Cuando Ghada Zaki Krayem, de 21 años, llega a un nuevo lugar de trabajo, avanza imperturbable, con su taladro y su caja de herramientas y se pone a trabajar instalando paneles solares.
Ghada y sus compañeros del programa de capacitación vocacional sobre instalación, operación, mantenimiento y programación de sistemas solares fotovoltaicos en el Centro de Capacitación de Gaza están a la vanguardia. Formadas en el campo de las energías renovables, las mujeres como ella están rompiendo barreras en un sector dominado globalmente por hombres.
Al tomar la decisión de ingresar en este programa de capacitación vocacional, Ghada sopesó cuidadosamente sus opciones, teniendo en cuenta la disparada tasa de desempleo juvenil del 70% en Gaza, una de sus grandes preocupaciones. “Cuando pensé en dónde quería estar en cuatro años, me imaginé como emprendedora. Necesitaba una especialidad demandada en el mercado laboral y busqué un campo de estudio con el que evitar el desempleo”.
Las energías renovables eran una opción exigente y prometedora, y Ghada estaba especialmente intrigada por los sistemas solares fotovoltaicos. En la Franja de Gaza, la expansión de las fuentes de energía renovable es fundamental. El pequeño enclave costero tiene una población de más de 2 millones de personas, de las cuales 1,4 millones son refugiados y refugiadas de Palestina. Debido a un bloqueo que cumple ya 15 años, la escasez de combustible es omnipresente y los cortes de electricidad son constantes y diarios. Pero en la soleada región del Mediterráneo, los sistemas solares fotovoltaicos son una fuente muy prometedora de energía renovable.
“Antes de inscribirme en el curso, visité algunas fábricas y plantas desaladoras alimentadas con estos sistemas. ¡Estaba fascinada! (…) Al principio, nuestros colegas que eran hombres se sorprendieron de que hubiera mujeres en este tipo de clases con ellos. Algunos cuestionaban nuestra capacidad para sostener el taladro y soldar vigas de acero, pero no les prestamos atención. Las mujeres nos apoyamos mutuamente hasta que nuestros compañeros hombres evolucionaron y comenzaron a apoyarnos también”.
Las mujeres de la promoción de Ghada se convirtieron en las primeras técnicas de sistemas solares fotovoltaicos en Gaza, ella y sus 97 compañeros y compañeras graduadas obtuvieron oportunidades de formación en empresas locales. Ghada se ganó la confianza del dueño de la empresa en la que trabajaba con mucho trabajo y se unió enseguida al equipo principal de la empresa, donde instala, opera y repara sistemas solares fotovoltaicos.
“¡Seguiré estudiando y en algún momento tendré mi propio negocio y seré una embajadora de la energía limpia! (…) La experiencia de entrar en una industria dominada principalmente por hombres fue un desafío, pero me fortaleció. No solo he crecido en términos de capacidad técnica, sino que ahora también soy más segura de mí misma y de mi trabajo. Como hermana mayor de seis niñas, quiero ser un buen modelo para ellas mostrándoles que, cuando una mujer sabe lo que quiere, puede aprender, formarse y alcanzar sus metas”.
Recientemente, en el mes de julio, la exalumna compartió su experiencia como una de las primeras mujeres técnicas de Gaza en energías renovables en la 2ª edición de la Conferencia sobre el Estado Mundial de los Derechos Humanos, organizada conjuntamente por el Parlamento Europeo y el Campus Mundial de Derechos Humanos en Venecia, Italia.
Al intervenir en el panel ‘Mirando hacia el futuro: los jóvenes como impulsores del cambio’, Ghada destacó el papel crucial de UNRWA en su educación: “Pasé la mayor parte de mi educación en escuelas administradas por UNRWA. Regresé a UNRWA para estudiar en el Centro de Capacitación de Gaza, uno de los centros de capacitación vocacional más grandes operados por la Agencia que prepara a los refugiados y refugiadas de Palestina con habilidades muy valiosas”.
También abordó los desafíos que enfrentan los jóvenes en la región, donde la economía y la capacidad para crear empleos están hundidas, un contexto que ha influido negativamente en el desarrollo de una sociedad altamente cualificada y educada. »A pesar de tener un alto nivel educativo, los jóvenes se enfrentan a la perspectiva del desempleo, siguen dependiendo de sus familias y aislados del mundo exterior, en lugar de conseguir forjar un futuro independiente», explicó Ghada.
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