«Nosotros vamos a apoyar que se siga un camino parecido [al de Alemania] en España», decía en septiembre de 2010 la presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez. «La decisión [de Alemania] no puede ser trasladada a otros países por su carácter coyuntural», afirmó el pasado lunes. Entre medias, Alemania ha dejado de ser un […]
«Nosotros vamos a apoyar que se siga un camino parecido [al de Alemania] en España», decía en septiembre de 2010 la presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez. «La decisión [de Alemania] no puede ser trasladada a otros países por su carácter coyuntural», afirmó el pasado lunes. Entre medias, Alemania ha dejado de ser un referente para la industria atómica y se ha convertido en el monstruo al que hay quedesacreditar para evitar que otros gobiernos, como el español, sigan sus pasos.
El lunes, 30 de mayo, el Ejecutivo de Angela Merkel anunció su plan para cerrar inmediatamente ocho de sus 17 reactores y apagar los demás de aquí a 2022. De repente, el calendario del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero, criticado en su momento por radicalmente antinuclear, parecía tibio.
En su programa electoral, el PSOE se comprometía a una «sustitución gradual de la energía nuclear por energías seguras, limpias y menos costosas, cerrando las centrales nucleares de forma ordenada en el tiempo al final de su vida útil», establecida en 40 años. Según este plan, el apagón en España llegaría en 2028, con la clausura del reactor más joven: Trillo (1988), en Guadalajara.
Ahora, tras el accidente en la central japonesa de Fukushima y el cerrojazo nuclear de Alemania, el Gobierno de Zapatero se enfrenta a una embestida de los antinucleares, que exigen un adelantamiento del apagón atómico. Pero el Ejecutivo «no moverá ni un ápice» su política nuclear, según fuentes del Ministerio de Industria. Tras el cierre de Garoña, previsto para 2013, el próximo reactor en apagarse sería Almaraz I (Cáceres), en 2021. Para entonces, en Alemania sólo quedarán tres reactores en marcha. En España, el doble.
Mañana las principales organizaciones ecologistas del país se echarán a la calle en Barcelona para pedir la clausura «urgente» de los reactores españoles. «El cierre en 2016 es viable, como demostró la Fundación Ideas en 2009», explica José Luis García, portavoz de Greenpeace. «Alemania es un ejemplo de que si se quiere, se puede. Pero el Gobierno español sigue como si no pasara nada», opina. García recuerda uno de los mantras de los antinucleares: la potencia instalada en España alcanza los 100.000 megavatios y menos de 8.000 de ellos son nucleares.
El récord de demanda de electricidad en España, logrado el 17 de diciembre de 2007 con las calefacciones a tope, no superó los 45.000 megavatios. Hay potencia de sobra para cerrar los reactores, sostienen.
«Totalmente negativo»
El portavoz de la Sociedad Nuclear Española, Eugeni Vives, no lo ve tan claro. «Los efectos del cierre de las centrales serían totalmente negativos desde el punto de vista económico, y por el aumento de las emisiones de CO2 y la falta de garantía de suministro eléctrico», señala. La industria nuclear española (Iberdrola, Endesa, Unión Fenosa y HC Energía), agrupada en el Foro Nuclear, se ha encargado de airear en España los argumentos de la germana. Según la Unión de la Industria Alemana, el apagón nuclear costará 33.000 millones de euros e incrementará las emisiones de CO2 en 70 millones de toneladas anuales.
Además, desde que Merkel cerró siete nucleares por dudas sobre su seguridad tras el accidente de Fukushima, Alemania ha tenido que importar electricidad desde Francia y la República Checa y la factura de la luz ha subido un 12%, siempre según la industria.
El exministro de Trabajo Jesús Caldera no compra estos argumentos. Como responsable de la Fundación Ideas, del PSOE, presentó hace dos años un plan para eliminar progresivamente la energía nuclear y adoptar un modelo 100% renovable en 2050, creando por el camino un millón de empleos verdes. Greenpeace planteó en 2007 un escenario similar. Y Ecologistas en Acción ha presentado este año un plan de transición para que España genere electricidad sin carbón y sin nucleares en 2020, a costa de confiar más en el gas natural y de reducir bruscamente la demanda.
A por el voto antinuclear
«Alemania va a demostrar que teníamos razón», se jacta Caldera. Sin embargo, el socialista rechaza que el apagón sea posible en 2016, como Greenpeace atribuye a la Fundación Ideas. «Uno de los escenarios que planteamos era un cierre en 2016 si hubiera habido un desarrollo masivo de las energías renovables. Pero nosotros proponemos lo que el PSOE: un cierre progresivo a medida que los reactores cumplan 40 años», relata.
El diputado Hugo Morán, que se sienta en la Ejecutiva del PSOE, cree que la decisión de Merkel es «electoralista», para pescar el numeroso voto antinuclear alemán. «En España, no hay ninguna razón que justifique ahora adelantar el cierre. La fecha de 2028 no es un capricho de Zapatero, sino que es fruto de un debate técnico y estratégico. Pero si continúa el ritmo de mejora de las renovables, en 2020 podrán sustituir a todas las fuentes tradicionales. Se podría adelantar el cierre».
Fuente: http://www.publico.es/