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Notas críticas sobre Misericordia, la última novela de Benito Pérez Galdós

El inútil perdón al burgués

Fuentes: Rebelión

En tiempo de crisis Benito Pérez Galdós escribió Misericordia, y fue entregada a los lectores en 1897, vísperas del definitivo hundimiento del imperio español. Galdós en esta su última novela saca al escenario de sus páginas a una multitud de pedigüeños en la puerta de la iglesia, en los caserones, en las barracas y chabolas […]

En tiempo de crisis Benito Pérez Galdós escribió Misericordia, y fue entregada a los lectores en 1897, vísperas del definitivo hundimiento del imperio español.

Galdós en esta su última novela saca al escenario de sus páginas a una multitud de pedigüeños en la puerta de la iglesia, en los caserones, en las barracas y chabolas donde alquilan camas, jergones y suelos para dormir, las miserias y hambrunas del extrarradio madrileño, y a su lado la burguesía decadente y la iglesia como punto de encuentro y de separación de estos dos estratos sociales.

El mundo de la caridad como la grasa para mantener la miseria, como componente necesario de la sociedad de lacayos y católicos. En oposición a esto se nos dice que la única manera de salvarse vendrá de la suerte, del azar, de la llegada fortuita de una herencia de otro católico que se dedica a mantener la mendicidad; nada productivo, nada transformador en los sostenedores de una sociedad que ellos mismos han agotado. La conclusión es que una vez recogida la herencia por la viuda burguesa empobrecida , ella, que vivía de las limosnas recogidas por su criada, reproducirá el sistema, retomará su posición social y despreciará a quien tanto la ayudó. Parece que no hay salida. La España del XIX es una encerrona. Galdós no habla de las fuerzas productivas, habla de la hipocresía burguesa, de cómo sus representantes miran a otro lado en defensa de sus intereses, de cómo la mendicidad tiene su raíz social clasista en el catolicismo, clasista y antihistórico, de cómo el destino que espera a quienes caen en la pobreza en la España católica es vivir en la miseria. También puede verse como determinismo metafísico del XIX, es decir el mundo siempre ha sido así, las situaciones no cambian en esencia, lo que hay son explotadores y explotados, siempre es lo mismo. Quiere decirse, se niega el proceso histórico dialéctico, no hay superación del conflicto que plantea la novela, se oculta la esperanza de la Historia.

Las revoluciones burguesas en Europa estimularon el concepto del trabajo como valor, y retiraron la caridad como acto vergonzoso. Las revoluciones burguesas, pero en España no hubo revolución burguesa. Sin embargo la decadencia aristocrática absolutista si dejó aparecer formas de vida burguesa, y convivieron y conviven con los restos del mundo enemigo de la sociedad del futuro.

Galdós ve que el mundo en el que vive es un mundo en descomposición y lo registra bajo una patente literaria precursora de la novela moderna; el arte que surge en ese tiempo de cambios es un arte que se basa en la realidad, en la caracterización individual, en la disolución de las articulaciones familiares antiguas y en la generación de «una masa indeterminada», la denomina él. Así su novela se convierte en un estudio de caracteres, a través de los cuales se adentra en el estado social que se vive.

Con el lenguaje propio de la realidad social construye la imagen estética de la realidad, símbolo, y como símbolo significado del momento. La literatura moderna, en consonancia con los cambios, daba de lado a la literatura clásica, escrita para los autodenominados señores, que fijaba su imitación en la Naturaleza para abstraerse del acontecer diario de la vida de las gentes del pueblo. En contra de ese principio de la literatura anterior la derrota de la aristocracia llevó a la burguesía al poder y ésta trajo una literatura con la que se abrió paso la novela moderna, que se erigía llevando consigo la Historia en la obra artística. Y Galdós escribe sobre la sociedad en la que se ve envuelto, no busca la distracción, la abstracción.

Misericordi a toma como puntal a Benina, criada de una viuda burguesa en plena decadencia, que pide en la puerta de una iglesia para poder comprar algo que llevar a la boca de su señora, la hija de ésta y otros más pobres. La novela se adentra en los estados sicológicos y los intereses de cada personaje, recoge las dobleces y las claridades de su condición social, que como especímenes marginales permanecen anclados en la Historia alimentando su carácter, el carácter del Madrid que dibuja Galdós con las primeras líneas: «Dos caras, como algunas personas, tiene la parroquia de San Sebastián, …, mejor será decir la iglesia, …, dos caras que seguramente son más graciosas que bonitas: con la una mira a los barrios bajos, enfilándolos por la calle de Cañizares; con la otra al señorío mercantil de la plaza del Ángel. Habréis notado en ambos rostros una fealdad risueña, del más puro Madrid, en quien el carácter arquitectónico y el moral se aúnan maravillosamente».

Galdós, que había tomado de modelo para escribir a la clase media, decía de ella que era «una fuente inagotable», cuando nos muestra los desechos que producía la sociedad de naciente capitalismo en la que vivía nos induce a pensar en la hipocresía y en la inútil solución que es la caridad, y en la crédula inocencia del pobre engañado, en la baja autoestima del no engañado, en su dependencia, en el inútil perdón al burgués.

Título: Misericordia
Autor: Benito Pérez Galdós
Editorial: Alianza. Sexta reimpresión 2007. Madrid

Ramón Pedregal Casanova es autor de Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Edita Asociación Foro por la Memoria y Fundación Domingo Malagón.