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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«El interés de esta tradición de la Escuela de Salamanca está en que las revoluciones que instauran la contemporaneidad fueron ‘iusnaturalistas'»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.  *** Seguimos en la segunda parte del libro. Recuerdo a los lectores la situación. Esta parte se titula «La República […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. 

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Seguimos en la segunda parte del libro. Recuerdo a los lectores la situación. Esta parte se titula «La República es una cultura común de vida. Crítica del republicanismo liberal». Abarca las páginas 75-225. Está divida en seis capítulos y un apartado de conclusiones. El primero de los capítulos se titula: «Tres republicanismos y sus momentos históricos». En él seguimos situados. Te refieres aquí, en un determinado, momento a la Escuela Salmanticense. ¿Nos haces un breve resumen de las aportaciones de esta escuela? ¿Por qué tu interés por ella? 

La Escuela de Salamanca es la denominación de una corriente filosófica que aúna la filosofía con el derecho. Tiene por tanto como finalidad reflexionar sobre la organización de la sociedad humana.

¿Cómo, por qué surge? 

La escuela surge como consecuencia de la necesidad de abordar los problemas morales que los cambios sociales que constituyen el inicio de lo que denominamos la Edad Moderna ocasionan: el Estado Moderno, absolutista, y su monstruosa capacidad de sostener guerras de una duración y violencia inusitadas, hasta entonces desconocidas, al poseer ejércitos permanentes, armados con una eficiencia antes incomparable y sostenidos por una hacienda central organizada, inagotable, que aporta sostenidamente recursos y hace que los ejércitos no se disuelvan. Y la colonización, la barbarie de la colonización. Ambos acontecimientos marcaron la historia de la humanidad. La plata americana y el Estado burocrático con su «monopolio de la violencia» convirtieron al mundo, por primera vez en un ente unido: se derrota y se hunde el Imperio turco, etcétera. El cambio tremendo de época es aferrado por estos pensadores que tratan de darle respuesta, desde el «iusnaturalismo» -igualdad universal de todos los seres humanos- y el republicanismo aristotélico: los «derechos de las «repúblicas indias». Posteriormente, este pensamiento, surgido en la universidad de Salamanca, y en las universidades conectadas con la misma -el granadino jesuita Francisco Suárez era profesor de Coimbra, universidad que financiaría sus investigaciones sobre De Legibus, obra que se publicaría en primer lugar, allí, y, en segundo lugar en Lyon, antes que en Castilla-, se desarrollaría y correría por todo occidente: Francia, Holanda, Alemania, Inglaterra…

Soy más concreto ahora. Francisco de Vitoria es el fundador de la escuela y hablaba de cuatro derechos naturales. ¿Qué derechos son esos? ¿Es razonable hablar de ellos muchos siglos después? 

Los derechos son cuatro: derecho natural universal a la libertad, a la vida y los recursos que la sostienen, a la república -el ser humano es zoon politikon, res publica es la traducción de polis- y al tiranicidio. Todo ser humano, por el hecho de serlo tiene estos derechos, «por naturaleza». Incluido el de dar muerte a cualquiera que trate de dañar alguno de ellos, así sea el rey. Son derechos que se suponen otorgados por Dios, y por tanto, no preservarlos es pecado contra Dios. El tiranicidio regicida está tratado por Juan de Mariana. El tiranicidio contra el papa, por Francisco de Vitoria: también la iglesia es una res publica. Ésta, sin embargo, fundada por Cristo, es una república no universal como la humana civil, sino aristocrática: episcopaliana -estas teorías serían episcopalianas, «crudamente radicales» porque dudo que los episcopalianos actuales, los anglicanos británicos, tan mesurados, etc., estuvieran por ningún tipo de tiranicidio; pero es que son monárquicos, no son respublicanos. Serían los obispos los que podrían recurrir en su caso al tiranicidio contra un papa tirano. La fuente del derecho civil es la comunidad de la res publica y, por ello, una ley no reconocida ni aceptada por los hombres es tiranía.

¿Dónde reside el interés de esta tradición? 

El interés de esta tradición está en que las revoluciones que instauran la contemporaneidad fueron iusnaturalistas. Tanto las masas revolucionarias francesas, como sus intelectuales orgánicos, se levantan elaborando, teorizando sus necesidades, auto concibiéndose a sí mismos, según una weltanschauung, una visión del mundo iusnaturalista, trascendentalista, religiosa aún: por última vez. La cultura masiva campesina de resistencia y lucha contra el poder, que se inicia en Francia a fines del XVll, una verdadera cultura comunal de resistencia, o «economía moral de la multitud», que es la que termina desembocando en la Revolución Francesa, de 1789, expresaba, elaboraba sus demandas en términos iusnaturalistas, religiosos, los que los párrocos habían difundido durante siglos, y que era el cuerpo intelectual de que disponían. No fue La Enciclopedia, que era un instrumento burgués y aristocrático, difundido entre clases acomodadas ni las ideas ilustradas, las que permitieron la reelaboración revolucionaria de la experiencia y la cultura de resistencia campesina. Por todo ello, precisamente Antonio Gramsci escribe que la Revolución Francesa fue «una herejía católica». También los cuadros intelectuales, los fieles hasta la muerte al movimiento popular y campesino, personas como Robespierre, como Saint Just, Gregoire, Coupé, muchos de ellos curas, los dos últimos citados por ejemplo, fueron iusnaturalistas. El iusnaturalismo muere con la revolución Francesa, tal como explica en un importante libro Florence Gauthier.

¿En qué libro? ¿Dónde reside la importancia de este libro de Florence Gauthier? 

 El libro, no traducido al castellano, es Triomphe et mort du droit natural en Révolutión. 1789-1795-1802 Ed. PUF, Paris, 1992, aunque sé que hay una reedición posterior ampliada. El libro documenta cómo es el pensamiento iusnaturalista, mejor dicho, la filosofía de derecho natural, es el que inspira la Revolución Francesa, una revolución que se acoge a este pensamiento o se expresa a través del mismo porque es un pensamiento que posibilita la articulación de un proyecto universalista, igualitario, de masas, no un proyecto social nuevo para la burguesía, tal como lo elaboraba el grueso de la Ilustracion, los Filósofos economistas o «Fisiócratas» etc.

Me repito cuando afirmo que era el cuerpo intelectual compartido no solo por los intelectuales, sino que era el pensamiento cuyos rudimentos los párrocos habían difundido durante siglos y, por tanto, el cuerpo intelectual al que accedía el campesinado y las clase sociales subalternas. En el mundo protestante, era la Biblia, en Gran Bretaña, la Biblia de Fisher, creo recordar, el cuerpo intelectual accesible a las clases subalternas que les permitía reflexionar, expresar sus experiencias y reelaborarlas. Gerrard Winstanley, el digger, «oyó la voz de Dios».

La derrota de la Revolución Francesa da paso a la extinción de este pensamiento

Prosigue, te he interrumpido antes. Hablabas de que el iusnaturalismo muere con la revolución francesa. 

En primer lugar y en lo inmediato, lo mata el liberalismo, la nueva ideología orgánica de la nueva clase ascendente, que domina tras la revolución, la burguesía. Sabedora de que el iusnaturalismo ha sido el orgánico, la weltanschauung de las masas populares democráticas, persigue ese pensamiento, lo ridiculiza, lo hace desaparecer. También el desencantamiento del mundo.

A partir de la Revolución Francesa, con la Edad Contemporánea, se impone una nueva experiencia social, y una nueva Weltanschauung o cosmovisión, laica. Hasta entonces, todos los debates y contradicciones del mundo social, las luchas de clases, las nuevas experiencias históricas de las nuevas fracciones sociales históricas emergentes, etc se habían expresado dentro de la cosmovisión religiosa. Unas veces esos resultados de la creatividad humana eran integradas, otras veces no y eran consideradas «herejías». Franciscanos, carmelitas descalzos, jesuitas, o cátaros, valdenses, taboritas, o Luteranos, etc etc. Era la ruptura de la hegemonía.

Tal como insisten dos grandes estudiosos de Gramsci, de su noción de Revolución Pasiva, etc. E.P. Thompson, y Raymond Williams, el ejercicio de la hegemonía consiste no tanto, no sólo, en organizar formas de vida que permitan a los subalternos poder vivir, cuanto en ser capaces de integrar y dar salida a la perpetua creatividad humana generada por los subalternos.

Pero volvamos sobre la historia de la cosmovisión religiosa, de la que forma parte el Iusnaturalismo, que es su elaboración histórica final…

De acuerdo, pero recuérdanos antes brevemente el concepto de revolución pasiva si no te importa. 

 Revolución pasiva es el concepto que elabora Gramsci para explicar cómo la clase dominante es capaz de desarticular el movimiento de masas organizado que lucha por generar una alternativa de orden social y, en consecuencia, cómo es capaz de acoger en su proyecto -cuando lo es-, parte, al menos de las nuevas demandas generadas por las clases explotadas. Cómo las integra y da salida de forma que se vuelva a crear un consenso social. Va acompañado de lo que él denominaba «transformismo». Paralelamente a la integración de parte de las demandas vitales que han sido impulsoras de la movilización, y que son satisfechas, se descabeza al movimiento de masas organizado que luchaba contra el orden social existente. Esto se logra ejecutando una política hacia los intelectuales orgánicos, esto es, hacia las gentes que han dado estabilidad organizativa al movimiento en lucha. A una parte, se les persigue asesina, encarcela o exilia, dentro de una política terrorista general. A otra parte se la integra como personal político o personal en puestos de organización social. Se les ofrece posibilidad de ascenso social. Este ascenso, esta cooptación social, va haciendo que estas personas vayan cambiando paulatina e imperceptiblemente. Queda a lo sumo la vieja retórica, el vocabulario vacío, pero ellos ya no son lo que fueron. El nuevo vivir, la nueva actividad cotidiana desarrolla en ellos una nueva antropología, que se crea día día, pero de forma incontenible. Como surge en el hambriento abandonado en medio de una cordillera, pero que tiene la posibilidad de alimentarse de carne humana la nueva personalidad caníbal -es ejemplo de Gramsci- y acaba no reconociéndose en aquel otro que él había sido, y que se horrorizaba tan solo con la idea del canibalismo.

Otra interrupción. Acabas de hacer referencia a E.P. Thompson. Te copio un breve fragmento de Gonzalo Pontón, de su ensayo La lucha por la desigualdad. Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII, p. 484. El siguiente: «Edward Thompson escribió sobre la profunda alienación existente entre lo que él llamaba cultura patricia y cultura plebeya. No estoy del todo de acuerdo con estas denominaciones: la cultura que la burguesía construyó durante el siglo XVIII era una cultura mercantil, «patricia» si se quiere, pero también era, sobre todo, «plebeya», pues había surgido de la base popular, de la que ahora renegaba, y la impronta de su vulgaridad no dejó de atormentarla durante todo el siglo como un estigma». ¿Algún comentario por tu parte? Como me imagino que no vas a permanecer en silencio largo tiempo, dejémoslo aquí por el momento. 

 Vale, de acuerdo, sigo pensando pero ya sé que voy a responderte.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.