Vivimos un acelerón del debate acerca del frente de izquierdas, de cómo y sobre qué bases levantarlo. Somos muchos los activistas que sentimos la necesidad de articular dicho frente para dar expresión política, y también electoral, a la resistencia social, a la lucha para echar al gobierno y la Troika y por abrir una salida […]
Vivimos un acelerón del debate acerca del frente de izquierdas, de cómo y sobre qué bases levantarlo. Somos muchos los activistas que sentimos la necesidad de articular dicho frente para dar expresión política, y también electoral, a la resistencia social, a la lucha para echar al gobierno y la Troika y por abrir una salida a la actual catástrofe a favor de la clase trabajadora y la mayoría social.
Las grandes movilizaciones de estos dos años, a pesar de la enorme energía desplegada, no han podido acabar con el gobierno al topar con la barrera de la burocracia sindical, que ha impedido su unificación y ha logrado desviarlas del choque directo con el gobierno. Ahora, en plena descomposición de las instituciones y partidos del régimen, cuando las encuestas sentencian el fin del bipartidismo y se asoman las elecciones europeas, much@s activistas piensan que, sin ceder en la batalla por unificar el movimiento y cargarse al gobierno desde la calle, hay que aprovechar también la lucha electoral.
Hemos entrado en un debate en el que juegan intereses y proyectos muy diversos. Un actor principal es la dirección de IU que, fortalecida por las encuestas, se prepara para convertirse en «fuerza de gobierno» y trasladar la coalición andaluza con el PSOE al gobierno del Estado. Para conseguirlo, trabaja en una doble vía: por un lado, mantener y estrechar aún más, si cabe, sus íntimos lazos con la burocracia sindical de CCOO-UGT («Cumbre Social») y, por otro, atraer a su órbita y control a los movimientos sociales, colectivos y plataformas surgidas del 15M y a formaciones extraparlamentarias a su izquierda. Es lo que IU llama «Bloque político y social alternativo». Para lograrlo cuentan con la ayuda de la dirección de Syriza (Tsipras) y del Front de Gauche (Melenchon), partidarios ambos, como IU, de «refundar» la UE y enemigos declarados de la ruptura con el euro y la UE. Ya ha comenzado la presión, que será creciente, para cooptar a los movimientos sociales a una candidatura europea hegemonizada por IU.
En paralelo, estos meses han ido tomando cuerpo diferentes propuestas vinculadas al 15M y a organizaciones de izquierda y orientadas a crear un agrupamiento o frente político con proyección electoral. En Cataluña ha surgido la «convocatoria por un proceso constituyente» encabezada por Arcadi Oliveres y Teresa Forcades (ver nuestra web). A escala estatal tenemos la cercana convocatoria «¿Cómo construir la alternativa desde abajo?», que es un momento importante en todo este proceso.
Es tiempo de desechar los cantos de sirena que vienen de la dirección de IU y de comenzar a construir el Frente de Izquierdas que el movimiento necesita, con una alternativa clara y abierto a la vez a toda unidad de acción que ayude a la lucha.
Bases para un Frente de Izquierdas
Desde estas páginas queremos contribuir al debate abierto y comenzar diciendo que, como muchos activistas, pensamos que el Frente de Izquierdas no puede confundirse con un frente electoral sino que debe ser una herramienta política al servicio de organizar desde abajo una respuesta general y unificada que eche abajo, sin respetar los plazos electorales, al gobierno sicario de la Troika. La función electoral del Frente de Izquierdas debe estar siempre subordinada a las necesidades de la movilización. Por eso, el Frente de Izquierdas no puede transigir con la política de pactos de la burocracia de CCOO-UGT, que rompe la movilización obrera, permite que pasen las peores agresiones y traba toda respuesta unificada. El Frente de Izquierdas debe acoger en primera fila al sindicalismo combativo y a los movimientos sociales más destacados en la lucha y promover la organización del movimiento desde abajo, de forma democrática, en base a asambleas que deciden los objetivos y los pasos a dar, elijen a sus representantes y se coordinan entre sí.
Creemos también que el Frente de Izquierdas sólo podrá cumplir su tarea si levanta un programa de emergencia que pare la actual catástrofe y permita reconstruir la economía al servicio de la inmensa mayoría. Una medida central de este programa es la suspensión inmediata del pago de la deuda pública a los banqueros y la auditoría. Es una reivindicación de supervivencia que exige dejar de lado formulaciones confusionistas, como las que usa IU, que renuncian a la suspensión de los pagos a la espera de los resultados de una futura auditoría. ¡Hay que dejar de pagar ya!
Del mismo modo, la expropiación de la banca y su control por parte de los trabajadores es una reivindicación urgente e imprescindible para centralizar el crédito y ponerlo al servicio de la reconstrución económica y la creación masiva de empleo. En términos parecidos podemos referirnos a la estatización de los sectores y empresas estratégicas. No vale referirse a una nebulosa «banca pública» y dejar tranquilos al Banco Santander, BBVA o La Caixa.
Las anteriores medidas son objetivamente incompatibles con la pertenencia a la UE y la Eurozona. Poner fin al saqueo de la Troika hace necesaria la ruptura con el euro y con la UE. El Frente de Izquierdas tendría que incorporar la exigencia de un referéndum para salir de la UE y del euro. Nuestro futuro depende de acabar con ese engendro irreformable que es la UE y levantar en su lugar una Europa de los trabajadores y de los pueblos
Pensamos también que el Frente de Izquierdas debe ser consciente de que no habrá democracia ni podremos aplicar ninguna medida importante de un plan de emergencia sin poner fin a este régimen y abolir su Constitución. El régimen nació viciado de origen porque la transición permitió la continuidad de los principales aparatos de estado franquistas, como ha mostrado cruelmente la larga impunidad del asesino de Yolanda González. Frente a los defensores de una reforma imposible del régimen, el Frente de Izquierdas debe reivindicar la convocatoria de una Asamblea Constituyente que redefina las bases desde cero y que incluya el expreso reconocimiento del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades (que es la base, en nuestra opinión, para construir fraternalmente una unión libre de repúblicas).
Queremos decir, finalmente, que la lucha por el programa de emergencia y por la Asamblea Constituyente es también la lucha por un gobierno que garantice su cumplimiento. Por eso, el Frente de Izquierdas debe luchar por un gobierno que, más allá de sus apoyos parlamentarios, sustente su fuerza en la lucha de la clase trabajadora y el pueblo, en los organismos de base y la organización democrática del movimiento. En suma, un gobierno de la clase trabajadora y del pueblo.
Artículo publicado en Página Roja nº 19, publicación mensual de Corriente Roja/Corrent Roig
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