A quienes dividen y maltratan, a quienes desconfían de quienes fuimos educados por la REVOLUCION, a quienes en el fondo del corazón sienten la envidia por no ser parte de ese pueblo cubano que abandonaron, les dedico mi artículo La historia está repleta de frases y líneas que parecieran históricas sino fueran parte de la […]
A quienes dividen y maltratan, a quienes desconfían de quienes fuimos educados por la REVOLUCION, a quienes en el fondo del corazón sienten la envidia por no ser parte de ese pueblo cubano que abandonaron, les dedico mi artículo
La historia está repleta de frases y líneas que parecieran históricas sino fueran parte de la retórica insulsa y pusilánime con la cual algunos enmascaran la falta de principios o el egocentrismo aldeano, imponiendo egos a posiciones, humores a actitudes, perretas a conciencia.
Tampoco el cipayismo es ajeno a nuestra historia, ni la fascinación sietemesina por el forzudo, el rubio yanqui que con varita mágica resolverá nuestros problemas y por el cual sumisos plancharemos nuestros rizos y nos empolvaremos la capirra piel para pertenecer a su corte.
En un momento de definiciones, cuando el águila extiende las alas para el salto final y afila sus garras, en el intento de escamotear lo que ha costado cuatro décadas de sangre y dolor desmontar, increíblemente retoña en pusilánimes y tontos, la desmedida fascinación por los oropeles del conquistador.
Aquí, unos desprendidos de las organizaciones exiliadas de extrema derecha y otros sin cabida en el redil de tiburones enriquecidos en la droga, la malversación de los dineros públicos y la estafa, en su congregación encontraron puerto y tribuna en altares de alcahuetas o tertulias de-panza-llena, alardeando de su defensa de los derechos del humilde a buen recaudo de multitudes sudorosas, mas olvidan en su timorato discurso que no es chupando la teta multimillonaria del monstruo o circulando los intestinos del poder en Washington, donde comienza la ruta redentora.
No olvidemos que ninguno de nosotros, hijos pródigos y desperdigados por el mundo con nuestras miserias, rencores y familias a cuestas, seríamos nada si no fuera por la Revolución Cubana y quienes se oxidaron la vida en las fronteras del odio protegiendo el futuro común.
La Patria es el lugar donde descansan tus muertos, es la tierra sagrada que como dijera el poeta se ama y mantiene con el fulgor de llama del rencor eterno a quien la oprime, del odio insaciable a quien la ataca, sin condiciones, sin tregua.
Sólo hay un lenguaje común, sin peros ni trastiendas para el derecho a la Patria, y éste, pasa por la esperanza, por incinerar egos, vanidades y egoísmos, por entrega y pasión, es el camino, en fin, de la defensa de una nación que por la obra de sus hijos ya trasciende a humanidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.