Soles son amores. Así de cariñosos dábamos la bienvenida hace unas semanas en esta página al sol que más calienta, el del verano. El sol tiene los días contados, vaticinábamos entonces. Convertido en enemigo público número uno, el lucero del mundo amanecía amenazado, cuestionado. «El sol puede matar», repetían por todos lados. La cuenta atrás […]
Soles son amores. Así de cariñosos dábamos la bienvenida hace unas semanas en esta página al sol que más calienta, el del verano. El sol tiene los días contados, vaticinábamos entonces. Convertido en enemigo público número uno, el lucero del mundo amanecía amenazado, cuestionado. «El sol puede matar», repetían por todos lados. La cuenta atrás ha comenzado.
Este martes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconocía en un estudio que cerca de 60.000 personas mueren al año por una exposición prolongada a las radiaciones ultravioletas de la luz solar. La mayoría, unas 48.000, por melanomas malignos y el resto por otro tipo de cánceres, sobre todo de piel. «Puede hablarse de un crecimiento paulatino de muertes del 2% o el 3% anual», afirma el investigador alemán Hajo Zeeb, coordinador del informe. En el Estado español, el exceso de «parrillada», el tueste desmedido, ocasiona unas 700 muertes cada año.
«Este panorama global de los riesgos a la salud provocados por la radiación ultravioleta supone una base sólida para llevar a cabo acciones en la salud pública. Todos necesitamos sol, pero tomarlo demasiado puede ser peligroso», explica María Neira, directora de la OMS para Salud y Medio Ambiente. Las autoridades sanitarias recomiendan limitar el tiempo de exposición al sol, buscar la sombra cuando los rayos son más intensos, utilizar lociones protectoras con factor 15 o superior y no emplear lámparas de rayos UVA.
Todos contra el sol. Hasta el bikini, que estos días celebra 60 años de éxitos gracias a sus rayos. La empresa canadiense Solestrom acaba de lanzar al mercado el bikini «termostato». Este revolucionario bañador lleva incorporado un medidor de radiación ultravioleta, con una escala de 0 a 20, y una alarma que nos avisa cuando llevamos demasiado tiempo al sol. Los fabricantes esperan una alta demanda de su novedoso producto en Australia o Sudáfrica, países con las mayores tasas de cáncer de piel por habitante.
Sol o sombra. La batalla es encarnizada. La intensa ola de calor de las últimas semanas ha causado ya cerca de un centenar de muertos en Norteamérica y varias decenas en Europa. El miércoles, un madrileño de 35 años se convertía en la décima víctima española de la canícula. Europa está que arde. Si la ofensiva no remite, si el Sol no declara pronto un alto el fuego, la Unión Europea y EEUU podrían tomar medidas muy drásticas.
No se descarta, incluso, que prohíban la llegada a su territorio del próximo verano. Al mal tiempo, buena salud.
«En la edad oscura que nos ha tocado vivir hoy bajo el nuevo orden mundial, compartir el dolor es una condición esencial para volver a encontrar la dignidad y la esperanza», cuenta el escritor John Berger en un artículo dedicado a Frida Kahlo. «Cuando el dolor es mucho no se puede compartir. Pero sí se puede compartir el deseo de compartirlo. Y en esa forma de compartir inevitablemente inadecuada reside la resistencia». El dolor es mucho estos días en Líbano. No hay sol. No hay luz. Israel tiene ocupado el cielo con su «Operación Lluvia de Verano». Las nubes descargan misiles cada poco rato.
Duele mucho este verano. Un dolor inadecuado. Duele Líbano. El deseo de compartir, repartir, acompañar, su sufrimiento y su daño. A un lado del Mediterráneo, aquí, es tiempo de vacaciones, de veraneo. Al otro, la oscuridad crece. Israel ultima el asesinato de la estación más imprescindible del año. A la vista de todos. Sin descanso.