El Gobierno ruso dio su respaldo a la ratificación del Protocolo de Kioto, y próximamente enviará el proyecto de ley correspondiente a la Duma o Cámara baja del Parlamento. Se espera la ratificación (a pesar de la oposición de algunos círculos) ya que la Duma está controlada por Rusia Unida, el partido progubernamental. Para que […]
El Gobierno ruso dio su respaldo a la ratificación del Protocolo de Kioto, y próximamente enviará el proyecto de ley correspondiente a la Duma o Cámara baja del Parlamento. Se espera la ratificación (a pesar de la oposición de algunos círculos) ya que la Duma está controlada por Rusia Unida, el partido progubernamental. Para que cumplir con Kioto sea obligatorio, los países industrializados que lo ratifican deben reunir el 55% de los gases de efecto invernadero emitidos en el mundo en 1990. Ahora, gracias a Rusia, ese índice se verá por fin alcanzado y sobrepasado.
La aprobación dada por el Gobierno ruso al Protocolo de Kioto era esperada después de que el presidente Vladímir Putin insinuara hace unos días que estaba a favor de su ratificación. Putin tomó la decisión a pesar de la feroz oposición de su asesor económico, Andréi Ilariónov, quien ha advertido que si el Protocolo entra en vigor gracias a Rusia, ésta no podrá cumplir con la principal meta económica que ha puesto el presidente, a saber, duplicar el Producto Interno Bruto en los próximos 10 años. Los pros y los contras de la ratificación del acuerdo han sido objeto de debates acalorados en Rusia.
Víktor Jristenko, ministro de Industria y Energía, dijo en la reunión del Gobierno, compartir el escepticismo respecto a la ratificación del documento tanto por razones políticas como económicas, pero señaló: ‘El Protocolo de Kioto supone la formación de un nuevo sector en el mercado global, interesante y prometedor’. Jristenko se refería a la venta de los derechos de emisiones de gases de efecto invernadero. Rusia emitía el 17,14% de dichos gases en 1990 (año base de la contabilidad del protocolo), y en 1998 se calcula que había descendido al 7%, con lo cual estaría en condiciones de vender parte de su cuota a los países que no alcanzasen sus objetivos de control de emisiones. Para el asesor económico Ilariónov hay una relación directa entre la restricción de emisiones y la limitación del crecimiento del PIB, que de cumplirse el protocolo no será mayor de un 2,5% anual.
‘La decisión es política, no es algo que hagamos con gusto’, dijo Ilariónov acerca del respaldo dado ayer al protocolo.
Presiones de la UE
Rusia estaba siendo fuertemente presionada por la UE para ratificar Kioto. El Kremlin ya había dado a entender que accedería si era aceptada en la Organización Mundial de Comercio. Ahora que el ingreso de Moscú ha sido apoyado por Europa, Putin ha decidido que es hora de ratificar el documento.
El primer ministro, Mijaíl Fradkov, que se encuentra en La Haya preparando la cumbre Rusia-UE prevista para el 11 de noviembre, declaró que ‘la discusión está abierta y seguramente el debate en la Duma no será sencillo’. A fines agosto, Fradkov escribió una carta a Putin en la que afirmaba que el protocolo ‘no está científicamente fundamentado y es ineficaz’. La carta iba acompañada de los cálculos realizados por el Instituto de Análisis Económico, que mostraban las consecuencias negativas que la ratificación tendría para Rusia. Para Fradkov ha sido un alivio que la reunión del Gobierno ruso que debía aprobar el protocolo no estuviera presidida por él, sino por el viceprimer ministro, Alexandr Zhúkov.
Los grupos ecologistas han aplaudido la decisión de Moscú. ‘Mientras el mundo es azotado por tormentas, inundaciones y sequías, el presidente Putin nos ha conducido a un punto de crucial importancia para la Historia humana’, afirmó ayer Greenpeace. Esta organización recuerda que aunque EE UU emite una quinta parte de los gases de efecto invernadero, ‘la Administración Bush se ha negado a apoyar los esfuerzos para combatir el cambio climático’, y subraya que las metas del protocolo no podrán alcanzarse si Washington no lo asume.
Entre los principales opositores a la ratificación se encuentra la Academia de Ciencias rusa, cuya dirección ha enviado dos cartas a Putin (la última el lunes pasado) en las que asegura que el Kioto ‘no responde a los intereses de Rusia y sus exigencias tienen un carácter discriminatorio’. Los diputados contrarios al documento tratarán de subrayar precisamente ese carácter discriminatorio y probablemente intentarán introducir condiciones a la ratificación.
Rusia, según el protocolo, se compromete a mantener en 2008 al 2012 las emisiones de gases de efecto invernadero en los niveles de 1990, pero algunos especialistas consideran que para el 2010 ya los puede haber sobrepasado. De ahí que sus posibilidades de venta de cuotas puedan desaparecer en un período relativamente corto, argumentan. Tampoco es seguro que pueda venderlas, dicen los opositores, ya que el principal potencial comprador, EE UU, se ha negado a ratificar el documento y la UE tendrá un mercado interno que dará preferencia a los vendedores que forman parte de ella o que son candidatos al ingreso.