Con motivo del 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora, desde En lucha en Madrid hemos entrevistado a Laura Gaelx, activista del Movimiento Feminista de Madrid. ¿Qué te parece la frase: «no estás sola, tienes el feminismo»? Una manera aún más bonita de decir que no hay soluciones individuales para problemas estructurales. Una idea […]
Con motivo del 8 de Marzo, Día de la Mujer Trabajadora, desde En lucha en Madrid hemos entrevistado a Laura Gaelx, activista del Movimiento Feminista de Madrid.
¿Qué te parece la frase: «no estás sola, tienes el feminismo»?
Una manera aún más bonita de decir que no hay soluciones individuales para problemas estructurales. Una idea que si te paras a pensar (mejor con amigas que sola) resulta clara y evidente pero que, en el contexto de una sociedad individualista y que fomenta el mito de la enemistad entre las mujeres, provoca muchas resistencias. Además, no hablamos únicamente de opresiones que operan en el ámbito público o laboral (que también) sino que atacan a lo más íntimo de la propia identidad. En resumen, se trata de un lema feminista que ilumina una parte de la realidad que a la sociedad patriarcal y capitalista le interesa, y mucho, mantener en la sombra.
Dentro del movimiento feminista existe ahora una amplia gama de ideas. ¿Cuáles crees que son las más novedosas en relación con el feminismo de los años 80 y 90 del siglo pasado?
Destacaría principalmente la ampliación del sujeto político del feminismo hasta poner en cuestión la misma división entre hombres y mujeres. Desde los 80 y 90 se critica duramente la tendencia a tomar la experiencia de las mujeres blancas, heterosexuales, de clase media, mediana edad, sin (aparentes) necesidades especiales de cuidado, etc. como universal. Y en los últimos tiempos esa complejidad de las categorías sociales y cómo configuran ejes de opresión particulares (lo que se conoce como ‘interseccionalidad’) se lleva también a algo que parecía tan natural como la identidad de género, esto es, la etiquetación unívoca y excluyente como hombre o como mujer.
Aunque puede que «lo queer» como tendencia hegemónica en la academia y el activismo feminista haya sido una moda, desde luego sus implicaciones han sido una gran aportación para ampliar el paraguas del sujeto feminista. Además, me resulta muy ilusionante que los feminismos impregnen cada vez más ámbitos de la cultura popular y haya autoras de cómic, cantantes, humoristas, novelistas… que incorporan esta perspectiva de forma muy cotidiana y fresca. Que un movimiento social deje espacio al humor y a la autoparodia me parece un síntoma muy sano.
¿Cómo se interrelacionan el feminismo institucional y el alternativo? ¿Cuál crees que tiene más peso en la sociedad?
En la historia reciente, y en nuestro contexto más cercano (me refiero a ese cierre en falso del pasado que fue la Transición), ha sido muy complejo el papel jugado por las mujeres que mantenían una doble militancia (en el movimiento feminista y en partidos políticos). Sería injusto negar su contribución a un marco de igualdad formal desde las instituciones, enfrentándose a un gran rechazo tanto por parte de grupos conservadores como de sus propios compañeros. Pero actualmente ni siquiera se puede hablar realmente de feminismo institucional. Las políticas públicas de igualdad son inexistentes. La visibilización de las mujeres y de sus luchas se reduce a un mes de actividades culturales acríticas y ñoñas protagonizadas por cuerpos leídos como tales. ¿Dónde se esconden ahora las femócratas?
El movimiento feminista tiene una capa de activistas jóvenes, ¿hasta qué punto crees que les influyen las ideas anticapitalistas? Después del libro de Federici, ¿crees que ha mejorado la relación entre género y clase?
Aunque el libro de Silvia Federici sobre las fatídicas consecuencias sobre los cuerpos y vidas de las mujeres de la puesta en marcha de la lógica capitalista ha sido muy celebrado por parte de muchas, ya convencidas feministas, no sé hasta qué punto ha tenido tanta influencia. Más bien me parece que es el propio sistema capitalista el que, mostrando los dientes, provoca el rechazo más profundo y comprometido de cualquier persona que ponga la vida en el centro, en lugar de algo tan intangible y con tan poco valor como las finanzas.
¿Cómo ves la relación entre el movimiento feminista y el movimiento obrero? ¿Y con otros movimientos como el ecologista, la PAH, 15M, etc.? ¿Se asume el discurso y su transversalidad?
Hay que tener mucho cuidado con la transversalidad. Desgraciadamente, sabemos que, en la práctica, suele ocurrir exactamente lo contrario de lo que se pretende: en lugar de impregnarlo todo, acaba desapareciendo. Es difícil hacer un diagnóstico general de la relación de los feminismos con todo el resto de movimientos sociales. Pero creo que es innegable que en los últimos años, especialmente desde la explosión que provocó el 15M, el discurso y, lo que es más importante, las prácticas feministas, se han asumido como propias en muchos movimientos que no se definen principal o únicamente como tal.
En la lucha por el derecho a vuestro propio cuerpo, por el aborto, ¿crees que se producen divisiones similares a las del propio movimiento feminista o son distintas? ¿Está el movimiento a la ofensiva?
Así como hay ciertos temas en los que el movimiento feminista mantiene posturas muy antagónicas, respecto al aborto existe un gran consenso en lo fundamental, esto es: que se trata de un derecho de las mujeres y como tal debe ser regulado. Se dan diferencias en la consideración del peso que deben jugar la sanidad pública frente a la autogestión de la salud, o respecto al derecho a decidir de las menores de edad, por ejemplo. Pero si algo ha conseguido el anuncio de reforma de ley de Gallardón es aglutinar al movimiento y atraer a nuevas activistas, muchas de ellas jóvenes, que han pasado a defender activamente sus precarios derechos, en lugar de darlos por sentados.
Las Femen han despertado cierta polémica dentro del movimiento feminista, ¿crees que, más por su método de protesta o por sus ideas?
Precisamente la defensa del derecho al aborto es uno de los aspectos más trabajados por Femen Spain. Creo que la polémica se debe más a sus formas, y no me refiero al uso del cuerpo desnudo como campo de batalla, estrategia usada hasta la saciedad por los feminismos.
¿Alguna idea para el futuro del movimiento feminista?
Que siga aplicando la lógica de la sospecha a todo lo que nos venden como lógico y natural. Que no renuncie a la autocrítica ni a la diversidad interna. Que reconozcamos la autoridad de nuestras abuelas sin temer cuestionarlas y abrir nuevos frentes. Creo que no vamos por mal camino, ¿no?