Al ahora candidato a Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, le acaban de traicionar sus expresiones. En el debate de investidura para lograr la confianza de la cámara, ha hecho la siguiente propuesta: «Trataremos de reducir en al menos un tercio la inactividad de las mujeres maduras».La expresión es muy desgraciada. Seguramente, se […]
Al ahora candidato a Presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, le acaban de traicionar sus expresiones. En el debate de investidura para lograr la confianza de la cámara, ha hecho la siguiente propuesta: «Trataremos de reducir en al menos un tercio la inactividad de las mujeres maduras».
La expresión es muy desgraciada. Seguramente, se refiere a que tratará de reducir la tasa de inactividad de las mujeres (no sé en el calificativo de maduras a qué parte de ellas incorpora). Es decir, de la tasa estadística que registra el porcentaje de mujeres que por cualquier circunstancia no estén incorporadas en el mercado de trabajo ya sea como ocupadas o paradas. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, las que trabajan en sus casas.
La traición se produce porque decir que las mujeres que no forman parte de la población activa (es decir, que ni son empleadas ni paradas) están inactivas es una buena prueba de que el lenguaje sexista no solo está en la calle sino en todos los ámbitos de la vida social, incluido, por supuesto, el del lenguaje científico.
Da la casualidad de que la inmensa mayoría de las mujeres a las que se refiere Zapatero no solo no están en inactividad sino que trabajan quizá más horas que muchos hombres que están empleados en el mercado a cambio de un salario, aunque, eso sí, menos que las mujeres que, para colmo, tienen dos horarios de trabajo, el del régimen salarial y el doméstico.
Las mujeres a las que se refiere Zapatero no están en inactividad, sino que trabajan y mucho. Otra cosa es facilitar su acceso al mercado de trabajo pero en ese caso el candidato a Presidente debería haber dicho que se propone aumentar la tasa de actividad en el mercado laboral de las mujeres. Una cuestión de matices pero significativa, por lo que sorprende que no haya sido descubierta ni por el candidato ni por sus asesores. Lo que muestra la verdadera medida en que han asimilado el problema del sexismo que desean combatir.
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