Recomiendo:
0

Comienza el curso político en Cataluña

El fin de las sonrisas

Fuentes: Rebelión

El curso político catalán ha empezado con el llamado otoño caliente y la constatación de la desorientación estratégica del independentismo. El movimiento evidencia que no tiene estrategia común y los partidos buscan como renovar su discurso más allá de la retórica y de la épica de la resistencia. En un contexto de incertidumbre sobre el […]

El curso político catalán ha empezado con el llamado otoño caliente y la constatación de la desorientación estratégica del independentismo. El movimiento evidencia que no tiene estrategia común y los partidos buscan como renovar su discurso más allá de la retórica y de la épica de la resistencia. En un contexto de incertidumbre sobre el camino a seguir y con un futuro con muchas incógnitas, el juicio político del Procés será clave en la nueva fase.

Ni la conferencia política de inicio del curso político que el presidente, Quim Torra, resumía con la consigna de «libertad o libertad», ni el debate de política general han servido para rehacer la unidad de acción en una estrategia compartida. El discurso de mínimos para avanzar en lo posible es insuficiente para superar la retórica, los bandazos discursivos y los reproches continuos de estar asumiendo el marco autonómico. La mayoría independentista en el Parlament hace aguas, reflejándose en la fragilidad de los pactos entre ERC y JxCAT.

En cuanto al músculo del movimiento en las calles, este continúa siendo firme, pacífico y combativo. La movilización multitudinaria del 11-S y la conmemoración del 1r aniversario del referéndum de autodeterminación del 1-O volvieron a demostrarlo una vez más, todo y la controvertida actuación de los mossos de escuadra. No obstante, se han hecho más evidentes que nunca las críticas al gobierno por la gestión del legado del 1-O. En este sentido, la indignación va en aumento -no sólo por la represión y judicialización, que se resume en el lema «ni olvido, ni perdón»-; sino, también, por el fin del cheque en blanco a los políticos independentistas, rompiéndose el pacto tácito de no agresión y apareciendo voces discordantes desde la ANC y, sobre todo, desde los CDR que, incluso, exigen dimisiones. Una tensión interna que se agrava con la sombra continúa de un 155 aumentado y con la estrategia del enfrentamiento que, PP y C’s, alimentan para intentar fracturar Cataluña y censurar la libertad de expresión.

Una situación como consecuencia directa de un año sin rumbo estratégica debido a la DUI fallida, la persecución política y la represión, las dificultades para conformar gobierno, la ruptura de la unidad y la no existencia de estrategia conjunta. Una desunión ejemplificada en el debate de política general y en las discrepancias respecto al voto delegado de los diputados suspendidos por el juez Pablo Llarena. Una tensión partidista que puede imponerse en estos momentos clave y que, con el horizonte electoral de las elecciones municipales y europeas, se puede agravar; e incluso, desembocar en unas anticipadas. Además, si el diálogo con el ejecutivo español no es fructífero y Sánchez no se garantiza los apoyos suficientes para tirar adelante los presupuestos, su legislatura – también – se habrá acabado. Un diálogo que, actualmente, no se concreta en una propuesta política satisfactoria para el 80% de la población catalana que quiere decidir, sino que no pasa de la retórica del autogobierno dentro de un posible nuevo Estatuto.

Intentar profundizar en el diálogo, rearmarse estratégicamente, abrir el debate constituyente sobre el modelo de país a través del Foro Cívico Constituyente y mantener la unidad estratégica en las calles y en el Parlament son imprescindibles para -desde la diversidad- avanzar en la autodeterminación.

Jesús Gellida, politólogo e investigador social

@jesusgellida

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.