A estas alturas quedan pocos supervivientes de la guerra de España 1936-1939 -que los vencedores la han definido como una guerra civil cuando en realidad ha sido un golpe de estado que se alargó por tres años. Un acontecimiento que partió en dos la historia de España en el siglo XX y cuyas repercusiones se […]
A estas alturas quedan pocos supervivientes de la guerra de España 1936-1939 -que los vencedores la han definido como una guerra civil cuando en realidad ha sido un golpe de estado que se alargó por tres años. Un acontecimiento que partió en dos la historia de España en el siglo XX y cuyas repercusiones se sienten hasta nuestros días. Nosotros tenemos el privilegio de estar sentados frente a Vicent Almudéver que es la historia viva, memoria y presente y no un archivo o una pieza de museo.
Vicent Almudéver fue uno de esos jóvenes que asumió el reto hace 81 años de sumarse al Ejército Popular de la República para hacer frente al golpe de estado fascista. Eran otros tiempos en que se imponía el idealismo y la utopía libertaria. Y no solo eso sino llegado el caso hasta ofrendar la vida. Ante una situación socio-política insostenible la derecha más reaccionaria se propuso derribar el gobierno del Frente Popular recién elegido. A pesar de todos los obstáculos la naciente a República comenzaba a forjar una sociedad más justa e igualitaria. Estaba en marcha un proceso revolucionario comprometido con erradicar el analfabetismo y la servidumbre feudal. Por fin se podía hablar de una democracia participativa después de siglos de oscurantismo y opresión. Ahora los obreros, trabajadores y campesinos comenzaban a ser los protagonistas de su propia historia.
Hoy hay fiesta y jolgorio en el pueblo mártir de Rimont, Ariège, Francia, quemado por los Nazis en su huida en 1944. Celebramos el onomástico de un hijo pródigo de la República española que tuvo que asilarse -como otros miles- en Francia tras la retirada. El miliciano Vicent Almudéver originario de Alcàsser en Valencia cumple 100 años y este es un motivo más que suficiente para celebrarlo por todo lo alto. Las banderas republicanas adornan la sala de fiestas del ayuntamiento de Rimont que se ha vestido de gala para acoger cientos de invitados venidos desde distintos puntos de Francia y también del estado español.
En comunión fraterna se ha reunido su familia, su mujer, sus hijos, sus nietos, sobrinos hermanos -que le sobreviven- y los invitados para homenajearlo. Pletórico de alegría este noble miliciano se mantiene en guardia con los cinco sentidos sin perder una pizca de lucidez.
Vicente Almudéver no nació para ser soldado ni un guerrero, él se vio obligado a empuñar las armas en el verano de 1936 en defensa de su amada República y, por supuesto, en defensa de su propia familia y de su pueblo. En ese entonces el joven Vicent Almudéver junto a su hermano Josep sin dudarlo un instante decidieron enrolarse en las filas de las Juventudes Socialistas Unificadas de Valencia. La sólida formación que les fue inculcada por sus padres y la educación que recibieron en Francia- la escuela laica francesa forjó en ellos una conciencia revolucionaria de libertad, igualdad y fraternidad. Sin que existiera de por medio ninguna recompensa monetaria los movía ese apasionamiento y ese entusiasmo difícil de comprender en estos tiempos en que se impone el materialismo capitalista.
La vejez no ha rendido a este hijo de Alcàsser (Valencia) el paso de los años no ha hecho claudicar a este gran combatiente sino muy por el contrario aún mantiene en sus ojos ese brillo adolescente que refleja lo implacable de sus convicciones. Abre una botella de vino y sirve sendos vasos a sus amigos. ¡Viva la república! No fue un traidor, no se vendió y sin dilaciones asumió la derrota con honor e hidalguía. Asistimos estupefactos a esta ceremonia insólita de consagración, a una liturgia republicana en tierra extraña con el puño en alto, la frente altiva y, sobre todo, con mucha dignidad. Él dice que volvería a empuñar las armas si se encontrara en el mismo trance en defensa de los más humildes y miserables. No ha perdido la fe en que el comunismo ha sido el sistema que mejor ha sabido reivindicar las aspiraciones de los obreros y campesinos. La Revolución de Octubre también cumple 100 años y esto es algo que no puede pasar desapercibido. Sus ojos se encharcan de lágrimas cuando le entregan una carta de felicitación llegada desde México remitida por la hija del Teniente Coronel Tagueña (fallecido en 1970) en la que le comunica la inmensa alegría que le inspira su onomástica: «Es un ejemplo al mundo el haberte mantenido fiel a tus ideales. Papá no puede celebrarlo contigo físicamente pero estoy segura que estaría encantado acompañarte en este homenaje de tus cien primeros años. Gracias por tu lucha y ejemplo» Los nazi-franquistas a la muerte del dictador inmediatamente se disfrazaron de demócratas y juraron fidelidad al monarca Juan Carlos I. Por arte de magia se les consideran los padres de la «transición» (restauración borbónica), ellos fueron los que iluminaron la paz y la libertad, ellos fueron los que cimentaron la reconciliación entre los españoles.
Almudéver desde el exilio contemplaba como tras la muerte del dictador los fascistas iban disfrazándose de demócratas. Los lobos con piel de oveja para no perder sus privilegios, no solo políticos sino también en el ámbito económico, descaradamente se fueron acomodando a los nuevos tiempos. Decididos a consumar sus planes apelan a las urnas y en 1976 se aprueba el proyecto de ley para la reforma política. Al año siguiente se convocan elecciones generales para elegir al presidente en las que sale vencedor el destacado miembro de la Falange y ex ministro del antiguo régimen Adolfo Suarez. Acto seguido el rey don Juan Carlos lo nombra su gran chambelán. El 6 de diciembre de 1978 la Constitución fue ratificada en un referéndum con el 91,8 % de votos afirmativos. A esos obreros, a los campesinos, a los sindicalistas, a los estudiantes, a los luchadores que soportaron 40 años de feroz dictadura no constan ni se les tiene en cuenta. La oposición interna y clandestina el Partido Comunista, el Partido Socialista, los anarquistas, los sindicatos, los maquis, los presos, los torturados, los fusilados, los desaparecidos, los miles y miles de exiliados son meros figurantes sin ningún protagonismo. Los héroes y padres de la patria son el rey Juan Carlos, Torcuato Fernández Miranda, Adolfo Suarez y hasta don Juan III, el padre traicionado por su hijo Juan Carlos I. El pueblo español pasó de una dictadura a la tutela de un monarca. Por ley ahora tienen que rendirle honores a la misma bandera franquista con la corona borbónica y ponerse firmes al escuchar la Marcha Real impuesta también por el mismísimo caudillo.
Juan Carlos I fue coronado rey de España sin haberse sometido al refrendo de las urnas. En un hipotético referéndum entre monarquía o república según los expertos en demoscopia ganaría la monarquía. «Los españoles han sido manipulados por la propaganda mediática» -añade compungido- su hermano Josep Almudéver, el brigadista internacional.
El general golpista Franco quien asesinó, torturó, encarceló y fusiló a miles y miles de españoles, quien causó el desplazamiento y el exilio de otros tantos miles o millones quizás sigue cabalgando victorioso a la grupa de su caballo cuatralbo «zegri».
Pero de nada valen las quejas, los gritos o las imprecaciones. Democráticamente es inviable cambiar la actual Constitución y el sistema de gobierno. Los dos grandes partidos como el PP como el PSOE sustentan la monarquía y se han aliado para eternizarla.
Vicent Almudéver sigue diariamente los sucesos políticos que acontecen en España a través de la radio, la prensa y la televisión. Y eso le provoca mucha rabia y desconsuelo. En todo caso ha cumplido 100 años y no se va a doblar la cerviz a estas alturas de su vida. Por eso cumple a rajatabla la consigna de la Pasionaria y de Negrín de resistir y resistir. Esta fiesta republicana parece más bien una liturgia que consagra a los combatientes más veteranos. Arropado por su familia amigos y cientos de vecinos e invitados de distintas organizaciones políticas, asociaciones de antiguos combatientes, de guerrilleros españoles, de los antifascistas, de la resistencia francesa o los maquis, de los brigadistas internacionales. La naturaleza le ha otorgado ese premio de dotarlo de una mente preclara y una salud de hierro. 100 años victoriosos en los que se ha comprometido de lleno con reivindicar la memoria histórica. Él sabe que su misión es la de trasmitir a las futuras generaciones el testimonio de la guerra de España 1936-1939. Nunca se ha cansado de reclamar el advenimiento de la III república y la recuperación total de los principios democráticos coartados por la «Transición». Es quizás junto a su hermano Josep uno de los conferenciante más longevos de España pues es un asiduo invitado a los diferentes actos memorialistas de la Guerra de España 1936-1939.
El bando vencedor ha querido convertir el cruento golpe de estado en una guerra civil fratricida. Pero primero hay que aclarar quiénes fueron los agresores y quiénes los agredidos. Han sido muy astutos con denominar de Guerra Civil a lo que en realidad fue una vil asonada golpista perfectamente planificada por los poderes fácticos (iglesia, terratenientes, cúpula militar, banqueros, aristocracia). El objetivo era destruir a la Republica que pretendía devolverle la dignidad a un pueblo sometido desde tiempos inmemoriales. España tenía que seguir sumida en el oscurantismo medieval, resignados a la obediencia a unas jerarquías y la autoridad impuesta por derecho divino. Oligarcas, aristócratas, señoritos, militares, el clero, los terratenientes, los nobles, los grandes de España, los banqueros y empresarios difícilmente iban a permitirse el lujo de perder sus privilegios ancestrales.
Los «malditos rojos» pretendían instalar la dictadura del proletariado y era necesario lanzar una cruzada para salvar España. Estaba en juego las raíces y las tradiciones más vernáculas, la religión, la familia y la historia imperial de los Reyes Católicos, don Pelayo, el Cid Campeador. Embriagados por la nostalgia de resucitar ese imperio donde jamás se ponía el sol estaban dispuestos al sacrificio supremo en aras de Dios y de la patria. España representaba el reino del Dios en la tierra y ese reino tenía que recuperar el esplendor de antaño.
La rutina del joven Vicent Almudéver en ese infortunado mes de julio de 1936 se limitaba a despertarse todos los días bien temprano para dirigirse junto a su hermano Josep a la plaza del pueblo de Alcàsser a buscar trabajo. Allí permanecían aguardando que algún amo los eligiera para llevarlos al tajo. Por un sueldo irrisorio se dedicaban a recoger naranjas, patatas, segar arroz o limpiar los campos. El dinero que sacaban lo necesitaban imperiosamente para la manutención de la familia. Mucho antes del 18 de julio los pueblos de la comarca ya se estaban preparando para hacerles frente a los golpistas. Y es que con meses de antelación se presentía que algo diabólico tramaban. Los voluntarios se habían movilizado cortando carreteras y levantando barricadas. Vicente Almudéver (padre) era el comandante del comité revolucionario de Alcàsser y el encargado de impartir las órdenes para preservar el orden constitucional. La acción del sargento Fabra en Paterna fue decisiva para boicotear los planes de los sediciosos y entregarle las armas al pueblo. Dignamente Valencia que se mantuvo fiel a la República. La primera misión del joven Vicent Almudéver fue montar guardia con una escopeta de caza en el convento de las monjas. Cuando se estabiliza la situación Vicent junto a su hermano Josep (uno de los últimos brigadistas internacionales) se dirigen a la sede de las Juventudes Socialistas Unificadas de Valencia para enrolarse voluntariamente en sus filas. El pueblo tenía que armarse ante un eventual ataque fascista y por ese motivo asaltaron los cuarteles de la Guardia Civil o las guarniciones militares. Ambos hermanos eran conscientes que debían luchar por la Republica en defensa de los derechos alcanzados en educación, salud, trabajo y bienestar social.
A Vicent en un principio lo envían con un grupo de voluntarios a hacer la instrucción a Aranjuez. Tras unas cuantas semanas de entrenamiento los integran en un batallón ambulante que es trasladado al frente de Sigüenza. Allí les entregan unas cuantas armas y municiones pero no para todo el mundo. A pecho descubierto tuvo su bautizo de fuego. ¿Quizás los estaban preparando para el martirio? Eran demasiado jóvenes para morir inútilmente de una manera tan suicida. No quedaba más remedio que algún compañero cayera para empuñar su fusil. Fusiles muchas veces deteriorados, viejos Mauser de 1896 y de 1916 que a veces ni siquiera disparaban con precisión o los cartuchos estallaban en la recamara. (Más de uno se quedó ciego o tuerto) Cargados con peines de tan solo cinco balas que tenían que utilizar solo cuando tuvieran a corta distancia al enemigo. Estábamos allí -repite 81 años después- por amor a la República, en su honor sacrificábamos nuestras vidas-. «hoy aunque sea con mi bastón me iría al frente» De Guadalajara pasan al Escorial y luego al Pardo donde los integran a la 31 brigada del comandante Dositeo y a las pocas semanas a la III división del teniente coronel Tagueña -con el que estuvo hasta el final de la contienda- Es entonces cuando les reparten las armas y uniformes reglamentarios. Vicent Almudéver participó en distintas batallas como la del Puente de Jarama, la Marañosa, la Granja, el Escorial, Guadarrama, y por último fueron transferidos a cubrir la retirada de las tropas republicanas en el frente de Aragón.
La República se vio obligada a improvisar un ejército, estructurar los mandos y proveerse de armamento, munición y pertrechos (principalmente la Unión Soviética y México). Los golpistas contaban con un ejército profesional bien organizado y mandos formados en escuelas militares -muchos de ellos curtidos en las guerras contra los nativos rebeldes del protectorado español de Marruecos. Además los nacionales recibieron armamento moderno, tanques, aviación, unidades navales, asesores y tropas por parte del fascismo italiano y el nazismo -sus incondicionales valedores.
El bando nacional contaba con unidades de élite como la Legión, el Tabor de los tiradores de Sidi Ifni, el IV Tabor de Larache, los regulares de Ceuta y Melilla -soldados indígenas marroquíes al mando de los españoles y obligados a intervenir en la santa cruzada contra los ateos y paganos comunistas que no solamente quemaban iglesias sino que también pretendían destruir las mezquitas y mancillar el sagrado Corán (Según la versión de sus superiores)- Además la unidad de España que estaba amenazada por los movimientos separatistas en Cataluña, el País Vasco, en Galicia y Andalucía. Y esta afrenta no se podía tolerar.
Franco como capitán general de Canarias voló en el Dragón Rapide desde las Palmas hasta Tetuán para ponerse al frente del «glorioso alzamiento nacional» -aunque si bien es cierto el Director era Mola y el jefe de la sublevación Sanjurjo– La resistencia contra los golpistas se prolongó durante tres largos años siendo el boicot armamentístico del Comité de No Intervención clave para la derrota republicana. Por el contrario el nazi-franquismo siguió recibiendo la ayuda de necesaria de las fuerzas del eje para consolidar sus maquiavélicos planes. La República tenía que conformarse con adquirir armas de contrabando o las que le suministraba Unión Soviética y México. La frontera francesa estaba cerrada a cal y canto en una clara actitud hostil. La guerra española no era más que un campo de entrenamiento para lo que luego sería la Segunda Guerra Mundial.
En febrero de 1938 el ejército Nacional logra rechazar la ofensiva roja sobre Teruel y por lo tanto los republicanos tienen que abandonar el frente de Aragón. Un hecho que propició la caída de Vinaroz en manos de los Requetés Carlistas. La España republicana quedaba definitivamente cortada en dos.
La III división del ejército tienen que escapar por la carretera de Alcañiz y atravesar en desbandada el Ebro por el puente del ferrocarril semidestruido a la altura de Tortosa. En ese lugar se sucede una horrible tragedia pues cientos de sus compañeros son tiroteados por el enemigo al intentar desesperadamente alcanzar la otra orilla. La mayoría perecieron al ser heridos o perder el equilibrio y caer en las traicioneras aguas del Ebro donde murieron ahogados. En este juego de la ruleta rusa Vicent Almudéver salió una vez más indemne.
Es entonces cuando se inicia una nueva fase en la guerra pues el Estado Mayor de la República toma la decisión de organizar la Agrupación Autónoma del Ebro bajo el mando del teniente coronel Modesto. Más tarde será reestructurada bajo el nombre de Ejército del Ebro con el objetivo de lanzar una gran ofensiva que les permitiera recobrar la iniciativa y darle un golpe de gracia al fascismo. Era primordial cortar el avance del ejército Nacional que amenazaba Valencia y la costa del Mediterráneo. El plan elaborado el cuartel General de la Figuera por el general Rojo bajo la supervisión del teniente coronel Juan Modesto desde el teniente coronel Modesto dio la orden de atacar a las tropas nacionales -asesorado por los consejeros soviéticos Soroka y Lazarev.
Mientras tanto la Agrupación Autónoma del Ebro se dedicaba al entrenamiento de las unidades y la preparación de los puentes flotantes por parte de lo pontoneros, fabricando las embarcaciones. Una frenética actividad logística indispensable para garantizar el éxito de la gran ofensiva. Fueron semanas y semanas de concentrar la tropas, poner a punto los arsenales de armas, los víveres, los pertrechos, los vuelos de reconocimiento, la cartografía, la planimetría y con los mapas militares hacer un estudio a fondo del terreno (a lo largo de 60 kilómetros que van desde Mequinenza hasta Amposta) Una misión muy bien planificada en la que intervinieron los altos mandos y los consejeros soviéticos. El entusiasmo es desmedido y los soldados se muestran pletóricos interpretando canciones como: Bandiera Rossa, la Quince Brigada, No pasarán, la Internacional, si me quieres escribir o ¡ay, Carmela!
Por ese entonces el ejército del Ebro recibe la visita de Negrín, Companys y líderes hindúes Nehru y Menon quienes llegan arengar a las tropas confiados en una providencial victoria.
El vuelo de los aviones franquistas a lo largo del Ebro era continuo pues estaban atentos ante cualquier movimiento sospechoso del bando republicano. Por lo tanto todo debería prepararse en el más estricto secreto para aprovechar el factor sorpresa. Aunque de antemano sabían que habían infiltrados espías nacionales en las filas republicanas y se corría el riesgo de estropear los planes.
Se termina el almuerzo en la sala de fiestas del ayuntamiento de Rimont y llega la hora de soplar las velas de un gran pastel de cumpleaños adornado con el número 100. El miliciano Vicent Almudéver se levanta y ayudado por sus familiares apaga las velas. De inmediato estalla la algarabía y el homenajeado levanta las manos en señal de agradecimiento al tiempo que se escucha el coro que canta el «cumpleaños feliz».
El miliciano Vicente Almudéver todavía tiene muy frescos los recuerdos del que sería que el epílogo de la guerra de España. Su relato es valiosísimo pues lo cuenta en primera persona. Él estaba presente el día en que el cuartel general de Tortosa se tomó la decisión de cruzar el Ebro -Siguiendo las directrices del teniente coronel Modesto.- En una reunión extraordinaria del estado mayor de la III división del teniente coronel Tagueña y Enrique Líster y Vega se planteaba el dilema de cruzar el Ebro o permanecer atrincherados a la espera de que la situación política internacional les fuera favorable. El ejército republicano aparentemente no estaba en condiciones de enfrentar a la maquinaria fascista puesto que carecía de un arsenal armamentístico moderno y una fuerza aérea que pudiera plantarle cara a la Luftwaffen y a la Aviazione Legionaria Italiana (entre ambas sumaban 450 aparatos) La República por el contrario tenía una fuerza aérea inferior con 150 aviones entre los que cabe resaltar los Policarpov, el I 15, I 16. Mosca y supermosca o Katiuskas (Tupolev) insuficientes para desafiar a un enemigo tan poderoso. Especialmente los bombarderos republicanos fallaron en el momento decisivo cuando debían apoyar a las tropas que avanzaban sobre Gandesa.
En esa reunión clave en la que se discutía entre cruzar el Ebro o atrincherarse y construir una línea defensiva en un momento dado tomó la palabra el veterano consejero jefe soviético Iván Maximof. En una brillante alocución traducida por la interprete ucraniana Luda explicó los motivos (Referidos a la falta de material bélico para afrontar una ofensiva en una geografía tan complicada) por las que se oponía a que el ejército republicano cruzara el Ebro. Acto seguido le respondió el teniente coronel Tagueña, jefe de la III división, un joven universitario de 25 años vestido con pantalones cortos quien en tono enérgico le dijo que respetaban su opinión pero que la última palabra la tenía el Estado Mayor. Y la última palabra tomada más con apasionamiento que con cabeza fría fue cruzar el Ebro para salvar a la República y darle un golpe mortal al fascismo. Vicent Almudéver presenció esta escena que todavía lleva grabada en su memoria. No dio su opinión porque carecía de voz y voto. Pensaban que iban a escribir una gloriosa epopeya épica y se hizo caso omiso a las advertencias del consejero jefe soviético de cavar trincheras y resistir. Y es que en esos momentos se vivían una gran tensión en centroeuropa pues el nazismo iniciaba su arrasadora fase expansionista. Si esto sucedía no le quedaba más remedio a Francia y Gran Bretaña que implicarse en la guerra de España.
El Ejército del Ebro se jugaba la última carta en su intento unir las dos zonas republicanas, enlazar con el Ejército de Levante y salvaguardar Valencia. El General Rojo y Negrín diseñaron la ofensiva confiados en dar un golpe de efecto que les devolviera la iniciativa. Con sus casi mil kilómetros de extensión el Ebro es uno de los ríos más grandes de la península ibérica. La batalla se iba a desarrollar en el Baix Ebre ya muy cerca de su desembocadura.
Era prácticamente imposible que un ejército como el republicano que se le daba por derrotado hubiera podido realizar tal proeza en tan corto espacio de tiempo.
El Teniente Coronel Modesto es el primero en plantear un contraataque en el Ebro (en el sector de Fayón) bajo sus órdenes tenía la III división del XV cuerpo al mando del teniente coronel Tagueña y Líster en el V cuerpo del ejército con base en Llardecans y el XII cuerpo bajo el mando del teniente coronel Etelvino Vega y las brigadas Internacionales de Hans Kahle.
El cuartel general del ejército del Ebro se encontraba en la Figuera (el observatorio de la batalla del Ebro). Durante dos meses se prepara minuciosamente todo el engranaje logístico como construcción de embarcaciones, los puentes provisionales para habilitar el paso a miles de soldados, tanques, camiones, vehículos blindados, cañones, suministros, víveres y municiones. Las Brigadas Internacionales constituyen la primera línea de fuego, es decir, en los que recae todo el peso de la ofensiva. Ante la emergencia y la falta de pie de fuerza la conocida como «quinta del biberón» debe incorporarse a filas y se les destina a la retaguardia pues su inexperiencia los hubiera convertido en carne de cañón. La aviación franquista siempre vigilante multiplica sus salidas intrigada por saber lo que tramaban los «rojos».
Los nazis consumaron la anexión de Austria en marzo de 1938, luego Bohemia, Silesia y Sajonia (los Sudetes)-que conservaban desde hacía siglos el acervo cultural alemán- iba a ser anexionada por el III Reich el 1º de octubre de 1938 con el visto bueno de la comunidad internacional. Con la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939 se daría comienzo a la Segunda Guerra Mundial. En Paris meses antes «la Pasionaria» pronunció unas palabras premonitorias «Si cae España estallará al II Guerra Mundial».
A las 0:15 horas del 25 de julio aprovechando la luna nueva por 12 puntos distintos se lanza el ataque sorpresa. ¡Adelante hijos de Negrín! «los primeros en avanzar, los últimos en retroceder» Vicent Almudéver junto al XV cuerpo del ejército republicano al mando de Tagueña junto a la 3 división y 35 división cruzaron el Ebro por Flix. Rápidamente suben las pronunciadas cuestas de la carretera que conduce a la Fatarella y ocupan dicha población. El mítico Campesino -que tuvo un papel protagónico en la batalla de Guadalajara y que estaba al mando de la 43 división- fue destituido al negarse a participar en la ofensiva. El único descalabro serio se produce en Amposta donde los brigadistas internacionales de la Comuna de Paris sufren un masacrante revés.
La batalla del Ebro fue la más grande jamás librada en la península Ibérica (en la que participaron más de 200.000 combatientes) cuyo radio de acción comprendía entre Mequinenza (Aragón) y Amposta (Tarragona). https://youtu.be/B7eFY9f2cAI
La operación del Ebro en un principio fue un éxito total para el ejército de la República ya que el 26 de julio habían ocupado casi todos los pueblos de la zona excepto Gandesa.
El frente se estabilizó en Gandesa donde se hicieron fuertes los Nacionales. En la comarca de Tierra Alta (sierra de Cavalls y Pándols y Fontarella) preparaban una guerra de desgaste muy sanguinaria y destructiva. Hay que imaginar esta espectacular orografía plagada de picos, collados, riscos, vertientes, laderas y cordilleras en la que se iba a desarrollar la titánica batalla. Una bucólica región poblada por laboriosos campesinos dedicados a los cultivos de viñedos, frutales, cereales, olivos y al pastoreo. Como si se tratara de una partida de ajedrez ambos contendientes tenían que mover las fichas con inteligencia y aplicar un planteamiento táctico y estratégico que les concediera ventajas.
Hasta el generalísimo Francisco Franco se hizo presente en Gandesa decidido a dirigir personalmente las operaciones en el puesto de mando del coll del Moro. Preocupado por como desarrollaban los acontecimientos el contragolpe se concentró en dos aspectos: el fuego de artillería y los intensos bombardeos aéreos sobre los objetivos republicanos (que, por ejemplo, arrasaron el pueblo de Corbera) A su servicio tenían la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria Italiana (Messerschmidt, Junkers, Stuka, Savoia, Marchetti, Fiat) Entre las principales prioridades de la aviación enemiga estaba el destruir los puentes provisionales levantados en el Ebro (para cortar el paso a los suministros) Algo que no amilanó a los republicanos pues los ingenieros pontoneros apresuradamente los reconstruían al caer la noche. Para sublimar la valentía y espíritu de sacrificio los poetas populares se inspiran y componen canciones que quedarán eternizadas como «Si me quieres escribir» (en el frente de Gandesa, primera línea de fuego).
En un momento dado se hace un silencio en la fiesta y Vicente Almudéver toma la palabra para narrar su famosa anécdota de los «suspiros de España»: «porque en la vida hay que tener suerte y eso me sobraba a mí. En el Ebro estábamos con el Estado Mayor de la XV división en las trincheras y en un momento dado me subí a un risco donde estaba una casucha de piedra en compañía de Luda -la intérprete del consejero soviético-con mi gramófono y un montón de discos debajo del brazo. Quería poner música porque había que demostrar que no habíamos perdido la moral. En esos instantes en medio del fragor de los combates parecía una locura tal capricho. Era en un día de sol maravilloso y pongo el tema «Suspiros de España» que a mí me gustaba mucho. De repente aparece en el horizonte una escuadrilla de bombarderos nacionales y yo intuí que donde empiecen a lanzar bombas aquí nos caen y nos destrozan. Entonces entro y cojo a Luda del brazo y nos tiramos de cabeza a la trinchera y un poco después comienza un demoledor bombardeo. Cuando se van los aviones subo a la casucha a recuperar el gramófono y a éste le faltaba el puño de la aguja pues se lo cortó un trozo de metralla. Es decir, que si nos hubiésemos quedado los dos allí al lado de la mesa nos destripa».
Después de tres meses de duro batallar, faltos de unidades de refresco, piezas de artillería, tanques y aviación el teniente coronel Modesto da la orden de retirada. Hundidos física y anímicamente abandonan sus posiciones en Tierra Alta (entregando al enemigo los 800 kilómetros² recuperados) para replegarse al otro lado del Ebro. Tagueña tiene que encargarse de cubrir la retirada de Líster que a marchas forzadas atraviesa nuevamente el río por el puente Flix (él mismo da la orden de volarlo para impedir que lo utilizaran los Nacionales que venían en su persecución) en la madrugada del 16 de noviembre de 1938.
La ofensiva del Ebro había terminado en un inmenso desastre para los republicanos pues a pesar de su valentía y espíritu de sacrificio se impuso la superioridad tecnológica del enemigo (Aviación, artillería y carros de combate).
El balance final de la batalla es de 21.000 muertos , otros tantos miles de heridos, desaparecidos y prisioneros. En el campo de batalla yacen desperdigados cadáveres de combatientes, cañones, vehículos, carros de combate, bombas sin explotar, fusiles y ametralladoras inservibles, aviones derribados, mulas o caballos descuartizados, chatarra, chamusquina y desolación como mudos testigos de la horrorosa tragedia.
Ahora el general Franco tenía el camino expedito para el asalto definitivo a Cataluña. Para tal fin movilizó a 300.000 hombres entre los que se encontraban unidades de élite del Tercio de la Legión, Regulares, Requetés, El ejército del Norte, cuerpo del ejército del Maestrazgo, la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria Italiana. En ese invierno del 38 a los 39 sin poder tomar la iniciativa los republicanos derrotados no les queda más remedio que retroceder y retroceder. En la Granadella (Lérida) -donde estaba situada la base de la XI brigada internacional- va ser devastada por incesantes bombardeos de la Legión Cóndor que le van abriendo el camino a los nacionales.
El general Yagüe al mando del cuerpo del ejército marroquí (banderas de la Legión, tabores, regulares -predominando los indígenas marroquíes- junto a los requetés, los falangistas, las tanquetas italianas (con un total de 80.000 hombres) se apresta a someter Cataluña. Cae Viladecans en el Bajo Llobregat y a continuación avanza incontenible sobre Sant Boi, Cornellà, y Hospitalet. Yagüe va a aplicar la misma táctica bélica que utilizo en Andalucía y Extremadura, especialmente en la toma de Badajoz, es decir, la guerra relámpago (que más tarde sería implementada con éxito por la Wehrmacht del III Reich en la Segunda Guerra mundial) El bajo Llobregat se convirtió en el último frente de guerra donde se pensaba que los republicanos iban a oponer una fuerte resistencia como sucediera en el Jarama o Manzanares donde en 1936 se lanzó la consigna del «No pasarán». Pero no era más que una mera ilusión pues el 25 de enero los fascistas entran en Barcelona cuya población atemorizada iza banderas blancas. El general nacional Solchaga en los actos públicos que se llevaron a cabo para celebrar la victoria manifestó: «Cataluña, sépanlo aquí y fuera de aquí es uno de los preciados florones de la corona imperial de España». Barcelona es exorcizada a base de misas y rosarios pues se le consideraba una ciudad «impía y pecadora». El fascismo se va a imponer por medio de la más horrorosa represión, detenciones arbitrarias, torturas, fusilamientos, es decir, el terrorismo va a ser su política de estado. El miedo es el mejor método para mantener la paz y el orden.
Cumpliendo las órdenes del teniente coronel Modesto las tropas republicanas huyen en desbandada buscando la frontera francesa . El Estado Mayor ingenuamente creía que el gobierno francés le iba a permitir reagrupar las tropas para regresar otra vez a España a través la frontera aragonesa.
Suenan las guitarras en la sala de fiestas de Rimont momento que aprovecha Almudéver para interpretar ¡ay, Carmela! (su canción favorita) Sus familiares y amigos levantan las copas en alto y brindan emocionados: ¡larga vida al miliciano! gritan al unísono. Al otro lado de los Pirineos está su patria de la que un día del mes de febrero del 1939 fue expulsado por la frontera de Portbou. Hasta allí llegó extenuado junto al grueso del XV cuerpo del ejército del teniente coronel Tagueña perseguidos por las tropas franquistas en la humillante retirada. Las autoridades francesas enseguida los recluyeron en el campo de concentración de Barcarès -más tarde es trasladado al campo de Gurs donde se encontraban los Brigadistas Internacionales ya que en sus papeles constaba que había nacido en Francia- El gobierno de Vichy necesitaba peones y trabajadores y decretó que todos los republicanos españoles tenían que cumplir servicio obligatorio en las compañías de trabajo. A él junto con cientos de refugiados españoles los mandaron a la línea Maginot pero al final los dejaron la zona del centro de Francia para emplearlos en la construcción de carreteras, vías férreas o picando piedra en las canteras (trabajo por el que les pagaban 10 francos diarios). Los nazis le exigieron a Pétain que les enviaran trabajadores para fortificar la costa de Bretaña y por esta razón la compañía de Almudéver es trasladada a Rennes. Cuando los americanos liberaron Francia en 1945 fue detenido y enviado al campo de concentración de Rennes PGA donde mezclaron republicanos españoles, italianos antifascistas con prisioneros de guerra nazis y colaboracionistas franceses. Gracias a la ayuda del Partido Comunista francés son puestos en libertad y remitidos a la región de Midi Pyrénées donde finalmente Almudéver fija su residencia.
81 años después seguimos discutiendo aquí en Rimont si se hubiera hecho esto o lo otro quizás se habría salvado la República. Pero al fin y al cabo son meras suposiciones e hipótesis pues la historia no es una película que se puede rebobinar para acomodarla a nuestros deseos. Aunque al insigne miliciano Almudéver aún le retumba en la cabeza las palabras del consejero soviético Maximof que insistía en resistir y resistir y aguardar antes que atacar. Si hubieran cavado trincheras a este lado del Ebro esperando que los acontecimientos que se estaban produciendo en Checoeslovaquia y Polonia les fueran favorables tal vez al menos Cataluña seguiría siendo republicana.
Su sentencia preferida es: «Hitler y Mussolini cayeron derrotados pero el nazi-franquismo salió victorioso».
Almudéver a través de la radio y la televisión se encuentra al tanto de los acontecimientos políticos que se desarrollan en España. Especialmente le intriga lo que sucede en Cataluña. (Que se encuentra a tan solo unos pocos kilómetros de aquí) A ciencia cierta es la única posibilidad de reinstaurar una República rompiendo el orden constitucional monárquico y dejar en evidencia su ilegitimidad. Aunque como comunista y valenciano parlante se muestra cauteloso y desconfiado pues prefiere una España federal.
Pasada la media noche la fiesta alcanza su apogeo. Vicente increíblemente se mantiene incólume. Con una sonrisa en los labios se va despidiendo de todos los vecinos, invitados y amigos. Ya está bien de tantas emociones fuertes y ya es hora retirarse a sus aposentos. Todavía tiene ganas de vivir y disfrutar ese futuro que se presenta apasionante ya que el próximo año se cumple el 80 aniversario de la batalla del Ebro y él es uno de los invitados de honor.
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