Apreciada meta turística por sus virtudes terapéuticas, el mar Muerto está amenazado de muerte, con una situación ecológica «catastrófica» que podría conllevar su desaparición en 2050, según las advertencias de los expertos. Amigos de la Tierra, una organización no gubernamental de Medio Oriente que reúne a ecologistas israelíes, palestinos y jordanos, advirtió del peligro de […]
Apreciada meta turística por sus virtudes terapéuticas, el mar Muerto está amenazado de muerte, con una situación ecológica «catastrófica» que podría conllevar su desaparición en 2050, según las advertencias de los expertos.
Amigos de la Tierra, una organización no gubernamental de Medio Oriente que reúne a ecologistas israelíes, palestinos y jordanos, advirtió del peligro de una «catástrofe ecológica» en el mar Muerto, donde desemboca el río Jordán en medio de un paisaje austero, quemado por el sol y cargado de historia bíblica.
«La situación ecológica es catastrófica. En 50 años, el mar Muerto perdió un tercio de su superficie y su nivel de agua sigue descendiendo rápidamente», declaró Gideon Bromberg, responsable de Amigos de la Tierra.
Situado a 412 metros por debajo del nivel del mar Mediterráneo, tiene una extensión de 50 kilómetros de longitud por 17 kilómetros en su parte más ancha y es famoso por tener las aguas más saladas del mundo, con una salinidad del 33% que equivale a diez veces la de los océanos.
La importante evaporación de agua de su superficie estuvo compensada hasta ahora por las aguas del Jordán. Sin embargo, el desvío del caudal del río por motivos agrícolas, hidroeléctricos o de consumo humano, además de la construcción de diques de evaporación para la explotación de las sales minerales del propio mar Muerto, se ha traducido en una disminución del nivel de su superficie de alrededor de un metro por año desde hace más de dos décadas.
«Por el momento no se ha establecido nada concreto» para hacer frente a la situación, explicó Bromberg, que subrayó que el mar Muerto ha perdido el 98% de la aportación de agua dulce del Jordán, que se ha transformado en un «auténtico cuentagotas».
Las consecuencias son especialmente graves para las costas de la parte israelí, al sur del mar Muerto, y Palestina, concretamente Cisjordania, en la parte norte.
Anualmente aparecen nuevas grietas que obligan a las autoridades a prohibir el acceso a partes enteras del litoral, mientras que los centros de curas de bienestar que explotan las fuentes termales, como el de Ein Gedi, al sur de Israel, han visto cómo el mar se ha retirado unos 2 kilómetros.
«Constatamos 1.650 agujeros y grietas, algunos de ellos de varias decenas de metros de profundidad», aseguró el geólogo Eli Raz, especialista en el mar Muerto.
Casi todos esos agujeros se hallan en zonas de acceso prohibido al público y, en principio, no amenazan la seguridad de las infraestructuras turísticas y hoteleras de la zona, según Raz.
Los agujeros y las grietas tienen su causa en la infiltración del agua de lluvia que disuelve las sales subterráneas.
La situación política actual tampoco contribuye a la puesta en marcha de medidas de vigilancia y protección.
En julio de 2005, el Banco Mundial anunció que Jordania, Israel y la Autoridad Palestina lograron la financiación de un estudio de factibilidad de un gigantesco proyecto para construir un canal de unión entre el mar Rojo y el mar Muerto.
Con una duración prevista de 24 meses y un coste de 15,5 millones de dólares, el estudio obtuvo la financiación de Japón, Estados Unidos y algunos países europeos como Francia, Italia, Noruega y Suecia.
El proyecto, además, no cuenta con el beneplácito de los ecologistas, que temen una perturbación del equilibrio natural del mar Muerto teniendo en cuenta que se aportaría agua salada en vez de dulce como la del Jordán.
Por eso, si en los próximos años no se toman medidas serias, los expertos aseguran que el mar Muerto estará seco en 2050.