Fue un símbolo crear un ministerio de Igualdad, es un símbolo acabar con él. La conversión en Secretaría de Estado no excusa ni remedia. La supresión es un símbolo, una derrota aceptada. ¿Por cuántos euros se ha vendido esa derrota? Y como parece que no son muchos: ¿es entonces la presión rancia de una sociedad […]
Fue un símbolo crear un ministerio de Igualdad, es un símbolo acabar con él. La conversión en Secretaría de Estado no excusa ni remedia. La supresión es un símbolo, una derrota aceptada. ¿Por cuántos euros se ha vendido esa derrota? Y como parece que no son muchos: ¿es entonces la presión rancia de una sociedad machista la que se ha impuesto?
Vivimos en un entorno comunicativo infantil y estúpido. El hecho de que del ministerio de Igualdad se recuerde que Bibiana Aído utilizó la expresión, tarde o temprano naturalizada, «miembra» sólo prueba que ese ministerio es necesario.
Rectificar también es necesario. Imagino a Zapatero diciendo a la sociedad que cometió un error, que se dejó llevar por la debilidad, que rectifica. Imagino a Rubalcaba de portavoz de esta noticia sin sonrojarse, sin temer que otros le acusen de estar cediendo una parte de su hombría y su cinismo: ¿quiénes le acusarían, los del PP? ¿son ellos su gente?
Imagino a Bibiana Aído rectificando también, renunciando a esa Secretaría de Estado, no por soberbia, sino porque a veces hay que decir con actos a los presidentes, y al partido, que están equivocados.
Imagino a «los ministros» Leire Pajín, Trinidad Jiménez, Rosa Aguilar, Angeles González-Sinde, Cristina Garmendia, Elena Salgado, renunciando a sus cargos hasta tanto no se restablezca lo que se ha perdido. Un gesto así no sería sólo en su nombre ni en el de las mujeres españolas que necesitan ese ministerio, sería también en nombre de todas las que lucharon y lucharán por la igualdad.
Pienso que aunque fuera doloroso, muchas mujeres en este momento estarán dispuestas a negar su voto a quien con una cobardía inimaginable ha dado un paso atrás en un proyecto que no es suyo como al parecer ha pensado, en una lucha a la que tuvo el honor de sumarse y que no tiene derecho a traicionar aunque ahora tenga el poder coyuntural, perecedero, para hacerlo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR