El antiguo pueblo zapoteco de casas de adobe pintadas con cal y techos de teja, enclavado en una ladera de la Sierra Madre Occidental, no podría estar más alejado de los laboratorios estadounidenses donde los científicos crean variedades de maíz transgénico. Es la cuna del maíz, donde los mitos prehispánicos lo describen como un regalo […]
El antiguo pueblo zapoteco de casas de adobe pintadas con cal y techos de teja, enclavado en una ladera de la Sierra Madre Occidental, no podría estar más alejado de los laboratorios estadounidenses donde los científicos crean variedades de maíz transgénico.
Es la cuna del maíz, donde los mitos prehispánicos lo describen como un regalo de los dioses y donde los cocineros lo preparan para que sea servido en cada comida. Así que el descubrimiento de maíz transgénico en las parcelas del poblado, desató un furor nacional sobre lo que muchos ven como un ataque de los agronegocios estadounidenses, al cultivo que se encuentra en el corazón de la identidad mexicana.
«Para nosotros, el maíz está en todo: tacos, tortillas, pozole», afirmó Miguel Rodríguez, maestro local que participa de manera activa en asuntos comunitarios. «Es sagrado».
Luego, en muestra de desconfianza ante las garantías del Gobierno después de una década de libre comercio que prácticamente ha despoblado el campo mexicano, preguntó: «¿qué hace el Gobierno para hacernos autosuficientes?».
La respuesta fue una controvertida ley de bioseguridad aprobada por el Congreso mexicano en febrero, una medida que ha dividido a los científicos del país. El tema también ha puesto a Washington en alerta, en actitud cautelosa ante cualquier amenaza a los cinco millones de toneladas métricas de maíz que los campesinos estadounidenses exportan cada año a México.
Después de varios años de estudios, un panel internacional de expertos encontró que los riesgos del maíz transgénico para la salud, el ambiente y la biodiversidad eran ahora muy limitados. Sin embargo, después de un forum público realizado en el estado de Oaxaca, el panel dio especial consideración a los argumentos de proteger el maíz. Recomendó que México reduzca las importaciones de maíz transgénico y lo muela en cuanto entre al país, para evitar que los campesinos lo siembren. Al final, el Gobierno mexicano dejó a un lado la recomendación de molerlo por ser demasiado costoso, pero la nueva ley aún requiere un etiquetado no especificado. En general, las importaciones de maíz estadounidense han permanecido estables.
La respuesta estadounidense al reporte fue inmediata y severa. Llamó al reporte «fundamentalmente impreciso» y afirmó que las recomendaciones no provenían de las conclusiones científicas del panel y socavan condiciones del Tratado de Libre Comercio (TLC).
Como todos aquí, Ramírez cultiva una pequeña parcela para llevar maíz a su mesa. Según la tradición, cada hogar siembra granos seleccionados y guardados de la cosecha del año anterior. Esta práctica ha creado una diversidad de variedades de maíz, con granos de colores desde casi blanco hasta color vino o negro azulado, lo que hace de México un banco de semillas de maíz para el mundo.
Para muchos en Oaxaca, el maíz transgénico que se filtró de E.E.U.U. fue el último insulto de gobiernos sucesivos, que han acabado con el apoyo a la agricultura campesina y adoptado el libre comercio.
Escrito por Elizabeth Malkin para The New York Times.
Enviado por
Centro para el Desarrollo Indígena (CEDIN)
http://www.cedin.org