse en los pacientes de Covid-19 a expensas de otros pacientes gravemente enfermos, lo que provocó muertes indirectas. 14/
Los políticos neoliberales han recortado drásticamente la financiación de la investigación, desmantelado los grupos asesores científicos y recortado los presupuestos de salud pública. Cuando el Covid-19 llegó a los Estados Unidos, “encontró un sistema de salud pública … apenas podía hacer frente a la enfermedad como de costumbre, y mucho menos a un virus nuevo y de rápida propagación” 15/. En la mayoría de los países del Sur, la situación es mucho peor: los ya débiles sistemas de salud han sido destruidos por los programas de austeridad impuestos por el Fondo Monetario Internacional.
Como señaló el panel independiente de la OMS, no fue el primer organismo en recomendar cambios urgentes.
Los estantes de los almacenes de las Naciones Unidas y de las capitales de los Estados miembros están llenos de informes de revisiones y evaluaciones anteriores que podrían haber aliviado la crisis social y económica global en la que nos encontramos. Han sido ignorados durante demasiado tiempo. 16/
En la actualidad disponemos de otro programa destinado a cambiar fundamentalmente la forma en que los gobiernos y las instituciones deben responder a las futuras epidemias, y también él ha sido archivado. Nadie familiarizado con la historia del mundo capitalista se sorprenderá de que el programa del panel de la OMC no haya sido puesto en práctica, ni siquiera considerado seriamente.
Incluso si hubiera sido aceptado, el programa confirma una vez más el juicio de Mészáros: se trata de una larga lista de medidas post festum, centradas en reaccionar ante las futuras pandemias, no en prevenirlas. El proverbio de Benjamin Franklin sobre “más vale prevenir que curar” no encuentra eco en los debates oficiales sobre la preparación para una pandemia.
Ciertamente se necesitan inversiones masivas en atención de salud pública, y somos admiradores de la dedicación de los científicos y de las trabajadoras y los trabajadores de la salud de primera línea que trabajan para salvar a las víctimas del Ébola, la gripe, el SARS-CoV-2 y otros virus emergentes. Pero mientras persistan las causas sociales y ecológicas subyacentes, la nueva era de las pestes continuará, sin cesar y probablemente de forma más mortífera. (Continuará)
Notas:
1/ Global Preparedness Monitoring Board, “A World in Disorder: Annual Report 2020” (Geneva, September 2020), 3.
2/ Kyle Harper, Plagues upon the Earth: Disease and the Course of Human History, The Princeton Economic History of the Western World 46 (Princeton: Princeton University Press, 2021), 504.
3/ “Event 201”, accessed March 19, 2024, https://centerforhealthsecurity.org/our-work/tabletop-exercises/event-201-pandemic-tabletop-exercise.
4/ Creaven, Sean, Contagion Capitalism: Pandemics in the Corporate Age (London: Routledge, 2024). viii.
5/ Global Preparedness Monitoring Board, “A World at Risk: Annual Report on Global Preparedness for Health Emergencies” (Geneva: World Health Organization;, 2019), 12.
6/ Jonathan D. Quick and Bronwyn Fryer, The End of Epidemics: The Looming Threat to Humanity and How to Stop It (New York: St. Martin’s Press, 2018), 25.
7/ Global Preparedness Monitoring Board, “World at Risk,” 6.
8/ World Health Organization, “List of Blueprint Priority Diseases,” March 1, 2020.
9/ Global Preparedness Monitoring Board, “World at Risk,” 6.
10/ Alex De Waal, New Pandemics, Old Politics: Two Hundred Years of War on Disease and Its Alternatives (Medford: Polity Press, 2021), 14.
11/ István Mészáros, The Challenge and Burden of Historical Time: Socialism in the Twenty-First Century (New York: Monthly Review Press, 2008), 383.
12/ Independent Panel for Pandemic Preparedness and Response, “COVID-19: Make It the Last Pandemic” (Geneva, Switzerland, May 2021), 15.
13/ I borrow the word from Alex de Waal, New Pandemics, Old Politics.
14/ Michael Roberts, “Pandemic Economics: The Global Response to Covid-19,” Theory & Struggle 122, no. 1 (June 2021): 32–45.
15/ Ed Yong, “How Public Health Took Part in Its Own Downfall,” The Atlantic (blog), October 23, 2021.
16/ Independent Panel for Pandemic Preparedness and Response, “Make It the Last Pandemic,” 62.
Artículo original publicado en el sitio web de Ian Angus Climate&Capitalism, 26/3/2024.
Traducción: viento sur