Hace un año, la frustración por los resultados electorales en Túnez y Egipto, el aumento de los casos de acoso sexual denunciados en El Cairo y el desplazamiento a un segundo plano de las mujeres que lucharon durante la revolución, llevó a Yalda Younes, una bailarina de flamenco libanesa, a crear en Facebook la página […]
Hace un año, la frustración por los resultados electorales en Túnez y Egipto, el aumento de los casos de acoso sexual denunciados en El Cairo y el desplazamiento a un segundo plano de las mujeres que lucharon durante la revolución, llevó a Yalda Younes, una bailarina de flamenco libanesa, a crear en Facebook la página «El levantamiento de las mujeres en el mundo árabe» . Poco después se sumaron a la iniciativa la también libanesa Diala Haidar, la palestina Farah Barqawi y la egipcia Sally Zohney. Desde hace un mes, su campaña en las redes sociales se ha extendido y ha incitado a ciudadanos de casi todos los países árabes a iniciar, de forma pública y abierta, un debate -el de la condición social de la mujer en el mundo árabe- obviado durante años.
La campaña invita tanto a mujeres como a hombres a fotografiarse con un cartel que explique las razones por las que apoyan el levantamiento de la mujer en el mundo árabe. La respuesta ha sido abrumadora: hasta el momento han recibido instantáneas de casi todos los países árabes. Aun así, Farah y Yalda instan a que las mujeres de Bahréin, Mauritania, Qatar o Somalia se sumen pronto a la iniciativa. Para ellas, la rápida difusión del movimiento se explica por el sentimiento de solidaridad que las últimas revueltas han despertado entre los ciudadanos de diferentes países árabes: «Cuando vimos a Samira Ibrahim en Egipto protestar por la agresión sexual a la que la habían sometido o supimos del suicidio de Amina el-Filali en Marruecos no lo sentimos como algo ajeno, sino que formaba parte de nuestra realidad y de nuestras reivindicaciones».
Además, para satisfacción de las organizadoras, casi la mitad de los participantes son hombres y el proyecto ha recibido una importante acogida en países como Yemen o Arabia Saudí, donde muchas de las mujeres muestran sus reivindicaciones con el rostro descubierto. Comenta Farah que «es impresionante porque, a pesar de que muchas de ellas tienen familias abiertas que las apoyan, no hay que olvidar la sociedad tan conservadora en la que viven».
La variedad en las imágenes (mujeres que se cubren la cabeza o con el tradicional niqab comparten espacio con cuerpos semidesnudos y chicas con piercings, y también con algunos hombres) se corresponde con la diversidad de las consignas. Estas recogen quejas que tienen que ver con la discriminación a la que se somete a la mujer en su vida cotidiana, tanto en su papel en las tareas domésticas (-«Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque no veo por qué tengo que ser yo quien haga la cama de mi hermano»-), como en la limitación de movimiento a la que son sometidas (-«Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque estoy harta de desear cada noche un pene que me permita salir de casa libremente como a mi hermano»-) o las dificultades para emanciparse sin estar casadas (-«Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque no pude completar mi carrera en el extranjero ya que soy una mujer y según mis padres y la sociedad, las mujeres no pueden vivir solas en el extranjero a menos que estén casadas»-).
Muchos carteles se centran en la violencia sexual y la impunidad en la que quedan muchos de estos crímenes como manifiesta Talah desde Palestina: (-«Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque todavía vivo en un sitio donde el hombre que me violó está felizmente criando a su familia mientras yo me hundo en la amargura porque soy una mujer, soy malvada y seduzco a los hombres incluso si tengo once años»-). En algunas ocasiones la ausencia de condenas por agresiones sexuales se debe al concepto social de honor y, en otras, a la legislación de los diferentes países. Para Yalda Yunes, uno de los aspectos más importantes es que muchos participantes aportan datos de un sistema legal injusto y discriminatorio y así, «la gente está recibiendo información importante: cuáles son las leyes que marginan a las mujeres, por ejemplo». Ejemplos de estas leyes son la que impide a las madres transferir la nacionalidad a sus hijos, la que permite que se exima al violador de ir a la cárcel si acepta casarse con su víctima o la que convierte al hijo en el protector de su madre, como pone de manifiesto Abdulkareem desde Arabia Saudí: «Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque tengo 16 años y según la ley, soy el tutor de mi madre viuda. ¡Levántate, madre!¡Eres fuerte, eres libre!».
A pesar del éxito, la campaña ha recibido numerosas críticas; lo cuenta Farah: «Nos acusan de ser una distracción de los asuntos verdaderamente importantes o de querer occidentalizar a la mujer». También han causado controversia las fotografías reivindicativas de gais y lesbianas, como la de Jafra desde Palestina: «Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe para poder volver a Palestina y encontrar una novia a la que amar». Algunos seguidores de la campaña han criticado que se mezclen las demandas de las mujeres con las de los homosexuales, otros han abandonado la página de Facebook en la que se reflejan los mensajes por esta razón.
En efecto, la campaña ha superado las reclamaciones de las mujeres para acoger otras que también tienen que ver con la necesidad de crear un nuevo tipo de sociedad: permitir el matrimonio entre parejas de distintas confesiones, crear un nuevo modelo de masculinidad y feminidad u otorgar un nuevo papel a los hombres. En este sentido se pronuncia una mujer desde el Líbanos: «Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque reivindico el concubinato sin estar casada».
Pese a las dificultades, Farah y Yalda se muestran optimistas y decididas a convertir su iniciativa en una plataforma que estreche los lazos entre las diferentes sociedades árabes y permita destacar el papel de la mujer en la revolución pero también en la vida cotidiana: -«Los cambios no son más que positivos. Ya no hay marcha atrás», señalan-. El objetivo de la página de Facebook es que sirva como espacio de difusión y de debate, algo que, como comenta Yalda, ya se está logrando: «Es emocionante ver que la gente dedica un rato a comentar cada fotografía. Esto permite hablar a gente que no lo haría normalmente. Facebook permite comunicarse con personas con las que nunca te pararías a debatir o que incluso te agredirían físicamente al oír tu opinión. El debate está llegando incluso a la gente que no quiere escuchar».
Muchos de los lemas de esta campaña evocan el espíritu de las revoluciones de hace un año al tiempo que critican cómo se ha tratado a las mujeres. Eso es lo que manifiesta Nahka desde El Cairo: «Apoyo el levantamiento de las mujeres en el mundo árabe porque lucharon codo a codo con los hombres y cuando conseguimos independizarnos, les prohibimos salir a la calle después de las ocho de la tarde». Farah lo explica de esta manera: «Después de la revolución las mujeres fueron marginadas, en muchos casos de forma inconsciente. Los hombres decían: no queremos protegeros ni queremos que os acosen en las calles, pero, poco a poco, se pusieron de manifiesto las contradicciones dentro del propio movimiento. Las mujeres no participaron en las protestas porque la revolución necesitara números sino porque son tan responsables de ella como los hombres. Queremos permanecer en primera línea de batalla». Por eso, al preguntarles por sus objetivos a largo plazo las impulsoras de la campaña contestan: «queremos sacarla a la calle pero aún es pronto para hablar de eso».