Desde su fundación en 1980, el cine latinoamericano ha sido siempre uno de los mimados del Festival Internacional de Films de Friburgo (FIFF). Las películas de ese continente, casi sin excepción, constituyen una de las atracciones principales para los espectadores suizos. Tradición que se renueva en esta 26ta edición con salas repletas en las proyecciones de obras de ese continente, tres de las cuales animan la docena de filmes que compiten por el premio principal «La mirada de Oro».
Una de ellas es El Campo, del joven realizador argentino Hernán Belón cuyo estreno en su país está programado para el próximo 3 de mayo .
«Presentarla en un festival como el de Friburgo, muy bien armado, con sesiones claras, con excelentes películas en competición, habitable por sus dimensiones, ante un público entusiasta, es un placer y u n honor para mí», subraya Belón (1970), quien estudió Cine y Artes Visuales en su país.
Belón ganó el Premio del Jurado en el Festival Internacional del Film de Amiens, donde también fue galardonado Leonardo Sbaraglia.
Un film compacto
El Campo presenta la vida de pareja de Santiago y Elisa, con su hija de apenas algo más de un año , que decide trasladarse de la ciudad a una vivienda rural en un pueblo alejado de la capital.
La abrupta llegada, con mucho de auto-exilio interno, hace estallar la crisis de la joven pareja . En el paisaje casi fantasmagórico de una abandonada casa de campo se confrontan dos proyectos diferentes de vida , imposibles a consensuar . En un escenario marcados por signos de potenciales horrores que tensan las cuerdas del drama en espera.
El retorno acelerado a la ciudad implicará , a la postre , la derrota de una ilusión lo que implica , también, la caída total de velos y maquillajes entre los dos protagonistas.
La actuación excelente de los ya reconocidos Leonardo Sbaraglia (Santiago) y Dolores Fonzi (Elisa) , es completada por la integración casi perfecta de Matilda, la pequeña «actriz» de algo más de un año de edad.
«Integrar a la nenita fue un desafío mayor, una especie de aventura linda, divertida» comenta Belón .
Ella pod ía actuar solo pequeños tiempos por su escasa edad, «lo que obligó a hacer malabares en el rodaje». Y exigió una gran preparación para ganarse su confianza e ir creando una relación natural y espontánea entre ella y sus padres en el film, analiza.
Para eso «contamos con el apoyo de una profesional especializada, quien nos acompañó todo el tiempo para indicar lo que podíamos o no esperar o exigir de la pequeñita».
El resultado, a pesar de lo difícil de la tarea, es tá ampliamente logrado . «Y a pesar de los riesgos ciertos que existían, logramos un producto – verdad «, señala Belón quien no esconde el gran trabajo de posproducción realizado. I ncorporando sonidos grabados a posteriori, cuando Matilda tenía ya casi un año y med io. Y que la hacen estar presente en el film en todo momento, ocupando un lugar central de ese drama a tres.
Nueva generación, nuevas temáticas
«Mi película y mi producción anterior, especialmente con documentales, hace n parte de l cine de una nueva generación de realizadores argentinos», que ocuparon los espacios vacíos resultantes de la última dictadura (1976-1983) , explica Belón.
Quien había realizado varios documentales y cortos, algunos de gran repercusión internacional. Entre ellos A LUAP ( de la serie de Historias Breves de jóvenes promesas argentinas ); El tango de mi vida; Sofía cumple 100 años etc.
A pesar que sus primeras producciones estuvieron ligados a temas socio-políticos, como el exilio argentino en Francia, «sentí luego la necesidad de hacer otro tipo de cine con temas más universales».
Pienso, subraya, que dramas en relaciones de parejas existen tanto en Argentina, como en cualquier país africano o europeo.
Convencido que los realizadores de países latinoamericanos, del Sur, tienen también el derecho no solo de hablar de la pobreza, de las crisis políticas o sociales, sino de estas temáticas existenciales, que atraviesan la familia planetaria humana.
Cine latinoamericano
El cine argentino, con una buena calidad media y con técnicos con gran experie ncia profesional – al nivel de grandes potencias productoras como Estados Unidos o Europa-, «vive hoy una relativa desaceleración debido a distintos factores como la pérdida de ciertos fondos de apoyo de Europa «. Aunque sigue contando con el apoyo firme de las instancias estatales, subraya Belón.
Ciertos de esos apoyos europeos, explica, se han dirigido a sostener la producción en otros países menos tradicionales o con un cine hasta ahora más subdesarrollado .
Y si es cierto que ciertas producciones nacionales como «la de México, Brasil o Argentina tienen ya una fama de nivel internacional, lo más novedoso ahora en el continente es el surgimiento de nuevas creaciones en países como Panamá, Paraguay, Guatemala y el fortalecimiento en otros como Chile», analiza Belón.
Una dinámica continental muy interesante por la diversidad y la expansión del séptimo arte . «Con niveles de exigencia s más altos que empujan la calidad de toda la producción cinematográfica hacia arriba», an a liza.
«Todo el cine va mejorando en calidad y se reducen las distancias entre la producción de uno y otro país, como lo muestra , por ejemplo, el Festival de Friburgo». C on doce películas en competición provenientes de doce países de tres continentes diferentes, concluye.
* Sergio Ferrari en colaboración con SWISSINFO y E-CHANGER
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.