Solo la presión social puede acabar con una guerra injusta. España no solo debe dejar de vender armas a los países que violan los derechos humanos y enviar ayuda humanitaria, sino que también debe utilizar a la diplomacia para que, entre otras cosas, se finalice el bloqueo humanitario contra la población yemení.
Finalmente, la terrible crisis que vive Yemen fue objeto de debate. El pasado lunes se debatió en la Comisión de Defensa una Proposición no de Ley (PNL) presentada por el diputado de Unidas Podemos, Roberto Uriarte. En el texto presentado se abordaba la gigantesca crisis humanitaria que vive el país, la venta de armas a la Coalición Saudí y el papel que debe jugar la diplomacia española en aras de promover la paz.
Como bien recordó el Centre Delàs, este debate era “necesario y muy tardío”. No obstante, la magnitud de la catástrofe humanitaria en Yemen este año 2020 lo hacía más urgente. La intensificación de los combates, las inundaciones producidas por todo el país, la llegada del coronavirus y la decisión de la comunidad internacional de dejar de financiar programas humanitarios esenciales para la población, ha servido para llevar la crisis humanitaria en Yemen a un empeoramiento extremo. Algo que son palabras mayores. A pocos días de que acabe el año, quedan 1.700 millones de dólares por enviar. Se trata de la mitad del plan de 2020, un plan que, hay que recordar, ha sido recortado un 20% con respecto al año pasado.
Precisamente, la exposición de motivos de la PNL se refería directamente a ello. “Los informes de las organizaciones de derechos humanos han constatado y publicado importantes indicios de que Arabia Saudí estaba cometiendo crímenes de guerra en Yemen […]. Por contra, España apenas ha contribuido a financiar programas humanitarios en Yemen”. “Poco más de 300 mil euros” en lo que va de año. Durante este año 2020, el gobierno de España se ha desentendido completamente del sufrimiento de millones de personas, dado que, además de no haber destinado apenas ayuda humanitaria, ha autorizado la venta de armamento a Arabia Saudí en el 2019 por valor de “392 millones de euros”. Para el diputado de ERC, Nuet Pujals estas “cifras me hacen poner rojo: de ira y de vergüenza”.
Estos hechos muestran la poca credibilidad que tiene el Partido Socialista, confirmada cuando el diputado, Héctor Gómez Hernández, después de hablar de que 24 millones que de yemeníes necesitan ayuda humanitaria, presentara una transaccional para que el gobierno “considerase” en vez de que destine inmediatamente ayuda humanitaria, y para alejar el compromiso de prohibir la venta de armas a países que violan flagrantemente los derechos humanos.
Es cierto que se pudo apreciar otro tono, pero el propósito era difuminar el contenido y alejar lo máximo posible la prohibición de la venta de armas a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, consiguiendo que la PNL aprobada se diluya para (probablemente) no comprometer grandes intereses económicos con la monarquía saudí. No olvidemos que, para el poder en España, el contrato de los 1.800 millones de euros para vender las corbetas es una razón más de peso, que los 300 mil muertos desde el comienzo de la guerra, cifra descomunal a la que hizo mención Iñarritu.
Finalmente, Unidas Podemos, ERC y Bildu aprobaron la PNL para mantener vivo el debate. La transaccional al punto 2 del PSOE decía que “si se tuviese conocimiento o existiese riesgo de un uso indebido de los materiales exportados el gobierno aplicará el artículo 8 de la ley 53/2007”. A este respecto, Iñarritu ha recordado que se tiene constancia del empleo de armas españolas en la guerra de Yemen, haciendo alusión la investigación conjunta del 5 de agosto de eldiario.es y Greenpeace.
El ligero cambio del Partido Socialista queda de forma manifiesta cuando el diputado del Partido Popular, Fernando Gutiérrez Díaz reprochó al PSOE no apoyar lo suficiente los criterios que se tienen a la hora de autorizar la venta de armas. Parece bastante claro afirmar que, si el Partido Socialista tiene poca intención de prohibir la venta de armas, la derecha tiene aún menos. Esto se pudo ver muy bien con las declaraciones del diputado de Ciudadanos, Miguel Gutiérrez, que calificó de “inaceptable” la exposición de motivos y lo calificó de “sarta de mentiras”.
El enfado se debía a que, en la exposición de motivos presentada por Uriarte, se hacía alusión a que en el 2015 el gobierno de Mariano Rajoy había autorizado una venta de armas como “forma de prestar apoyo logístico a la intervención” y a que el rey Felipe VI habría llamado a la monarquía saudita para manifestar su apoyo en la guerra. De igual modo, se criticaba a la diplomacia española porque “parece ser que se eligió otra estrategia que tenía más en cuenta intereses como los grandes acuerdos en infraestructuras y en armamento”.
No obstante, el sectarismo y la falta de lógica interna también vino por parte de Fernando Gutiérrez Díaz, después de decir que “la primera víctima de todo conflicto es la verdad”. Fruto de no conocer bien la realidad de Yemen, llegó a reivindicar organismos internacionales en los que participa España, tales como los de Naciones Unidas (haciendo alusión a la ley 53/2007), frente a los “análisis de ciertos periodistas”, sin darse cuenta que la propia ONU ha criticado el papel de Occidente en la venta de armamento a los países de la Coalición saudí y ha comparado el comportamiento de los países occidentales con el papel de Irán. No obstante, VOX volvió a superar cualquier expectativa cuando el diputado Agustín Rosety afirmó que Arabia Saudí ejercía su derecho de defender sus “intereses vitales”, frente a los ataques de los hutíes.
En definitiva, que se produjera un debate sobre una de las peores catástrofes del siglo XXI es positivo, un pequeño paso, pero insuficiente. Hay que felicitar a la UP, E.H Bildu y ERC, pero recordarles que todavía queda muchísimo por hacer. Como era de esperar, salvo alguna excepción, los medios de comunicación volvieron a implementar un significativo silencio consiguiendo que el Gobierno tenga más fácil seguir ignorando el sufrimiento que viven una población de 30 millones de personas.
Francamente, el apagón no sorprende nada. Tengamos en cuenta que prácticamente ningún medio ha sido capaz de asociar la huida del rey Juan Carlos a Emiratos Árabes Unidos, con la guerra de Yemen. Un país que no ha tenido reparos en masacrar al país más pobre de la región y que tiene el dudoso honor de ser junto con Arabia Saudí el que más ha destrozado a la población yemení.
Esto tiene consecuencias nefastas. El público general no sabe que hay sospechas más que fundadas para hablar de que se está consintiendo un genocidio. Es por esta razón que solo la presión social puede acabar con una guerra injusta. España no solo debe dejar de vender armas a los países que violan los derechos humanos y enviar ayuda humanitaria, sino que también debe utilizar a la diplomacia para que, entre otras cosas, se finalice el bloqueo humanitario, ejecutado por la Coalición para matar de hambre a la población yemení. Como siempre, las organizaciones en defensa de los derechos humanos nos han mostrado el camino, pero ahora nos toca el turno de empujar al resto. Un gobierno democrático es incompatible con patrocinar y financiar la mayor catástrofe humanitaria del mundo.