En los últimos 30 o 40 años han surgido en todo el mundo organizaciones que defienden a la vez la naturaleza y el bienestar y la salud de los humanos. Así surgió un movimiento anti-nuclear en Europa y Estados Unidos en la década de 1970, así surgieron iniciativas en defensa de los bosques (como los […]
En los últimos 30 o 40 años han surgido en todo el mundo organizaciones que defienden a la vez la naturaleza y el bienestar y la salud de los humanos. Así surgió un movimiento anti-nuclear en Europa y Estados Unidos en la década de 1970, así surgieron iniciativas en defensa de los bosques (como los seringueiros de Chico Mendes en el Acre, Brasil) y contra los monocultivos, o los movimientos en defensa de los manglares contra las camaroneras de exportación. También movimientos contra la minería a cielo abierto y coordinadoras como OCMAL en América Latina que ya tiene 20 años. Y contra las grandes represas cuando éstas desplazan a miles de personas, como MAPDER en México y el MAB en Brasil (movimiento de los atingidos por barragens). Son movimientos del ecologismo popular, por la justicia socio-ambiental. (J. Martinez-Alier et al, Is there a global movement for environmental justice? J. of Peasant Studies, 2016, 43(3): 731-755. http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/03066150.2016.1141198 ).
Muchas veces surgen de protestas de poblaciones indígenas a las que defienden. Entre los más conocidos se encuentran ERA en Nigeria contra la extracción de petróleo y la quema del gas de extracción en el Delta del Niger por la empresa Shell durante 50 años y Acción Ecológica en Ecuador que entre otras muchas actividades ayudó en las denuncias contra la Texaco ya hace 30 años y propuso en la red internacional Oilwatch «dejar el petróleo en tierra» en zonas ecológicamente sensibles y con población local amenazada -añadiendo el argumento ya en 1997 de que la lucha contra el cambio climático exigía reducir la velocidad de quema de combustibles fósiles (el tema de los unburnable fuels– como se le llama ahora). http://leave-it-in-the-ground.org/lingo-history/
En algunos países estas organizaciones y sus integrantes padecen represión muy violenta y en otros, represión más suave tales como prohibiciones administrativas ad-hoc. Estas son pautas generales. Global Witness publica anualmente una estadística de «defensores ambientales» muertos (como Berta Cáceres en Honduras en marzo de 2016, como Teresita Navacilla en Filipinas en enero 2016 y tantas y tantos otros). Varios países latinoamericanos destacan en esta lista pero también países de otros continentes. En el Atlas de Justicia Ambiental ( www.ejatlas.org ) recogemos muchos de estos casos. La causa principal es la expansión continua de la extracción de materiales y energía hasta los últimos confines del planeta, la desposesión de tierras y del acceso al agua contra poblaciones campesinas e indígenas. En Ecuador hay muchos casos, afortunadamente con muchos menos muertos que en Perú o en Colombia. Naturalmente las poblaciones protestan y son apoyadas por organizaciones como Acción Ecológica y otras. (Latorre, S., Farrell, K.N., Martínez-Alier, J. «The commodification of nature and socio-environmental resistance in Ecuador: An inventory of accumulation by dispossession cases, 1980-2013». Ecological Economics. 2015, 116: 58-69).
Los gobiernos, de cualquier color, habitualmente atribuyen estas protestas a maquinaciones de enemigos exteriores. Ya sea Putin en Rusia encarcelando a integrantes de Greenpeace o el secretario general de la NATO acusando a Putin de financiar a organizaciones ecologistas que se oponen al fracking del gas en Europa (porque Putin quiere vender más gas y petróleo ruso). https://www.theguardian.com/environment/2014/jun/19/russia-secretly-working-with-environmentalists-to-oppose-fracking
En América Latina es patente la inquina gubernamental contra el ecologismo popular tanto de gobiernos neoliberales (en México, Colombia, Perú) como nacionalistas-populares como el de Ecuador, o los de Dilma Rousseff y Cristina Fernández hasta hace pocos meses (y también ahora de sus sucesores). http://www.jornada.com.mx/2013/10/05/opinion/020a1pol .
Esa inquina se debe al «imperativo extractivista», una política económica basada en la cada vez mayor extracción de materias primas para la exportación, tan exagerada en las últimas décadas que hasta ha llevado a la superproducción de cobre, mineral de hierro y otros materiales y al descenso de sus precios. Ese descenso de precios se quiere compensar, contraproducentemente, con más exportaciones todavía, como argumentamos en un artículo nacido en la FLACSO de Quito (Samaniego P., Vallejo M.C., Martínez-Alier J., «Commercial and biophysical deficits in South America, 1990-2013». Ecological Economics. 2017, 133: 62-73).
Es decir, el ecologismo popular y el movimiento global por la justicia socio-ambiental defienden la naturaleza y la supervivencia de poblaciones pobres, y al mismo tiempo proponen políticas públicas distintas, ecológicamente sostenibles. Es lo que ha venido haciendo Acción Ecológica durante 30 años y por eso goza de un reconocimiento internacional.
Nota:
(1) http://www.accionecologica.org/
Joan Martínez Alier, ICTA, Universidad Autónoma de Barcelona.
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