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Una nueva encuesta del CEO

El independentismo en las opiniones de la ciudadanía

Fuentes: Rebelión

El CEO, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Catalunya, realizó una de sus últimas encuestas, acaso la última, en la primera quincena de junio. La muestra fue de 2.500 ciudadanos. La encuesta oficial, una de las primeras realizadas tras la llegada de los convergentes y unionistas al gobierno catalán, incluye una […]


El CEO, el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Catalunya, realizó una de sus últimas encuestas, acaso la última, en la primera quincena de junio. La muestra fue de 2.500 ciudadanos. La encuesta oficial, una de las primeras realizadas tras la llegada de los convergentes y unionistas al gobierno catalán, incluye una nueva pregunta en el barómetro: «¿cuál sería su voto en un posible referéndum sobre la independencia de Catalunya?».

Una sesgada e interesada lectura de los resultados ha hecho lanzar las campanas al vuelo (o cuanto menos a aparentarlo) en el ámbito nacionalista-independentista catalán. El president Mas ha declarado que el país, cada vez más, va en la línea de ejercer el derecho a decidir, es decir, de ejercer el derecho de autodeterminación del que tanto se mofaban cuando era esgrimido por el PSUC y fuerzas afines, y dentro de eso, prosigue el president de los recortes, hay un consenso general para obtener «una autonomía financiera y fiscal» [1]. ¡Acabáramos, la pela es la pela! Ni que decir tiene que esa autonomía total, esa independencia fiscal, se diga lo que se diga, no hubiera impedido, más bien lo contrario, ni los recortes sociales ni la contrarreforma fiscal (Ley de sucesiones, nueva fiscalidad para rentas superiores) abonada y cuidada con mimo tanto por convergentes como por unionistas y desde luego por sus aliados neofranquistas españolistas. ¡Dios los cría, España y Catalunya los separa aparentemente pero la pela y el euro los junta con fuerte pegamento!

Recordemos la información sobre otras preguntas del barómetro:

Sobre el nivel alcanzado en las relaciones con España la ciudadanía encuestada se manifiesta así: demasiado autonomía, 4,6%; un nivel de autonomía suficiente, 66,5%; un nivel de autonomía insuficiente, 24%; NS/NC: 5%. El resultado se comenta sólo: 2/3 de los encuestados creen que el nivel de autonomía alcanzado es suficiente.

Sobre la relación que debería tener Catalunya con España, un 5,6% están porque Catalunya sea una región española; un 31,8%, una comunidad española; un 33% un estado dentro de una España federal (que, por cierto, no existe); un 25,5% , desea un estado independiente; un 4,1 NS/NC. Vale la pena remarcarlo: sólo un 25,5% de la ciudadanía consultada, a pesar del sentimiento creciente de incomprensión por parte de otros territorios del Estado, incomprensión agitada desde luego, sin generación espontánea, 1 de cada 4, sólo 1 de cada 4 aboga por un «Good bye Spain».

La nueva pregunta del barómetro, no incluida en anteriores encuestas del CEO, ha tenido una formulación como la siguiente (o próxima a ella): «¿Cuál sería su voto en un posible referéndum sobre la independencia en Catalunya?». El resultado obtenido ha sido el siguiente: 42,9% votaría a favor; 28,2% en contra, 23,3% de abstendría, 5,2% NS/NC y 0,5% «otras opciones». Es razonable pensar que en el caso de una consulta así, si la situación fuera real, el porcentaje de la abstención se alteraría fuertemente.

Entre el 28,2% que votaría en contra de la independencia, un 42,6% lo haría por preservar la unidad de España; un 12,3% porque piensa que la independencia es inviable; un 18,7% tiene, al mismo tiempo, un sentimiento identitario catalán y español; un 9,7% cree que no sería positivo para Catalunya; un 10,7% es partidario de un proceso globalizador incluyente; un 4% cree que no es hoy un proceso prioritario ni viable, y un 5,2% apuesta por por un estado federal. Hay otras opciones que han tenido porcentajes menores.

Los partidarios, las personas que votarían a favor de la independencia de Catalunya, ese 42,9%, lo harían por las razones siguientes: un 13,8% por el sentimiento de incomprensión ante el hecho catalán por parte del resto del estado; un 13,3% porque cree que Catalunya mejoraría (más prosperidad, mayor libertad); un 11,5% por sentimiento identitario catalán; un 10,4% por conceptualización identitaria de Catalunya como nación; un 10,3% por ganar capacidad de decisión; un 7,1% por aumentar la capacidad de autosuficiencia; opciones menos votadas y el 36,4%, el mayor porcentaje dentro de la opción, por «capacidad y deseo de autogestión económica», el nudo donde el nacionalismo conservador ha puesto énfasis en los últimos años. No por nacionalismo identitario ni por catalanismo político-cultural sino porque de este modo, con Catalunya como Estado-nación, se «viviría mejor», se «tendrían más cosas, más propiedades». Los andaluces, extremeños, aragoneses et alteri nos chupan la sangre y se quedan con nuestras riquezas. Ha calado el mensaje, y no sólo entre las clases medias catalanas.

Sea como fuere, es necesario apuntar que los resultados de esta pregunta no parecen totalmente consistentes con otras respuestas, que la encuesta está hecha sobre una muestra de 2.500 personas, que la opinión de la ciudadanía en este ámbito en una creencia en construcción y que los movimientos identitarios, estrictamente estos movimientos, moverían a un 27% de estos ciudadanos, es decir, a un 11% del total de la ciudadanía.

En la manifestación ciudadana no vinculada a partidos y sindicatos más importante de la historia de Catalunya, salvadas las manifestaciones contra la guerra de Iraq, la presencia de banderas independentistas fue prácticamente nula. Hubieron más, muchas más republicanas. Tal vez eso ha hecho sonar alguna voz de alarma en las instancias oficiales del país. Sin olvidar, por lo demás, que algo se cuece o quieren que hierva: La Vanguardia, por primera vez en su historia, tiene edición catalana, y «la televisión privada» de Catalunya, la de los Godó, está fichando como si se tratara del Madrid de Florentino Pérez (o el Barça de Sandro Rosell por supuesto).

Los ciudadanos que no nos sentimos españoles ni catalanes, ni catalanes y españoles, sino internacionalistas (no cosmopolitas) aunque no tenemos ningún reparo en el ejercicio de ningún derecho democrático, sabemos que queda mucho por hacer para disolver incomprensiones, distancias agitadas y que una España federal republicana de pulsiones socialistas podría ser un marco de convivencia adecuado para todos y todas. Sobre todo, claro está, para las personas más desfavorecidos que en Catalunya también son legión.

PS: Aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza y Tarragona, y que Espriu i Martí i Pol no eran independentistas, me permito indicar que circula por la red una carta, fechada el 29 de junio de 2011, con archivos anexos que no merecen ni siquiera una ojeada, de un tal Llorenç Canyadell i Xapel·lí, president de la Unió Catalaniste de Sabadell, una asociación independentista que aboga por un Estat català. La carta no necesita traducción. Algunas perlas. La UCS ve con preocupación que unas gentes que se llaman «indignadas» hayan adoptado «unas actitudes provocadoras, antidemocráticas y anticatalanas». ¿Anticatalanas? Estas gentes malévolas, precisamente ellas, ponen en peligro «la estabilidad, el prestigio y la cohesión social de nuestro país». ¿La cohesión social de Catalunya alterada por el movimiento de los indignados? No sólo eso, «las mismas instituciones democráticas del autogobierno» están en peligro por ese movimiento desestabilizador, según el president de UCS, quien parece querer apostar por la censura en Internet para poner límites a «tanta irresponsabilidad» anónima. A los intelectuales que apoyan el movimiento del 15-M, el senyor intel.lectual Llorenç Canyadell i Xapel.lí les llama «tontos útiles». ¿A qué les recuerda la expresión?

Su carta, su relación enunciativa de insultos y despropósitos, en versión original, es la siguiente:

«Benvolgudes amigues i benvolguts amics:

La Unió Catalanista de Sabadell, veu amb preocupació, com un grup de gent que s’autodenominen «indignats», han adoptat unes actituds provocadores, antidemocràtiques i anticatalanes, que posen en perill l’estabilitat, el prestigi i la cohesió social del nostre país. També les institucions democràtiques i d’autogovern.

L’existència d’uns canals de comunicació i d’unes xarxes socials que possibiliten la difusió instantània i massiva d’informacions i notícies, permet a minories anònimes, sense cap responsabilitat i amb absoluta impunitat, manipular i difondre consignes que promouen mobilitzacions sense objectius concrets i encara menys aportar solucions viables als greus problemes que patim.

Es promou l’agitació social sense cap més altre objectiu que la desestabilització. Amb la complicitat d’uns intel·lectuals que es consideren progressistes i que es creuen amb la possessió de la veritat, però que en el millor dels cassos son uns vulgars tontos útils al servei de gent espavilada i d’objectius molt concrets que res tenen a veure amb el moviment dels «indignats».

Per aquest motiu us adjuntem 7 articles d’opinió, d’autors coneguts i de mitjans de difusió legals i públics. Esperem que aquestes informacions us ajudaran a conèixer i a donar el valor real d’aquest moviment que alguns mitjans de comunicació, d’una forma irresponsable, han difós més del que pertocava».

Nota:

[1] J. Ramón González Cabezas, «El agravio fiscal dispara el voto independentista en Catalunya». Público, 30 de junio de 2011, p. 22.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.