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El maestro Prieto, adeco es adeco hasta que piensa

Fuentes: Rebelión

no de los pedagogos de Nuestra América más importantes del siglo XX es Luis Beltrán Prieto Figueroa para quien la educación debía responder al interés de la mayoría y en tal sentido habría de ser democrática, laica, gratuita y obligatoria combinando la igualdad de oportunidades y la selección sobre la base de las capacidades del […]

no de los pedagogos de Nuestra América más importantes del siglo XX es Luis Beltrán Prieto Figueroa para quien la educación debía responder al interés de la mayoría y en tal sentido habría de ser democrática, laica, gratuita y obligatoria combinando la igualdad de oportunidades y la selección sobre la base de las capacidades del individuo. Tuve la oportunidad de conocerle en la Plaza Bolívar. Nunca olvidaré su frase «adeco es adeco hasta que piensa». El maestro Prieto, sostenía que el deber ineludible de toda universidad es ser antiimperialista con el compromiso de crear por todos los medios una atmósfera intelectual y moral de libertad, de respeto a las ideas ajenas y del saber por el saber, en que la autoridad sólo se establezca en las personas que en ella hacen vida por su apego a la verdad, por su pasión científica y por su dedicación sin reservas a la cultura y a la nación.

En «El Estado docente» decía: «Hay que luchar por el establecimiento de un régimen de igualdad, donde el poder económico esté en las manos del pueblo mediante el control de las industrias básicas y las palancas del poder económico del crédito, representado en los bancos, donde la tierra laborada por los campesinos, organizados en grandes cooperativas produzca para todos y no para beneficio de una casta. Una estructura económica así organizada devolvería a la democracia su prístina esencia de régimen de la mayoría organizada de los que generan la riqueza. En ella el pueblo liberado de la coyunda oligárquica puede organizar las escuelas para formar ciudadanos y no ‘lacayos sumisos’ ni ‘trabajadores’ para producir a las órdenes de un amo». Es precisamente el imperialismo el que lo saca de su juego electoral como queda evidenciado en palabras de Rómulo Betancourt a finales de 1967 «Pero es que Prieto se ha vuelto loco; ¿es que acaso él podría gobernar sin el consentimiento de Washington? Prieto también vive contaminado por la fiebrecita de ese hipócrita izquierdismo, producto no de principios sino de un resentimiento secular, que sudan pero que nunca pasan, quienes se han amamantado en las ubérrimas ubres de la ambición grupal. Él no entiende acaso que quienes determinan el poder no lo quieren para nada: la iglesia lo odia, en las Fuerzas Armadas no lo tragan, en los medios de comunicación lo muestran horriblemente feo, sin ninguna gracia personal, los empresarios lo harían papilla a las primeras de cambio creándole desabastecimiento y una espantosa especulación» y culmina preguntándose «qué se ha creído, que los americanos lo dejarían gobernar; es que ya me lo han dicho: al negro no lo queremos«.

En una entrevista publicada en El Universal el 27 de septiembre de 1968 el Maestro Prieto diría «Creo que nunca he sido adeco, si por ello se entiende un hombre que usa el poder para perseguir a la colectividad para su propio beneficio. No soy adeco, si por ello se entiende al político que emplea la fuerza para destruir a sus enemigos. Es la negación de lo que yo he sido y soy». El maestro Prieto transformó la vieja Escuela de Artes y Oficios para Hombres en Escuela Técnica Industrial el 10 de julio de 1947 y cofundó el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) en 1959. Fue maestro de primaria desde 1920; de secundaria desde 1932; y universitaria desde 1936 y su actividad la complementó siempre con una intensa labor intelectual difundida en periódicos, revistas y libros. El Maestro Prieto abordó una realidad que le era angustiante, y le retaba a su propio quehacer y concepción ética.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.