1 Sergi Rosés Cordovilla, DEA en Historia y diplomado en Biblioteconomía, es autor de El Mil: una historia política, AliKornio, Barcelona 2002. Su ámbito de investigación como historiador se centra en el estudio de la izquierda marxista revolucionaria. Ha coeditado Expectativas fallidas. España 1934-1939: el movimiento consejista ante la guerra y la revolución españolas, conjunto […]
Sergi Rosés Cordovilla, DEA en Historia y diplomado en Biblioteconomía, es autor de El Mil: una historia política, AliKornio, Barcelona 2002. Su ámbito de investigación como historiador se centra en el estudio de la izquierda marxista revolucionaria. Ha coeditado Expectativas fallidas. España 1934-1939: el movimiento consejista ante la guerra y la revolución españolas, conjunto de artículos y reseñas publicados en la prensa consejista norteamericana durante los años treinta.
Francesc Escribano publicó un ensayo sobre Salvador Puig Antich (Cuenta atrás); Manuel Huerga ha finalizado hace pocos meses una película en base a este libro; se ha editado recientemente un ensayo sobre Oriol Solé, ahora que se cumplem 30 años de su fallecimiento. De nuevo, pues, se vuelve a hablar del M.I.L. y de algunos de sus miembros más destacados. Si te parece, podríamos empezar la conversación dando cuenta de qué fue el M.I.L, el Movimiento Ibérico de Liberación. Normalmente se presenta a esta organización como un grupo anarquista revolucionario. ¿Es así en tu opinión?
Bueno, si me permites un inciso, mi libro no tiene nada que ver con esos productos mediáticos que mencionas; yo pretendí dar una visión honesta y objetiva de la historia del grupo. Ciertamente, definir al M.I.L. (Movimiento Ibérico de Liberación) no es tarea fácil, pero no por su ideario político sino básicamente por la persistencia del cliché que lo define como grupo anarquista, y a sus miembros como anarquistas. Sin embargo, un examen de toda su producción literaria muestra que sus parámetros teóricos no se encuentran en el anarquismo sino en la llamada «ultraizquierda» marxista. El MIL tiene una propuesta nítidamente diferenciada de la oposición antifranquista, totalmente original en el panorama español de la época, con fuertes raíces teóricas en corrientes revolucionarias de matriz marxista antileninista y que se consideraba a sí mismo no como otro grupo político más de la extrema izquierda, sino como un grupo de apoyo al movimiento obrero del momento, estando contra las organizaciones permanentes, por lo que toda referencia al MIL como «grupo» debe utilizarse en el sentido de que constituyen más un «grupo de afinidad», de los muchos que debían constituirse, que un «grupo» como embrión de una organización partidista y/o sindical futura.
¿Cuáles fueron las principales actividades del M.I.L.? ¿Cuál fue su ámbito de actuación? ¿Fue estrictamente un grupo catalán, digámoslo así?
Para comprender al MIL hace falta enmarcarlo en el contexto del movimiento obrero del área de Barcelona y dentro de todo un proceso de clarificación teórica, política y organizativa de éste. El grupo no fue la invención más o menos exótica de un grupo de jóvenes, ya que sus orígenes están íntimamente ligados con la aparición, en la Barcelona de finales de los años 60, de un movimiento obrero que está rompiendo con las organizaciones de la izquierda e iniciando una marcha hacia la configuración de una autonomía obrera, mediante una tendencia surgida en las Comisiones Obreras que se llamaba «Plataformas de CC.OO». Aunque formalmente el MIL se creó en Tolosa de Llengadoc, compuesto por tolosanos y barceloneses, el campo directo de su actuación política fue básicamente Barcelona y su cinturón, donde se distribuyó la casi totalidad de su literatura y donde se efectuaron la mayoría de las acciones armadas. El MIL no pretendía liderar la revolución, sino ofrecer materiales para que los propios trabajadores se emanciparan. Para tal fin su intervención se articulaba con dos proyectos paralelos, la «agitación armada» (en contraposición a la «lucha armada») y la «biblioteca socialista», la difusión de literatura revolucionaria que no consistiría en órganos del grupo (tipo prensa partidista o folletos propios), sino en clásicos del movimiento obrero olvidados o ignorados, en su mayoría de diversas corrientes ultraizquierdistas. Esta literatura no marcaba una posición monolítica de grupo, sino que ofrecía elementos para la reflexión proletaria.
Pero creo que llegaron a tener sus propias revistas.
Es cierto que el MIL llegó a publicar dos números de una revista propia, CIA (Conspiración Internacional Anarquista), pero el nacimiento del nº 1 de esta publicación fue una decisión de una minoría que la realizó sin el conocimiento de la mayoría; el nº 2 fue concebido como contrapartida al anterior y era en realidad el portador de la autodisolución del grupo.
Y este proyecto literario nos lleva al tema de la violencia, de las expropiaciones, de la «agitación armada» a la que hacías referencia.
El proyecto literario debía conseguirse mediante la realización de expropiaciones (atracos a bancos, principalmente), pero al contrario de lo que se acostumbra a presentar, el MIL no quería quedarse voluntariamente en este estadio: las expropiaciones eran sólo una primera fase realista en relación al objetivo de la biblioteca socialista y del tamaño del grupo, pero la «agitación armada» debía extenderse con la creación de múltiples grupos autónomos, que debían pasar además a otras fases de violencia, dado que se interpretaban los años finales del franquismo, con un acrecentamiento de la lucha de clases y de su intensidad, como una época en la que se estaba pasando de la defensiva a la ofensiva obrera. De hecho, el tema de la violencia obrera no fue una elucubración del MIL sino que surgió en las discusiones dentro del movimiento obrero autónomo catalán y llevó, por ejemplo, a la constitución de algún grupo de autodefensa obrera.
¿Qué contactos mantenía el M.I.L. con otros grupos de la oposición antifranquista y de la lucha anticapitalista? ¿Influyeron y contactaron con el movimiento obrero de la época?
La pregunta es equívoca, porque decir «con otros» significa meter al MIL dentro de la oposición antifranquista. Ni objetiva ni subjetivamente el MIL pertenecía a la oposición antifranquista. No perteneció ni a la Assemblea de Catalunya ni a ningún organismo antifranquista, dado que su objetivo no era derrocar a Franco sino ayudar a la realización de la revolución social: el MIL no era antifascista, era anticapitalista. Por eso los contactos políticos con la «oposición» no existieron (si existían, naturalmente, contactos personales). Hay un documento interno del MIL que gradúa en cinco niveles la actuación a llevar a cabo entre los diferentes grupos, es un documentos revelador porque no sólo muestra con qué grupos se debían tener contactos, sino también el tipo de relación: desde «ninguna relación, ni teórica ni práctica» con PSUC, PCE(i) y Bandera Roja (nivel 1) hasta la «total relación» con grupos obreros de base como Plataformas, Topo Obrero, etc. (nivel 5), pasando por la distribución de literatura a los militantes de la extrema izquierda leninista (nivel 2), «aprovechar si se puede su infraestructura, pero tenerlos lejos políticamente» respecto al anarquismo oficial (CNT, etc.) (nivel 3), y «hacerlos participar activamente (tener recelos políticos» a los «grupos anarquistas de base que han roto con las burocracias» (nivel 4).
A nivel concreto, el grupo del interior con el que más se colaboró fue la OLLA, organización armada escindida del PSAN con un discurso más anticapitalista que éste y con concepciones autónomas en el plano organizativo, con la que se realizaron algunas expropiaciones, intercambio de información, etc. También existieron al principio contactos con ETA para la obtención de armas, pero esto fue más una iniciativa de Oriol Solé. La relación más importante a nivel teórico se tenía en Francia, con la librería «La Vieille taupe» (El Viejo Topo), que, por supuesto, era más que una simple librería; también con los anarquistas de la Organisation révolutionnaire anarchiste (ORA) y con Octavio Alberola, e incluso, al principio, con Lotta continua. Lo más importante a recalcar aquí es que toda la orientación del MIL estaba dirigida al movimiento obrero autónomo, por lo que los contactos, las discusiones, las publicaciones, se tenían básicamente con los obreros de Plataformas de CC.OO., con diversos de los cuales se consiguió participación efectiva en el proyecto de las ediciones. Las relaciones con el otro gran representante de la autonomía obrera, los Grupos Obreros Autónomos (GOA), se estropearon en 1972, incluso con ruptura de relaciones personales por parte de José Antonio Díaz.
¿Tuvo el M.I.L. alguna referencia, algún modelo, en grupos de la extrema izquierda europea de la época? Estoy pensando, por ejemplo, en grupos como «Autonomia operaia».
Sí los tuvo, aunque no con «Autonomia operaia». Como ya he indicado, el principal grupo con quien se discutía era un grupo informal que giraba en torno a la librería La Vieille taupe de París, que además de librería era un centro de discusión y teorización. La mayoría de las personas que discutían habían pasado por grupos consejistas, bordiguistas o trotskistas, y sus principales «cabezas pensantes» eran Pierre Guillaume (que años más tarde degeneraría hacia posiciones negacionistas) y Gilles Dauvé, que entonces firmaba como Jean Barrot (la editorial Zyx publicó algunos folletos suyos en los 70). Ambos mantenían la correspondencia y las discusiones con el MIL, principalmente con Santi Soler, y Barrot fue consultado, por ejemplo, cuando el MIL decidió autodisolverse. Anteriormente a La Vieille taupe, se habían mantenido contactos con la revista bordiguista Invariance y, en Italia, con Lotta continua. También hubo contactos con grupos anarquistas, como ya he indicado, además de los exiliados en Tolosa, y no debemos olvidar tampoco la influencia teórica del situacionismo.
Y con grupos españoles, ¿mantuvo el M.I.L. contactos con grupos armados españoles?
Ya he respondido parcialmente a esa pregunta. El MIL era un grupo muy pequeño y muy aislado de todas las organizaciones políticas españolas, tanto armadas como no. Su orientación práctica era el movimiento obrero que giraba en torno a Plataformas, y sus contactos de discusión estaban sobre todo en Francia. Existían, sin embargo, contactos con otros grupos, principalmente por cuestiones de provisión de material y de coordinación de acciones. Al principio hubo contactos con ETA, aunque los resultados en términos de suministros fueron escasos; se consiguió no obstante, un núcleo firme de difusión de las ediciones mediante un ex-militante de ETA. A nivel militar, el contacto más continuado y efectivo fue con la OLLA, con el que se hicieron algunos atracos conjuntos, como ya he señalado anteriormente.
Puig Antich fue condenado a muerte y asesinado en 1974. ¿Podrías dar breve cuenta de su detención, del juicio y de su muerte?
Bueno, no he estudiado detenidamente el tema de Salvador Puig Antich, mi investigación se centró estrictamente en el MIL, que se autodisuelve en agosto de 1973. Un mes después, Puig Antich fue detenido, como la mayoría de miembros del MIL, y en su detención murió un policía. Fue juzgado en un consejo de guerra por estos hechos y también por los atracos, y condenado a dos penas de muerte, una por lo del policía y otra por un atraco, aunque ésta le fue conmutada. Finalmente, como es bien sabido, fue la última persona en este país en ser asesinada legalmente a garrote vil. Se ha hablado mucho, y se continúa hablando aún, con motivo de la petición de revisión del proceso, de que éste estaba plagado de irregularidades, de que el cadáver del policía tenía balas de diferente calibre, etc. Todo eso no es sólo posible, sino altamente probable, pero desde mi punto de vista, aquí hay dos cuestiones a considerar: la primera, que nada de eso niega la evidencia de que Salvador Puig Antich realizó conscientemente una acción, que era disparar a un policía: intentar presentar a Puig Antich como un buen chico que se encontró en un fregado contra su voluntad es falsificar los hechos. Él era un luchador anticapitalista que entendía que la lucha pasaba por utilizar la violencia revolucionaria contra los agentes del capital, y por eso disparó con la segunda pistola que llevaba oculta. La segunda cuestión a considerar es la sempiterna petición de revisión del juicio, de la que algunos profesionales de la política se han convertido en albaceas: si analizamos esto desde el punto de vista político al que se adhería el MIL, esta revisión es un sinsentido porque ¿cómo se va a pedir al estado burgués que sancione si Puig Antich fue injustamente asesinado? Plantear así las cosas es quedar atrapado en las tenazas del antifranquismo, pensar en términos de régimen (franquista versus democrático burgués), cuando el MIL planteaba las cosas en términos de lucha contra el estado burgués, independientemente de su régimen político. Dicho en otras palabras: Salvador Puig Antich no necesita ser rehabilitado por el estado burgués.
¿Y por qué crees que se vuelve a hablar, especialmente, de Puig Antich y de Oriol Solé en estos momentos?
Hay una doble razón: hacer dinero vendiendo un producto, y además recuperar a dos revolucionarios para la mitología democrática de la transición, añadiéndoles además un componente nacionalista. El asesinato de Puig Antich fue un shock tan brutal que conmovió a muchísimas personas. Pero este shock se quedó en el primer paso de rechazo a la brutalidad del franquismo, sin profundizar para nada en la orientación política de Puig Antich. Como en uno u otro grado gran parte de la población catalana, especialmente de la juventud de entonces, era «antifranquista», todos podían sentir el drama humano e interesarse por todo lo relacionado con el aspecto espectacular que rodeó al asesinato de Puig Antich: armas, atracos, detención, tiroteo, juicio y asesinato. Es así que bien pronto empezaron a crearse «productos Puig Antich», desde pósters a libros pasando por innumerables artículos y pegatinas, creando un mito como los pósters de entonces -camisetas ahora- de Che Guevara; al principio seguro que había «buena intención» en esos pósters y artículos, pero eso dio paso a una literatura de género negro que ha culminado ahora en el cine, el espectáculo moderno por antonomasia (y bien pronto, además, ¡en un dominio internet!). Con Oriol Solé se pretende hacer lo mismo: dado que Puig Antich ya ha llegado al cine -que representa aparentemente el techo espectacular-, se pasa del silencio de años a la aparición de una pseudobiografía, que bien podría ser la antesala de otra película: de hecho, yo he leído en un foro de internet cómo jóvenes nacionalistas pedían una película; es seguir miméticamente la estela del «producto Puig Antich», dado que es otro miembro del MIL que también acaba muerto a manos del estado, y además en la famosa fuga de Segovia.
Hablamos más tarde, si te parece, de esa derivada nacionalista ¿Cuál es la segunda razón a la que hacías referencia?
Hay otro elemento además del de hacer dinero, y es el de construir un relato histórico acorde con la época en que vivimos: Puig Antich es reconvertido en un «buen chico» antifranquista, una especie de Robin Hood que venía a ayudar a los obreros y acaba trágicamente por la brutal dictadura; Oriol Solé es presentado como un hiperactivista movido por su oposición a todas las dictaduras y por su amor a Catalunya y a la libertad que acaba igual. En ambos casos, auténticas falsificaciones históricas, pero que no son inocentes: en el fondo, la negación que hacen del sentido profundamente revolucionario anticapitalista de Puig Antich y Oriol Solé sirve para crear un relato histórico donde lo que pasó (la transición) era lo que tenía que pasar, con los malos -Franco y los franquistas-, y los buenos, que eran todos los que se les oponían y querían lo que tenemos hoy: «libertad», democracia, nación. Ocultando la lucha a la que se dedicaron Puig Antich y Oriol Solé, una lucha contra el capitalismo y por la emancipación proletaria (por mucho que a algunos esto les pueda sonar a prehistórico) se quiere ocultar que existen alternativas revolucionarias al actual orden socioeconómico. Debería hacer reflexionar el hecho de que, mientras grandes grupos mediáticos, partidos, etc., rememoran continuamente a Puig Antich y ahora a Oriol Solé, Jann-Marc Rouillan, preso a perpetuidad, no obtiene ninguna cobertura mediática en su lucha por la excarcelación ¿cómo es posible reivindicar a Puig Antich y Oriol Solé e ignorar a Rouillan? la respuesta es obvia: falsificando la historia.
¿Quién es Jann-Marc Rouillan? ¿Por qué esta preso a perpetuidad?
Jann-Marc Rouillan era uno de los jóvenes tolosanos provenientes de medios libertarios que se integró en el proyecto armado de Oriol Solé desde el principio, siendo uno de los fundadores del MIL. Durante la vida del grupo fue uno de los máximos exponentes del sector activista, demostrando también dotes para la polémica política (fue uno de los creadores de CIA, junto a Jordi Solé). Consiguió evitar ser detenido en septiembre de 1973 y pasó a Francia, donde impulsó la lucha para la liberación de Puig Antich con la creación de los Groupes d’action révolutionnaire internationaliste (GARI). Posteriormente participó en la creación de Action directe (AD) y, detenido en 1987, continúa preso a perpetuidad en cárceles francesas por actividades relacionadas con este grupo, junto con otros de sus compañeros. Encarcelado durante años en prisiones de máxima seguridad en condiciones durísimas que han afectado a su salud, Rouillan ha continuado luchando por sus derechos, realizando varias huelgas de hambre. Actualmente su lucha se centra en la consecución de la excarcelación de todos los prisioneros de AD, excarcelación posible tanto por haber cumplido el año pasado el periodo «de seguridad» de dieciocho años como por la «ley Kouchner», que permite la suspensión de pena por problemas de salud. El desinterés por su caso por los mismos que no tienen ningún reparo en llorar lágrimas de cocodrilo por Puig Antich y ahora por Oriol Solé da la medida de su hipocresía.
¿Qué papel jugó Santi Soler como teórico del M.I.L?
Hasta donde permite la documentación accesible en los archivos, su papel no sólo fue capital, sino determinante en toda la trayectoria política del grupo. Oriol Solé fue quien impulsó la formación del MIL, quien aseguraba los contactos y la discusión, pero indudablemente Santi Soler marcó las coordenadas teóricas. Al principio de esa andadura Ignasi Solé también jugo un papel, y aún esta por estudiar el que tuvo Xavier Garriga, el gran ignorado en toda esta historia, pero es Santi Soler quien reconduce la «lucha armada» del «1000» de Oriol Solé a la «agitación armada», quien tiene claro la necesidad de crear la «biblioteca socialista» y de que esos atracos sirvan para financiarla, quien mantiene básicamente la correspondencia y los contactos con La Vieille taupe, quien discute con Díaz y Murcia, quien integra a Marcelo López y a Ernest Núñez en las ediciones (aunque, como casi siempre, es Oriol Solé quien establece los contactos), quien evita la conversión del MIL en otro grupo político. Hasta donde sabemos, suyas son las principales orientaciones políticas del grupo: anti-grupusculización; posición anti-vanguardista y, por tanto, anti-leninista; rechazo a toda la izquierda, considerada como izquierda del capital; anti-capitalismo y no anti-franquismo; por los consejos obreros y la auto-organización; y las teorizaciones: reconversión de la «lucha armada» en «agitación armada»; análisis del tardofranquismo como una etapa de paso de la defensiva a la ofensiva obrera; apuesta organizativa por la organización de clase -organización unitaria que acabe con la división de partido y sindicato- y posteriormente por la negación de toda organización permanente («la tarea de la organización es la organización de tareas»), donde el MIL y grupos semejantes que debían crearse sólo tenían la función de ser «grupos de apoyo» a las luchas de la clase. Sin embargo, su influencia no implica ninguna clase de dirección, que jamás tuvo: fue más bien un orientador teórico.
¿Tuvo el M.I.L entonces. alguna derivada nacionalista o catalanista? ¿Se puede afirmar en algún sentido razonable de la expresión que Oriol Solé fue un luchador catalanista?
El MIL no tuvo en absoluto ninguna veleidad nacionalista. De hecho, la opresión nacional no aparece nunca en ninguno de sus documentos propios. Nunca llamaron por la defensa del derecho de autodeterminación y menos aún por la creación de un estado independiente catalán: es lógico, dado que estaban en contra del estado. Tampoco utilizaron el catalán en sus publicaciones (sí en los documentos internos, donde es la lengua utilizada normalmente). En sus tres años de existencia sólo publicaron un artículo sobre la cuestión nacional, prestado de una publicación francesa, un artículo que se titulaba muy significativamente «contra el nacional-socialismo del IRA». Esta posición tan alejada de la retórica de las luchas de liberación nacional fue uno de los factores principales que hacía inviable la fusión con la OLLA, fusión que ésta deseaba y que el MIL evitó siempre. Dicho esto, también es cierto que dentro del MIL dos personas defendieron posiciones nacionalistas, los hermanos Ignasi y Oriol Solé (también, pero años después del MIL, Santi Soler), pero esto no fue nunca un punto importante de discusión no sólo para el MIL, sino tampoco para ellos dos. Ignasi acabaría fuera del MIL y entrando en la OLLA, pero su salida no tuvo tanto que ver con la cuestión nacional como con la enemistad que se creó ente casi todos los miembros del MIL por su manera de hacer las cosas. En el caso de Oriol, que tenía un pasado estalinista (y ya sabemos el papel que juega el nacionalismo en todo estalinismo), la mitología de la liberación nacional, a imitación de las luchas anti-imperialistas del tercer mundo, influenciaron su manera de plantear la solución a la opresión nacional catalana. Pero esta particular visión de Oriol, a pesar de lo que pretenden vender recientemente Joaquim Roglan y Josep Maria Solé Sabaté, no convertían a Oriol Solé en luchador nacionalista, porque la preocupación por la opresión nacional jamás suplantó su comprensión de que la contradicción fundamental era la que oponía las luchas de la clase obrera contra el capital.
¿Cómo se produjo la muerte de Oriol Solé?
Como en el caso de Puig Antich, el tema se escapa a mi investigación y sólo puedo referirme a lo ya publicado: Oriol participó en la fuga de Segovia el 5 de abril de 1976, fuga de una treintena de presos preparada por ETA p-m ante un franquismo reformado incapaz de realizar la amnistía. La madrugada del día siguiente, una vez cerca de la frontera francesa, ya en Navarra, el guía que debía llevar a los fugados hasta la frontera no apareció por un error de comunicación, por lo que el grupo se fragmentó buscando la frontera, acabando perdidos por la niebla. La Guardia Civil fue apresando a la mayoría de los fugados y del comando liberador; y Oriol fue el único muerto de la fuga, al recibir su grupo, desarmado, varias ráfagas de ametralladora por parte de la Guardia Civil cuando fueron localizados. Su muerte fue en realidad un asesinato, porque el grupo no estaba armado y no opuso resistencia cuando fue detenido.
¿Cómo se produjo la desaparición del M.I.L.? ¿Ha habido otros grupos que han seguido posteriormente su línea política en España o en Francia?
El MIL se autodisolvió en agosto de 1973, después de un periodo de crisis que se arrastraba desde inicios de la primavera de ese año, al constatar que se estaban «grupusculizando», y fue más una medida organizativa que un cambio de práctica, como ya señaló en su acertada crítica Dauvé, ya que cada sector -el ligado a la acción y el de las ediciones- decidió seguir con su práctica anterior, pero por separado. En cuanto a su legado político, sinceramente no creo que ninguna organización, grupo o entidad pueda reclamarse actualmente del MIL. Aquí y allá se pueden ver algunos elementos de la política del MIL en diferentes organizaciones, pero no existe una continuidad política: el grupo que edita la revista Etcétera, de la que Santi Soler fue uno de los fundadores, recogió parte de la literatura pensada para la «biblioteca socialista» y las Ediciones Mayo 37 en su colección «Crítica de la Política», pero sería arriesgado establecer más comparaciones entre estas dos agrupaciones. Algunos grupos ultraizquierdistas defienden muchos de los postulados políticos que el MIL también hacía suyos, pero los diferentes orígenes históricos, sus concepciones organizativas, y su diferente visión respecto a la violencia revolucionaria los sitúan en alternativas bien diferenciadas. Las acciones de Action Directe tienen relación con las últimas decisiones militares (no llegadas a materializarse) tomadas por el MIL, pero tanto su concepción organizativa como su política anti-imperialista se alejan de las concepciones del MIL. Por otra parte, entre la juventud subjetivamente autónoma y anarquista de hoy, el MIL es visto como un modelo a seguir, aunque aquí juega mucho la mitología de las armas y las pocas lecturas en profundidad; en diferentes charlas que he tenido a propósito de mi libro se me han establecido paralelos entre las luchas del MIL y los actuales movimientos anti-globalización, ocupas, etc.; en realidad, sólo se trataría como mucho de semejanzas estéticas, pero no de fondo, porque, entre otras, existe la diferencia fundamental en el sujeto de la acción: el MIL jamás perdió de vista la centralidad de la clase obrera, su concepción de «grupo de apoyo» significa que sabían y reconocían que la única clase capaz de subvertir el orden social capitalista era la clase obrera. Me temo que muchos de los que actualmente miran con simpatía al MIL han comprado la falacia de que la clase obrera ha muerto como actor revolucionario.
Aunque ya has hablado un momento de ello, pero ¿hubieron contactos y colaboración entre el MIL y la CNT en los años de la transición?
El MIL propiamente dicho no, pues se autodisolvió en 1973, como ya he señalado. En general, los antiguos miembros del MIL no entraron en CNT, aunque algún antiguo miembro, como por ejemplo Santi Soler, colaboró algún tiempo en Solidaridad Obrera (aunque no militó en CNT). La colaboración más estrecha con CNT vino de antiguos miembros de Plataformas, que acabarían entrando u orbitando alrededor de la CNT, e incluso colaborando en su relanzamiento en 1976-77. Eso significaba que, o bien que se habían convertido en anarquistas, o bien que no veían factible trabajar por su propio programa y optaban por el posibilismo de la opción cercana más fuerte; sin embargo, con la crisis de la CNT de finales de los 70 muchos de ellos abandonaron el sindicato. Pero el anarquismo no se acaba en la CNT y, por lo que se refiere a la mayoría de antiguos miembros del MIL, sí es cierto que casi todos derivaron hacia posiciones anarquistas o anarquizantes, en un proceso que ya había comenzado a manifestare en el último año de vida del MIL.
¿Qué balance haces de la presencia y actividades del del M.I.L.?
Creo que sus concepciones organizativas, aunque contienen elementos positivos en su crítica a las organizaciones políticas de la izquierda, son demasiado ingenuas al proponer finalmente la desaparición de toda organización estable; igualmente la teoría de la «agitación armada» me parece más un intento «a posteriori» de justificar las acciones armadas que no una teorización previa de cómo realizar la ofensiva revolucionaria; su crítica a la que llaman «izquierda del capital» es justa en algunos casos, pero, para mí, la concepción en conjunto es errónea. Sin embargo, en su haber tiene grandes méritos: fueron de los escasos grupos en reconocer que el problema no era de cambio de régimen, sino de revolución social y, por lo tanto, de los escasos que merecen el apelativo de «revolucionarios»; siempre vieron a la clase obrera como el sujeto revolucionario, jamás pretendieron suplantarla porque sabían que debía ser ella misma la propia ejecutora de su emancipación; despreciaron acertadamente todas las operaciones frentepopulistas tipo «Assemblea de Catalunya» como preparadoras del postfranquismo y estabilizadoras del capital; se opusieron a la conversión de las Comisiones Obreras en un sindicato de partido; negaron la excepcionalidad española y comprendieron su plena integración en el engranaje capitalista occidental; tuvieron la lucidez de plantear el tema de la violencia revolucionaria; introdujeron literatura revolucionaria desconocida en España (incluso clásicos imprescindibles, como Pannekoek)… Todo esto, que no es poco, fue incapaz de hacerlo la mayoría de la izquierda española, tanto la de la Platajunta como la de la extrema izquierda, y muestran que las herramientas teóricas con las que trabajaba el MIL daban mucho juego, aún hoy.
Has hablado de pasada, pero recientemente se ha publicado un estudio sobre Oriol Solé. ¿Qué opinión te merece esta aproximación? Creo que, curiosamente, contiene algunos fragmentos que son casi una traducción literal al catalán de pasos de tu estudio sobre el MIL.
Te refieres al libro de Joaquim Roglan Oriol Solé, el Che català, escrito con el asesoramiento y bendición de Josep Maria Solé Sabaté, catedrático de historia contemporánea y ex director del Museu d’Història de Catalunya, y ofrecido al mercado por Edicions 62. He expresado mi crítica frontal a semejante falsificación histórica en un documento titulado «Oriol Solé i la història : a propòsit de la seva recent biografia» consultable en la página web de Alikornio ediciones (http://personal.iddeo.es/arridi/oriol.pdf) y -también en castellano- en diferentes foros como Kaosenlared, Indymedia, etc., e invito a todo aquel interesado en el MIL a su lectura. El libro de Roglan se inscribe de lleno en la operación mediática que he comentado anteriormente: se trata de pura literatura de consumo para masas patrióticas, un intento de creación de un nuevo mito nacional catalán a partir de la distorsión de la personalidad política de Oriol Solé. Éste es el aspecto más importante a criticar en ese libro: que falsifica la historia reconvirtiendo al comunista revolucionario Oriol Solé en un luchador nacionalista. Un segundo punto a señalar es que Roglan rompe el principio de honestidad del investigador: basa gran parte de su tesis en documentos que él presenta como inéditos pero que no lo son, porque ya aparecieron en mi libro; además, en varias ocasiones queda claro que ni siquiera ha leído todos los documentos que presenta, sino sólo las partes que yo mismo había mostrado (llegando al ridículo de retraducir documentos al catalán desde mi libro, en vez de extractar la fuente original catalana, evidentemente porque no la ha consultado); también, como señalas, copia casi literalmente hasta trece fragmentos de mi libro sin citarlo; y, finalmente, contiene un elevado número de errores factuales, demasiados para enumerar aquí. En definitiva, es un caso esperpéntico de tergiversación histórica e ineptitud profesional en un mismo producto.
Nota: Una versión de esta entrevista apareció en la revista El Viejo Topo, nº 223-224, de julio de 2006. La entrevista se realizó en mayo-junio de 2006.