En el momento en que escribo esta nota, la policía, los antidisturbios del los mossos d’esquadra, han hecho acto de presencia. Golpean y persiguen a los participantes en una de las manifestaciones que ha recorrido las calles céntricas de la ciudad. Varias furgonetas giran a toda velocidad y en contra dirección por algunas manzanas del […]
En el momento en que escribo esta nota, la policía, los antidisturbios del los mossos d’esquadra, han hecho acto de presencia. Golpean y persiguen a los participantes en una de las manifestaciones que ha recorrido las calles céntricas de la ciudad. Varias furgonetas giran a toda velocidad y en contra dirección por algunas manzanas del ensanche. No puedo dar más detalles .
Entro en otros vértices del 14N barcelonés.
Los piquetes represivos y desinformativos, el lado oscuro pero bien visible de la fuerza patronal, los huracanes del miedo agitados desde instancias patronales y «emprendedoras» -cuidadito, cuidadito con lo que hacéis: la calle está ahí bien cerquita y nos sobran candidatos- no han conseguido evitar una auténtica y masiva rebelión obrera y ciudadana. Otra más.
El articulo antiobrero de la sionista Pilar Rahola, la biógrafa de Artur Mas-Moisés, ha ayudado lo suyo. La intervención al mediodía del ministro-banquero De Guindos ha completado la obra de su colega. Arrojan leña y más leña a la indignación acumulada. Le pagan para eso. Son de los suyos.
Las empresas y calles de ciudades y pueblos de España, de Portugal y de otros países europeos se han llenado de trabajadores en lucha y de otros muchos ciudadanos que han apoyado las justas reivindicaciones de la jornada, un vivir de pie sin arrodillarse, una muestra de dignidad, de resistencia, de no conformarse con la barbarie social y económica (y política también: la liquidación de nuestras demediadas democracias) a la que quieren conducirnos. El canto a la libertad de Labordeta ha sonado en todos los rincones y ha estado bien presente en todos los corazones.
Desconozco cifras de huelguistas y manifestantes. No es necesario entrar en ellas.
La manifestación de esta tarde en Barcelona es de las que se recuerdan. No habitará el olvido en ella. Ha sido una de las grandes concentraciones obreras y ciudadanas de la ciudad de Francesc Layret, Federica Montseny, Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey.
La jornada ha sido un éxito. Y lo ha sido independientemente del número de huelguistas y del numero de manifestantes, o del consumo de energía en las horas puntas. Tanto da.
¿Por qué? Por lo siguiente.
Esta mañana hemos concelebrado un acto de apoyo a los trabajadores en huelga de hambre -¡llevan diez días con total silencio informativo!- de Telefónica. Han hablado, en primer lugar, Gabriela Serra, Arcadi Olivares y Miren Etxezarreta. Con cosas que decir, con sustancia, con datos y señalando caminos que es necesario transitar. Como siempre.
Luego han hablado, a pesar de su debilidad, cuatro de los compañeros que siguen en huelga de hambre. Marcos, el trabajador despedido, Lauren, Josep, Albert. Espero no olvidarme de ningún nombre. No sería justo, sería imperdonable.
Oírles decir lo básico, lo esencial, que los sindicatos no están para admitir barbaridades ni lo «inexorable»; que no vale eso de que esto es lo que hay y hablemos de otra cosa; que sus condiciones, que nuestras condiciones laborales, sociales, económicas, las conquistas que alcanzamos-y que intentan robarnos poco a poco- no cayeron del cielo, sino que fueron fruto del esforzado combate de otros compañeros y compañeras que defendieron con riesgos y esfuerzos su dignidad y sus derechos; que el deber de todos nosotros es dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos un mundo justo y no una plétora miserable de injusticia y explotación; que nos va en ello todo: la dignidad, la salud, la educación, la cultura, la vida. Y que no podrán: no pasarán, no pueden pasar. El mundo que anuncian ellos, Telefónica, las grandes corporaciones y sus servidores políticos, el mundo que abonan, es el reino del no ser, de la injusticia, del desprecio a millones y millones de seres humanos. No seremos conducidos a ese mundo de infamia.
Uno de los trabajadores ha recordado un dictum de Kant: las cosas tienen pecio (que no siempre coincide con su valor auténtico), los seres humanos tenemos dignidad y debemos estar vigilantes en conservarla. La barbarie acecha permanentemente.
Ellos, los trabajadores en huelga de hambre, han dado muestra de todo ello, de la inmensa dignidad que abonan diariamente con su ejemplo. En el día de hoy, la ciudadanía, los trabajadores barceloneses, han estado a su altura.
Ha sido en este día de otoño y con esta rebeldía de siempre.
PS: No he oído a ningún representante de los llamados «sindicatos mayoritarios» hacer referencia alguna a la huelga de hambre de los trabajadores de Telefónica. Como si no existieran. Se suman, parecen sumarse también, al silencio informativo institucional. ¿Por qué? ¿Hay alguna explicación de su actitud que no beba de su sectarismo, de su prepotencia, de algún estúpido cálculo sindical, del no acercarse a los sindicalistas radicales, del desprecio a sus críticos, de un supuesto realismo verdaderamente irreal o incluso de la simple y despreciable inhumanidad?
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