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El momento político y el laicismo

Fuentes: Rebelión

Tras cuarenta años de nacionalcatolicismo, la Constitución española del 1978 no estableció un estado laico. La incipiente democracia cristiana salida del franquismo-Ruiz Perez y Mayor Oreja- ya se había encargado antes del comienzo de la transición de negociar los Acuerdos con la Santa sede, suscritos en el años 79, donde se establecían algunas cosas importantes […]

Tras cuarenta años de nacionalcatolicismo, la Constitución española del 1978 no estableció un estado laico. La incipiente democracia cristiana salida del franquismo-Ruiz Perez y Mayor Oreja- ya se había encargado antes del comienzo de la transición de negociar los Acuerdos con la Santa sede, suscritos en el años 79, donde se establecían algunas cosas importantes para mantener la fortaleza de la iglesia en España, a saber:

-La financiación de la iglesia y del clero diocesano mediante un sistema de impuesto ciudadano.

-La garantía de la enseñanza religiosa en las escuelas y la posibilidad de sufragar los colegios católicos.

-La garantía de los servicios religiosos católicos en cárceles, hospitales, universidades y otros establecimientos públicos.

-Los privilegios fiscales para la iglesia, las órdenes religiosas y otras fundaciones religiosas.

-La eficacia civil directa del matrimonio católico.

.Las subvenciones para el mantenimiento del patrimonio cultural eclesiástico

Y todo ello se hizo en un contexto de agiornamiento de la iglesia católica española que, en los últimos años del franquismo, se escoraba hacia el centro huyendo del bunker de la ultraderecha e incluso colaborando pasivamente con las fuerzas de oposición al franquismo. Se quería tener un papel relevante en los primeros momentos de la transición y así fue; una vez consolidado el régimen de la transición la iglesia católica española se convirtió en una institución retardataria, intentando frenar cualquier proyecto de ley que pudiera quebrar el monopolio de la moral católica. No por casualidad el personaje más odiado por la iglesia católica, desde la muerte de Franco, fue Francisco Fernandez Ordoñez, político postfranquista reconvertido a la UCD,ya que fue quien presentó el primer y timorato proyecto de ley del divorcio. Después de aquella batalla toda la legislación sobre aborto, menores, divorcio , familia etc., estuvo condicionada por la posición de la iglesia católica; la socialdemocracia se plegó en todo momento a las exigencias de la Iglesia católica y la concertación de los colegios católicos se consagró siendo Ministro el Sr. Maravall.

Además, en los años 90, se establecieron con las religiones minoritarias -evangélicos, judíos y musulmanes- unos miniconcordatos que cerraban el círculo del neoconfesionalismo estatal.

El laicismo no es más que la separación de la iglesia del Estado y en gran medida tiene que ver con la historia dela construcción de los Estados contemporáneos y las revoluciones democrático burguesas del siglo XVIII y XIX. En la actualidad las iglesias de muchos países se resisten a perder privilegios económicos y políticos y en el caso del catolicismo español defiende con uñas y dientes su amurallamiento en la educación. En un reciente libro publicado en la editorial AKAL, Francisco Delgado Ruiz, presidente de la asociación Europa Laica, hace un resumen muy instructivo de la batalla por una escuela laica es España.

Nuevos partidos y laicismo

Hoy vemos claramente que los nuevos partidos políticos de ámbito estatal no han podio aglutinar un movimiento social por la ruptura política y la apertura de un proceso constituyente en España que obligatoriamente tendría que ser un proceso constituyente republicano. Solamente el independentismo catalán y vasco significa, junto a las mareas gallegas, una esperanza para la ruptura política y la apertura de un proceso constituyente.

Cada cual puede valorar el asunto de mil maneras pero básicamente, desde la izquierda, se dice lo siguiente: la correlación de fuerzas no da para más y por tanto entremos en el juego de la reforma constitucional controlada y vigilada por los nuevos poderes fácticos. Dentro de esta voladura controlada y vigilada de la Constitución del 78 ya se ha apartado la cuestión de la separación iglesia-estado. Los viejos partidos y en particular el PSOE si ha anunciado su intención de denunciar los acuerdos con la Santa Sede pero no es más que una declaración electoralista ya que el PSOE siempre ha utilizado es tema como simple propaganda electoral. Quieren denunciar los Acuerdos con la Santa Sede pero no quieren tocar los colegios concertados. EL PSOE no tiene la mínima credibilidad en cuanto a impulsar reformas que establezca la separación iglesia- Estado ya que ha sido un partido sumiso a la Iglesia Católica e incluso su sector laico (durante muchos años liderados por Peces Barba) provenía de la democracia cristiana y son católicos fervorosos. Izquierda Unida si tiene un programa político con una propuesta laicista desembarazándose finalmente de la rémora del Partido Comunista de la transición que apoyó, sin dudarlo, los Acuerdos con la Santa Sede.

En Ciudadanos, ese partido de campo y playa, si bien se declara un partido que aboga por el laicismo plantea ningún tema relevante (no cuestiona los Acuerdos con la Santa Sede, ni los conciertos escolares…) aunque es cierto que plantea sacar a los catequistas de los colegios públicos (14000 catequistas). En el caso de Podemos ni eso. Es cierto que Podemos apuesta por denunciar los Acuerdos con la Santa Sede pero también aboga por mantener los colegios concertados e incluso la asignatura de religión en la escuela. Además, el líder del partido embellece la figura del papa de Roma en cualquiera de sus intervenciones y algunos de sus nuevos alcaldes se han plegado al simbolismo católico institucional. Este es el caso de Manuela Carmena que ya ha tenido que rendir, junto al obispo de Madrid, pleitesías a la Virgen de la Almudena. Ciertamente otros alcaldes, sobre todos los gallegos, se han mantenido firmes frente a este simbolismo católico. Pero lo más importante es que existe una actitud de no soliviantar a la Iglesia católica y muy particularmente a esa clase media que lleva a sus hijos a los colegios católicos. No se puede aspirar, en España, a una ruptura política y aun reparto de la renta social diferente sino se propone una escuela pública, única y laica.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.