Se filtran fotos de Scarlett Johansson desnuda y acaba convertida en tendencia: Twitter echa humo desde primera hora de la mañana. A nadie le sorprende, ¿verdad? Cuando leí su nombre entre los trending topics ya intuía lo que iba a encontrarme. Pincho sobre el hipervínculo y comienzo a ojear con precaución los comentarios. La mayoría […]
Se filtran fotos de Scarlett Johansson desnuda y acaba convertida en tendencia: Twitter echa humo desde primera hora de la mañana. A nadie le sorprende, ¿verdad?
Cuando leí su nombre entre los trending topics ya intuía lo que iba a encontrarme. Pincho sobre el hipervínculo y comienzo a ojear con precaución los comentarios. La mayoría están escritos por chicos, pero también los hay de chicas, y casi todos vienen a decir lo mismo si leemos entre líneas (no hace falta partirse demasiado la cabeza en esta ocasión): un cuerpo desnudo, y especialmente un cuerpo desnudo de mujer, está ahí para ser juzgado. A una vez le cae la ropa y transciende a la luz pública -de forma voluntaria o no, eso no resulta especialmente relevante para quienes participan de este show- ya no hay marcha atrás: su desnudez pasa a dominio público, eso que parece que es de todos porque no es de nadie, y que por lo tanto es susceptible de recibir comentarios de toda clase, ofensivos o no y casi sin derecho a rechistar. Pero resulta que ese cuerpo desnudo sí tiene dueña: sorpresa, el cuerpo de Scarlett… ¡pertenece a la propia Scarlett! Y si ella decide mostrarlo por motivos de trabajo o porque es naturista, o simple y llanamente porque le sale del coño, no implica que desee una avalancha de opiniones que no ha pedido por parte de gente que ni siquiera conoce, y que desde luego tampoco la conocen a ella. Este tipo de actitudes me crispan más aún cuando dichas imágenes son robadas -eso de «filtradas» se me antoja un eufemismo que no voy a secundar- por un fan obsesionado, un ex novio vengativo o una codiciosa productora de cine que ve en ello una oportunidad para promocionar su película de forma gratuita (como parece ser el caso).
«La primera vez que vi la escena estaba aterrorizada, en parte por el desnudo. No sabía cómo iba a ser usado ni cómo de desnuda iba a ser mi actuación, en sentido figurado», comentaba la actriz en una entrevista durante el rodaje de la cinta en cuestión. «Tú asumes que va a haber un fotograma circulando. De alguna manera sopesas el valor del riesgo que estás tomando», añadió. ¿No es triste e indignante que la impresión y la utilización que pueda tener nuestro cuerpo desnudo sea motivo de miedos? ¿No es triste e indignante que deba considerarse «arriesgado» aparecer desnuda en pantalla y por exigencias del guion, según asegura la actriz? Scarlett sabía de lo que hablaba, y también sabía que no había absolutamente nada que pudiera hacer al respecto. No en vano, es la segunda vez que le sucede esto: ya le hackearon el teléfono móvil en otra ocasión con idénticos resultados. Todo el mundo parece tener algo que decir acerca de su cuerpo, un cuerpo que no es exactamente el típico al que desean someternos. Se trata de una mujer con curvas, con todos sus «adeptos» y «detractores», y eso echa más leña a la hoguera del cotorreo. Si no me creéis, os animo a que le deis un repaso a las redes sociales: muchos comentarios resultan absolutamente deplorables y lo cierto es que ni siquiera brillan por su ingenio.
Supongo que quienes se deleitan con estas bromitas facilonas serían mucho más originales si fueran ellos los que, al despertar por la mañana, descubrieran una foto de sus propios cuerpos en cueros inundando internet y generando un alud de observaciones por parte de sus usuarios. Más de lo mismo, nada nuevo bajo el sol, y encima como te quejes eres una hipócrita amargada, porque la gente simplemente está reconociendo una obviedad. Hasta Lucía Etxebarria lo ha dicho: «Scarlett Johansson está buenísima, desnuda también». Así que nada, arreando, que aquí lo menos relevante del asunto es que a Scarlett nuestra opinión le importe un pimiento y no lo considere más que un fastidioso «gaje del oficio» (¿o deberíamos decir un «gaje de ser mujer»?). Yo, por mi parte, esperaré a ver la película, que me han dicho que va de extraterrestres, aunque la crítica -cinematográfica- no termina de ponerse de acuerdo en sus valoraciones. Diez años ha tardado el director Jonathan Glazer en darle forma a Under the skin, no sé si le habrá sentado demasiado bien que al final que la productora decida vender su obra «filtrando» desnudos, pero esa reflexión ya la dejo para otra ocasión.
Ángela Solano (@Angela_Freebird) es militante de En lucha / En lluita.
Fuente: http://enlucha.org/articulos/