Los activos en riesgo podrían desembocar en una pérdida de hasta cuatro billones de dólares
Imagínese la siguiente situación: está usted a bordo de un barco que ha naufragado, y para salvar la vida se agarra a un bidón flotante. Pero el bidón contiene nitroglicerina. El problema de la llamada ‘burbuja del carbono’ pone al mundo en la misma disyuntiva: se están tomando medidas imprescindibles para paliar el cambio climático y esquivar un destino distópico a lo Mad Max , pero esas mismas medidas nos pueden llevar a Malagón en el ámbito económico.
Las causas de la hinchazón de esta nueva burbuja y las consecuencias de su posible estallido fueron descritas con profusión de detalles en un artículo de la publicación Nature Climate Change. En éste, se señalaba que el cada vez más rápido desarrollo de las técnicas de producción de energías renovables llevará a una abrupta caída de la demanda de combustibles fósiles durante los próximos lustros. Si las finanzas globales no saben anticiparse a esta coyuntura, el estudio vaticina un escenario apocalíptico para las cuentas de todos los países, no sólo los de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP).
Las enormes cantidades de petróleo, gas y carbón que podrían quedarse en stock, sin comprador, dejarían ‘varadas’ las colosales inversiones de dinero depositadas en ellas, con lo que la economía mundial perdería de la noche a la mañana entre uno y cuatro billones de dólares, según el estudio. El agujero que provocó la crisis de 2008 fue de 0,25 billones, por lo que hablamos de un cataclismo cuyas réplicas se extenderían a casi la totalidad de los países y los sectores, dadas las profundas interconexiones entre el mercado de combustibles fósiles y el resto de parcelas del proceso productivo.
El dilema
¿Hacia dónde hay que mover el timón para rodear el iceberg? Pedro Prieto, activista del cénit del petróleo e ingeniero técnico, lo tiene claro: los popes de las finanzas globales ya han asumido que la fiesta se ha acabado. «La única solución es una Economía stand still, estacionaria, con el crecimiento en punto muerto» -explica a elEconomista.es– «La alternativa es un crack peor que el del 29, más profundo y complejo».
Para Prieto, la renuncia a la expansión es inexcusable, ya que sin inversiones en combustibles fósiles no hay energía, y sin energía no hay crecimiento. La relación con éstos es la historia de un ‘ni contigo, ni sin ti’. «Si el precio del petróleo está alto, los países importadores lo pasan mal; Pero si está bajo, y lo hemos visto recientemente, las compañías extractoras pierden dinero, por lo que renuncian a la exploración de nuevos yacimientos para no inundar el mercado y que los precios sigan bajando». ¿El resultado? La sobreexplotación de los filones actuales, lo que inevitablemente lleva a una caída de la producción. «El pico de demanda que nos han vendido en realidad es un pico de oferta», sostiene.
Hay, pues, un problema latente de suministro, un duro contratiempo en un sistema capitalista basado en la continua expansión. «Hay que empezar a reconocer que hay un problema de crecimiento», dice el experto, que pinta el dilema de la espada y la pared: si no se invierte en exploración y explotación, estamos destinados a darnos la costalada. Y si, por el contrario, se opta por aumentar la extracción, se agotarán las reservas y el sistema financiero también reventará, junto con el medio ambiente. La única válvula de escape es un PIB en coma. Una medicina difícil de tragar que, según prieto, la clase política dulcificará con «la letanía de la ‘transición energética'».
La banca se baña en petróleo
Los análisis le avalan: el HSBC, el mayor banco del Reino Unido, ha calculado que las principales empresas de energía podrían perder entre el 40 y el 60% de su valor en bolsa si se hace cumplir el objetivo de limitar a 2°C el aumento de temperatura (respecto a los niveles preindustriales) acordado en la Conferencia Mundial sobre el Clima en Cancún. Un estudio realizado por consultores de negocios -McKinsey y el Carbon Trust – prevé una pérdida algo menor, pero aún brutal, de entre el 30 y el 40%.
Otro informe, encargado por el grupo de Los Verdes del Parlamento Europeo al Laboratorio de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Utrecht, arroja luz sobre la exposición de las inversiones financieras a la burbuja del carbono: el documento denuncia que bancos, compañías aseguradoras y fondos de pensión de la UE han invertido más de un billón de euros en combustibles fósiles, dinero «que también procede de los impuestos de los ciudadanos».
Concretamente, el sector bancario europeo ha metido una cantidad de entre 460.000 y 480.000 millones de euros en gas, petróleo y carbón, a través de préstamos, bonos y acciones; el sector asegurador, entre 300.000 y 400.000 millones; y los fondos de pensiones, entre 260.000 y 330.000. En estas cantidades abunda el dinero de pequeños ahorradores, que «se arriesgan a sufrir grandes pérdidas, especialmente si los poderes públicos no actúan con determinación».
Y ¿qué hacen los poderes públicos? Invertir más dinero en subsidios a este tipo de combustible. Es decir, engordar la burbuja. Según el Think Tank británico Overseas Development Institute, los gobiernos del G7 (Estados Unidos, Francia, Alemania, Canadá, Italia, Japón y Reino Unido) siguen gastando casi 90.000 millones en ayudas al gas, al petróleo y al carbón, a pesar de su compromiso de hacerlas desaparecer antes de 2025.
La vital reconversión… o el desastre
«Ya hay tecnologías disruptivas de energías renovables y de ahorro energético que provocarán un agujero en los mercados de los combustibles fósiles» -apunta Cote Romero, coordinadora de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y directora de Ecooo- «Nuestra sociedad es la sociedad del despilfarro energético, podemos tener mucho bienestar liberando recursos a través de la eficiencia y el ahorro»
Su compañero en Ecooo, Rodrigo Irurzun pone la pelota en el tejado de las grandes energéticas: «Hay enormes multinacionales que generan mucha ganancia en torno a un modelo obsoleto. Hay también infraestructuras (oleoductos, gasoductos, etc) que no generarán retorno. Ya hemos sobrepasado la capacidad del planeta de generar recursos, hay que repensar el modelo económico. Las empresas que focalizan su negocio en los combustibles fósiles deben reconvertirse y abrazar las renovables». Este último es un sector que, según Irurzun, en España podría generar un millón de empleos.
Ramón Roca, director de El periódico de la Energía, plantea una hipótesis mucho más optimista para el negocio de la combustión. «El dinero llama al dinero y países como China y la India seguirán amortizando las inversiones, aunque los dividendos no sean los de antes», declara a elEconomista.es.
El periodista cree que antes de llegar a un colapso se le dará vida al carbono, y que para constatar esta postura no hay más que ver los planes de los gigantes asiáticos. «Están trabajando en transición energética, pero el tamaño de sus economías es enorme y sus industrias tendrán que seguir contaminando». ¿Y si el gran dragón decide recortar de nuevo su crecimiento? Roca responde a esta cuestión con un vaticinio: «Quien gane la guerra de aranceles, será el futuro líder de la Economía mundial, y seguirá consumiendo petróleo a manos llenas».
Sea China o EEUU el vencedor, Roca descarta el descalabro. Sin embargo, poco después de sus declaraciones a este medio la OPEP acordó aumentar la producción de crudo en un millón de barriles. Seguimos flotando sobre el bidón de nitroglicerina y no se divisa tierra.