La revolución cubana triunfante en enero de 1959 tuvo un conductor indiscutible, jefe del Movimiento 26 de Julio, Fidel Castro Ruz, nacido en Birán, el 13 de agosto de 1926. Salta a la vista que la victoria de los barbudos bajados de Sierra Maestra tuvo un comandante que no había cumplido los 33 años. Lo […]
La revolución cubana triunfante en enero de 1959 tuvo un conductor indiscutible, jefe del Movimiento 26 de Julio, Fidel Castro Ruz, nacido en Birán, el 13 de agosto de 1926. Salta a la vista que la victoria de los barbudos bajados de Sierra Maestra tuvo un comandante que no había cumplido los 33 años.
Lo vivido por ese rebelde con causa, en la lucha guerrillera desde diciembre de 1956 hasta quebrarle el espinazo a la dictadura de Fulgencio Batista. Y antes en el intento de tomar el Cuartel Moncada y el Carlos M. de Céspedes (1953), con la derrota parcial, el juicio y la prisión seguidas del exilio, etc, todo eso le había dejado grandes enseñanzas políticas y de las otras, con olor a pólvora.
En esos años que equivalían a décadas también hay que mensurar la militancia universitaria de Fidel en la Federación de Estudiantes Universitarios, FEU. De ese tiempo se destacan dos incursiones con sentido internacionalista. Viajó a un congreso de estudiantes en Bogotá, que coincidió con el Bogotazo tras el asesinato del líder Jorge E. Gaitán. Producida la revuelta, el caribeño fue parte activa. La otra operación donde estuvo involucrado fue un errático armado de milicias que irían a combatir a la dictadura de Trujillo en República Dominicana.
Esa mezcla de ideales martianos e internacionalistas, de militancia en las aulas y la montaña, del tríptico libro-trabajo-fusil, en la cárcel y el exilio; el orador brillante, abogado y guerrillero de excelente puntería, etc, fue moldeando su personalidad. La suya no era una cualquiera. Fue llamado a citas con la Historia y tan seguro estaba que la tuteó en uno de los juicios más famosos. Sentado en el banquillo, les espetó a los jueces-verdugos: «condenadme, no importa, la historia me absolverá».
Y tenía razón. El 16 de octubre pasado se cumplieron 60 años del alegato tan famoso, cuando fue su propio abogado. Más que absuelto parece que la historia le dio la razón y varios premios. A Batista sólo se lo recuerda porque es el tirano que derrocó Fidel; de no ser así nadie retendría su nombre.
Líder excepcional
Castro se ganó a pulso, por sus propios esfuerzos, el alto lugar de consideración en que lo puso su población. Siendo un niño debió vivir lejos de su casa para ir a la primaria y luego, también en soledad, fue alumno de los jesuitas. Su militancia en la Universidad lo puso en trance de perder la vida frente a patotas y policías de gobiernos conservadores y de Batista. Tras el fracaso militar del Moncada salvó la vida gracias a un militar que no lo fusiló ni lo entregó a otros para que lo hicieran. Más de 70 moncadistas fueron asesinados luego de haberse rendido, fraguándose «enfrentamientos» (la dictadura argentina en 1976 utilizó ese libreto). De esos días de templanza salió fortalecido, embebido más del pensamiento de José Martí, el «autor intelectual» del asalto.
De Granma en diciembre de 1956 desembarcaron 82 guerrilleros pero de la primera emboscada sólo sobrevivió una decena. ¿Cómo hizo para tomar el poder cinco años, cinco meses y cinco días después del Moncada?
Y sobre todo, ¿cómo hizo para pilotear la construcción del socialismo a 90 millas de Estados Unidos, la principal potencia mundial?
La suya ha sido la pelea de David contra Goliat, sobre todo desde febrero de 1962, cuando el mal vecino decretó un bloqueo total. No le compró ni una libra de azúcar ni de níquel, ni envió un barril de crudo para refinar, ni vendió medicinas ni equipos médicos ni inversiones. Nada. Con la expulsión de La Habana de la OEA, tramitada por Washington en Punta del Este y otras citas de cancilleres, y sólo resistida por México, se dio por hecho que la fruta caribeña no tardaría en caer.
Como ese fruto se mantenía firme en el árbol, la CIA agitó la rama brutalmente para que cayera. Armó la incursión contrarrevolucionaria en abril de 1961, que desembarcó en Bahía Cochinos. Y allí estuvo el barbudo, ahora recibido de comandante en jefe, disparando con un tanque a los barcos y aviones enemigos.
De resultas de esa agresión y en vísperas de la victoria cubana de Playa Girón, el fortalecido dirigente proclamó el carácter socialista de la revolución.
Un país relativamente pobre, ahora con 11.5 millones de habitantes, le sigue diciendo al imperio, de una población de 316 millones de personas y un PBI de 15 billones (millones de millones) de dólares: «Patria o muerte, venceremos».
644 intentos
La seguridad del Estado cubano es muy eficiente y se adelanta a los planes de terrorismo e infiltración de la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado.
Por ejemplo, detectó en 2009 la infiltración del espía estadounidense Alan Gross y condenado a 15 años de prisión luego de un juicio con todas las garantías. La USAID, o sea la CIA, armó una red Twitter ilegal llamada ZunZuneo, pero ese pajarraco entró en la jaula. Formaron jóvenes latinoamericanos para infiltrar a la juventud cubana y cosecharon otro fracaso. Armaron redes de periodistas «democráticos» y la seguridad cubana los descubrió cobrando salarios en la sede de la SINA en el Malecón, lo mismo que a las damiselas de Blanco, que nunca tuvieron virginidad política.
Fidel ha sido un blanco esquivo a los planes para matarlo que concibieron en el cuartel general de la inteligencia en Langley, Virginia. La estadística cuenta 644 intentos de asesinato de aquella procedencia. Está bien que la CIA ha tenido algunos jefes bastante imbéciles, caso de George Hebert Bush, luego presidente. De cualquier modo es una maquinaria temible, pero con Fidel y los cubanos han mordido el polvo, como algunos de sus grandes equipos de béisbol de las Ligas profesionales, frente a peloteros cubanos que se jugaban por la patria, no por los dólares.
¿Que tiene Fidel?
Una consigna muy cantada en los encuentros de solidaridad con Cuba, es «¿Qué tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él?».
Y lo que tiene es que ha hecho respetar el nombre de Cuba en el mundo, por sus logros científicos, médicos, educacionales, culturales y deportivos. El país andaba a los tumbos en el pelotón de retaguardia hasta 1959 y ahora califica entre los mejores.
Que el índice de mortalidad infantil sea del 4.2 por mil nacidos vivos es uno de esos logros, reconocidos por la Organización Mundial de la Salud y la OPS. Y lo que es tanto o más importante, Cuba no se contenta con salvar vidas suyas y colabora con otros países. Un amigo haitiano, Henry Boisrolin, volvió a Puerto Príncipe tres días después del terremoto de 2010. Sus compatriotas, conmovidos por el trabajo de esos profesionales, le decían: «después de Dios, los médicos cubanos».
Debe ser por eso que Fidel Castro, cubano de pura cepa, es un estadista que otros pueblos y países sienten como paisano suyo o íntimo pariente. Hugo Chávez lo llamaba «padre» y Evo Morales se siente parte de su familia, aunque no nacieron en Birán.
Más allá de diferentes árboles genealógicos, los programas educacionales anticipados genialmente en «La historia me absolverá», y llevados a cabo en 30 países en forma de alfabetización con «Yo sí puedo», con el que aprendieron a leer y escribir más de cinco millones de personas, han aumentado sensiblemente el padrón de la familia Castro Ruz.
Es el fidelismo del siglo XXI.
Hombre de fortuna
La revista norteamericana Forbes publicó en 2004 una mentira monumental: el presidente cubano estaba en la lista de multimillonarios. Sin una sola prueba, dos años más tarde lo ubicó séptimo en el ranking con un patrimonio personal de 900 millones de dólares.
Era el tiempo de George W. Bush. Fidel desafió a Forbes y a la CIA que promovía esas calumnias: si demuestran que yo tengo ese dinero, renuncio ya. Eran mentiras y el supuesto millonario siguió gobernando en forma sencilla hasta 2008, cuando por razones de salud debió ser reemplazado por el segundo secretario, Raúl Castro.
El cubano pudo ser un hombre de dinero, toda vez que en el libro «Fidel, Guerrillero del tiempo», de Katiuska Blanco, cuenta que sus padres tenían en Birán 800 hectáreas de excelentes terrenos y además otras tierras arrendadas por 11.700 hectáreas. Era un patrimonio más que interesante, pero la revolución encabezada por él hizo la reforma agraria para los campesinos sin tierras. Y la fortuna familiar se terminó, conciente y alegremente, algo que Forbes ni Bush ni muchos podrán entender y muchísimo menos imitar. A ver si los Bush van a renunciar a una sola acción petrolera en Texas…
Fidel está ligado a Argentina, no sólo por su profunda amistad con Che Guevara. Realizó visitas en 1959, en 1995 a la Cumbre de Bariloche, en mayo de 2003 a la asunción de Néstor Kirchner en Buenos Aires y en julio de 2006, a la cumbre del Mercosur en Córdoba.
Por eso también en Argentina se le cantó el cumpleaños feliz, a la distancia. Como el tiempo pasa, inexorable, Diego Maradona ya está jubilado. De lo contrario es posible que le hubiera dedicado su inolvidable gol a los ingleses. Habría sido un lindo regalo para quien en Bogotá (1948), en 1982 y hasta hoy es de los aliados más firmes de Argentina en su reclamo por Malvinas.
Fuente original: http://www.laarena.com.ar/