En el período entre 1990 y el 2000 el mundo sufrió la pérdida de aproximadamente 700.000 personas debido a los desastres de origen natural. Esta cifra es inferior a la registrada en la década anterior; sin embargo el número de eventos, su intensidad, los daños económicos y sociales rebasaron los niveles observados en los años […]
En el período entre 1990 y el 2000 el mundo sufrió la pérdida de aproximadamente 700.000 personas debido a los desastres de origen natural. Esta cifra es inferior a la registrada en la década anterior; sin embargo el número de eventos, su intensidad, los daños económicos y sociales rebasaron los niveles observados en los años ochenta.
En las últimas tres décadas, (1970-1990), se produjo un incremento de las pérdidas económicas y sociales provocadas por la acción de fenómenos naturales extremos, es por ello que en 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas, declara la década de 1990 como el Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales (DIRDN), amparada en la Resolución 44/132. Esta acción es considerada el primer esfuerzo de carácter universal en función de la prevención y la mitigación de los desastres; e indicó la creciente responsabilidad del hombre como elemento regulador del nivel de exposición, el ordenamiento y uso del Medio Ambiente.
La Comunidad de Naciones Unidas intensificó los esfuerzos para incrementar y mejorar la información, la educación y la conciencia pública en relación con los desastres de origen natural. Se fortalecieron los sistemas de prevención, alerta temprana, atención a emergencias, rehabilitación y reconstrucción o reparación de los daños. Sin embargo a pesar de todos los esfuerzos y las acciones emprendidas, en los últimos años ha ido aumentando la incidencia y la intensidad de los fenómenos naturales potencialmente destructivos, entre ellos las sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra, tornados, sismos y ciclones tropicales, que han causado pérdidas que comprometen el desarrollo de múltiples comunidades, afectando sobre todo a los más pobres.
En el período entre 1990 y el 2000 el mundo sufrió la pérdida de aproximadamente 700.000 personas debido a los desastres de origen natural. Esta cifra es inferior a la registrada en la década anterior; sin embargo el número de eventos, su intensidad, los daños económicos y sociales rebasaron los niveles observados en los años ochenta.
La periodista Teresa Braine, en su artículo «Fue el 2005 el año de los desastres naturales» señala que desde enero a octubre del 2005, 97.490 personas murieron en el mundo por desastres y de ellos, 88.117 por desastres naturales, datos que le aportó el Centro para la Investigación sobre la Epidemiología de Desastres. En el propio artículo la autora refiere, que según datos del Centro de Investigación anteriormente citado el número de desastres de origen natural registrados desde 1900 se han incrementado (inundaciones, tormentas de vientos, sequías y desastres geológicos), y el número de personas afectadas también ha aumentado desde 1975.
El área de las latitudes tropicales es propensa a la ocurrencia de fenómenos hidrometeorológicos potencialmente dañinos, que se producen estacionalmente tanto en el Atlántico como en el Pacífico.
En América Latina y especialmente en el Caribe se han ocasionado afectaciones por diferentes eventos de origen climático que han ocasionado grandes daños debido a la vulnerabilidad de la región, entre ellos se encuentran:
Huracán Georges 1998 (El Caribe)
Huracán Mitch 1998 (Centroamérica y Caribe) 9 214 personas murieron, 1 191 908 damnificados y 6 008 millones de dólares de pérdida principalmente en Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.
El Niño 1997/1998 (Región Andina).
Cuba, el archipiélago de mayor extensión en el Caribe ha sido afectada por fenómenos naturales potencialmente destructivos, destacándose entre ellos los hidrometeorológicos, es por ello que el Consejo de Defensa Nacional, de conformidad con el artículo 101 de la Constitución de la República, y de acuerdo con el artículo 26 de la Ley No 75 «De la Defensa Nacional» del 21 de diciembre de 1994, ha establecido las regulaciones para la organización, planificación y preparación del país para las situaciones de desastres.
La posición geográfica del país en el Mar Caribe y otras características como: área comprendida en la cuarta región mundial de formación de ciclones tropicales, paso obligado de embarcaciones de gran porte que intervienen en el comercio internacional, tránsito de aves migratorias, así como su cercanía a la zona sismogeneradora originada por el contacto entre la placa del Caribe y Norteamérica y las características del clima tropical húmedo, con dos estaciones fundamentales en el año, una de seca (noviembre – abril) y otra de lluvias (mayo – octubre) condicionan los riesgos ante peligros de origen natural, tecnológicos y sanitarios.
Entre las principales amenazas de origen natural en Cuba se encuentran: ciclones tropicales, intensas lluvias, tormentas eléctricas locales severas, penetraciones del mar, deslizamientos de tierra, sismos, intensas sequías e incendios en áreas rurales.
En la región oriental del país y en especial en la provincia Granma es probable la ocurrencia de las amenazas mencionadas con anterioridad, por lo que el gobierno provincial y de los municipios, la Defensa Civil, el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS), y otras instituciones han proyectado el cumplimiento de la Directiva No 1 del 1ero de Junio del 2005, así como la planificación de tareas y proyectos de investigación que contribuyen a la Gestión de Riesgos-Recursos y a la prevención y mitigación de desastres en diferentes escenarios.
Granma, es una de las provincias donde se ha logrado un trabajo sistemático con el sistema de Defensa Civil. De acuerdo con el Programa de Prevención de Desastres del Cento Nacional de Investigaciones Sismológicas se considera a la provincia la primera en concebir unPrograma de Investigación y Desarrollo encaminado a la Prevención y Mitigación de Desastres. Se significa la necesidad de incorporar la Prevención en los Programas de Desarrollo, sobre todo con la puesta en vigor de la Directiva 01 delVicepresidente del Consejo de Defensa Nacional, donde se establecen lasresponsabilidades de diferentes organismos e instituciones en especial el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio ambiente (CITMA), en los temas de desastres.
Como parte de los lineamientos del Programa de Prevención de Desastres de la provincia, se encuentran los procesos educativos, mediante un plan de capacitación y preparación dirigido a cuadros, especialistas, estudiantes, y ciudadanos en general, que con objetivos bien definidos contribuyen al fortalecimiento del plan concebido para enfrentar emergencias y desastres.
La educación tiene importancia y prioridad, porque si el hombre no adquiere, desarrolla y manifiesta conciencia, conocimientos, comportamientos, actitudes y participación en cuanto a los riesgos de desastres, no será capaz de prevenirlos. Es importante lograr que la educación contribuya y facilite el logro de una cultura de prevención, y que la población y las comunidades se preparen y actúen frente a los desastres.
La educación para la prevención de desastres ya sea por la vía curricular o no curricular no puede convertirse en la suma de tareas, sino que se sustenta en el principio de la integración, lo que facilita el proceso de desarrollo del trabajo educativo con vistas a introducir y enfatizar las variables y los temas de protección integral del Medio Ambiente y, en especial, sobre la prevención de los desastres. Es responsabilidad del maestro desarrollar y seleccionar las actividades que se proponen, atendiendo a las características y particularidades de cada grado y a las posibilidades reales de sus alumnos, sin que sean subvaloradas las potencialidades de los educandos.
Las temáticas y actividades que se aborden con los estudiantes deben ser asequibles y adecuarlas en dependencia de los intereses y necesidades, así como tener un carácter flexible, dinámico, creativo y participativo, sujetas a cambios y adaptaciones. Lo anteriormente expresado evidencia que para realizar este trabajo educativo no se requiere de programas, orientaciones metodológicas de una disciplina en especial, sino de la experiencia y creatividad del docente para propiciar un espacio de preparación y reflexión que le permita conocer con mayor profundidad el mundo que le rodea.
En su artículo «Década de la Educación», Enrique Leff destaca como la educación ha estado en el centro de los debates sociales de los últimos años, ante los rezagos educativos de muchos países del mundo, incidiendo esto en el acuerdo del Foro Mundial de Educación, celebrado en Dakar, Senegal en abril del 2000, de promover una Década de Educación para Todos, retomando las metas aprobadas en la Conferencia Mundial de Educación para Todos, celebrada en Jomtien en 1990. Estas metas se integraron a las Metas del Milenio y se reiteraron en el Plan de Implementación de Johannesburgo en el 2002, incluyendo la promoción de una Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible.
Contribuir al Desarrollo Sostenible desde la educación, significa asumir una perspectiva más crítica, analítica y participativa, donde el sujeto tenga una posición activa frente al conocimiento, y sea capaz de generar cambios en la vida actual sin comprometer las condiciones de las generaciones futuras.
La educación ambiental es el concepto enlace entre la educación en su definición más amplia, la protección del Medio Ambiente y el desarrollo. Hablar de educación ambiental no es limitarlo al marco de la escuela propiamente dicho sino considerarla de una manera extensiva hasta el plano comunitario, es la población en su totalidad; se trata de una escuela que constituye un centro promotor educativo de la comunidad en interacción con las instituciones que se ocupan de contribuir a la protección del Medio Ambiente y la prevención de los desastres.
Mediante el proceso de educación ambiental, tanto en el ámbito escolar como en el comunitario se puede no solo informar, sino formar; en el sentido más integral, a los estudiantes y ciudadanos en general en relación a estar cada día mejor preparados para disminuir los riesgos; no es convivir con ellos, es lograr interactuar en un escenario cada vez menos vulnerable.
La escuela como institución social está encargada de la instrucción y educación de los estudiantes, de potenciar el protagonismo estudiantil, así como proyectarse por la satisfacción de las necesidades educativas de toda la comunidad y su protección. Aunar los esfuerzos de los docentes, detectar sus principales problemas y trazarse un plan de acción para su solución, constituyen las primeras actividades que deben realizarse con vistas a lograr que la escuela inicie su labor de educación para la prevención de desastres y preparativos para emergencias.
Para la propuesta de acciones se requiere de la formación de un docente investigador que sea capaz de utilizar técnicas e instrumentos para el conocimiento de las condiciones que le permitan planificar y realizar su labor tanto dentro de la escuela, como en el marco más general de la comunidad. La necesidad de superación es un factor importante para el buen desempeño de los profesores en el tratamiento adecuado de la temática, así como para el intercambio con homólogos del sector educacional y de otras instituciones.
Como parte de las acciones emprendidas por el Centro de Estudio de Educación Ambiental de la Universidad Pedagógico «Blas Roca Calderío» de la provincia Granma relacionadas con la prevención y mitigación de desastres se encuentran:
Cursos de capacitación a docentes y especialistas de instituciones no docentes, destacándose entre ellos: Peligros Ambientales: un enfoque educativo, Enfoque educativo de los Riesgos Ambientales y Gestión de Riesgos y Recursos.
Participación en proyectos e investigaciones educativas: La Educación Ambiental en la Organización de Pioneros «José Martí» para enfrentar Ciclones Tropicales, y Gestión de Riesgos en el municipio Manzanillo.
Asesoramiento a la actividad científica de los estudiantes de la Universidad Pedagógica: La Educación Ambiental en la Organización de Pioneros «José Martí» para enfrentar desastres en los municipios de Bayamo y Río Cauto.
Intercambio científico en Eventos Nacionales e Internacionales.
Convenio con instituciones y organizaciones: Programa de Desarrollo Humano Local (PDHL) y Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS).
Intervención comunitaria: Charlas y Conversatorios con los comunitarios para prepararse ante emergencias y desastres
De manera general es importante destacar que la prevención y mitigación de desastres es una tarea prioritaria en Cuba y por ende en la provincia Granma motivo por el que se trabaja intensamente en la preparación de especialistas, líderes comunitarios, docentes y todas aquellas personas que asuman la función de facilitadores encargados de transmitir, divulgar y contribuir a la capacitación de los pobladores en las comunidades en los temas de la prevención de emergencias y desastres.
Lo anterior corrobora que se realiza un proceso de prevención, preparación, respuesta y recuperación bajo la óptica de preservar la seguridad y sostenibilidad de los procesos del desarrollo, preservando las riquezas y recursos ante las amenazas que nos asechan, tanto las de origen natural como las originadas por la acción humana.
De esta manera la Década de Educación para el Desarrollo Sostenible se convierte en una nueva etapa de desarrollo y de impulso a los esfuerzos realizados a favor de la Educación Ambiental, haciendo énfasis en la participación de los estudiantes de las diferentes educaciones y de los ciudadanos en general en la construcción de un futuro sostenible.
* Autores:
MSc. Débora Manchón Reina. Profesora Auxiliar
MSc. Elsa Hernández Sabourín. Profesora Auxiliar
MSc. Sergio Torres Zamora. Profesor Auxiliar
Lic. Herlinda Remón Castillo Profesora Auxiliar
Sergio Torres Zamora, Centro de Estudios de Educación Ambiental» Universidad Pedagógica «Blas Roca Calderío» Cuba