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Entrevista al escritor Pedro Ángel Palou

«El novelista es un ventrílocuo que le da voz, estructura y tono a los otros»

Fuentes: Clarín de Chile

En entrevista con Clarín.cl Pedro Ángel Palou (1966), escritor mexicano, habla de La amante del ghetto : «El tono de mi novela busca contrastar el mundo de la muerte con el mundo de la vida, los seres humanos tenemos permanentemente un impulso a vivir hasta en los peores momentos, respondemos con ese ímpetu, cuando descubrí […]

En entrevista con Clarín.cl Pedro Ángel Palou (1966), escritor mexicano, habla de La amante del ghetto : «El tono de mi novela busca contrastar el mundo de la muerte con el mundo de la vida, los seres humanos tenemos permanentemente un impulso a vivir hasta en los peores momentos, respondemos con ese ímpetu, cuando descubrí que Christian Dior tenía una escasez de modelos, que contrató a mujeres de Europa del Este y que la modelo favorita de Dior no tiene apellido, no está en ningún libro de la moda -seguramente era una refugiada-, sabemos que se llamaba Tania, así pude disfrazar a Zofia de maniquí, para meterla al mundo de la moda con el seudónimo de Tania». La protagonista está inspirada en Vera Gran, la cantante del cabaret de Varsovia que aparece fugazmente en la película El Pianista de Polanski; Palou reinventó los papeles en el thriller : «Al estudiar la vida de Vera Gran y la travesía del Exudus encontré el tema central de mi novela: los Nokmim -los vengadores- antiguos miembros de la resistencia en el ghetto de Varsovia».

MC.- Pedro, conversamos el año pasado, decías que estabas trabajando en dos novelas: una sobre la escritora norteamericana Katherine Anne Porter, y la siguiente sería sobre la cárcel «El Hongo» del norte de México. ¿Cuándo encontraste la historia de «La amante del ghetto» al punto que dejas de lado las dos novelas que escribías?

PP.- Es muy curioso, incluso después de haber escrito Malheridos (2003), una novela sobre la ocupación nazi en la Isla de Sark, pensé que nunca regresaría a este tema, pero todo empezó hace dos años, justo cuando terminé El Impostor (2012), salieron varios libros: una revisión historiográfica muy interesante sobre la Europa de la posguerra, sobre el papel de los ejércitos y los campos de desplazados, las atrocidades cometidas a las mujeres alemanas, el papel de las mujeres en el mundo nazi que no eran cómplices silenciosas. Desde hace mucho tiempo quería escribir una novela sobre una mujer que se enamorara de un oficial nazi, en un momento inicial de la ocupación -no sabía si en Varsovia o en otro lugar-, desde el punto de vista moral había mucha permisividad para que ella se enamorara del oficial nazi, era la primera intervención militar fuera de Alemania, no se sabía de las atrocidades, ni del genocidio; pero qué pasaría si años después este hombre que era su amor termina siendo su verdugo. Hasta ahí tenía la idea, cuando comienzo a leer los libros sobre la Europa de la posguerra pensé: mi protagonista estará en un campo de desplazados, se irá en el Exudus -el barco que salió de Palestina que fue interceptado por Inglaterra y regresaron a los judíos a los campos de desplazados, no los dejaron ir a Palestina, ni regresar a sus países porque ya no tenían sus casas-, en ese momento leí el libro sobre la cantante que sale fugazmente en la película El Pianista (2001), Roman Polanski se enfocó en el pianista pero no nos damos cuenta de la importancia de la mujer, era su compañera en el cabaret, ella existió, se llamaba Vera Gran, cuando leí su historia dije: «tengo una novela, esta mujer tiene el cuerpo de Vera Gran, la cantante que se presentó en los grandes cabarets de Varsovia, en los años del glamour que no imaginamos después de los años de la ocupación soviética, la Varsovia de 1939 la ebullición cultural, la ciudad cosmopolita, el resplandor de la moda, antes de la llegada de los nazis, Varsovia era un lugar impactante». Al estudiar la vida de Vera Gran y la travesía del Exudus encontré el tema central de mi novela: los Nokmim -los vengadores, antiguos miembros de la resistencia en el ghetto de Varsovia-, terminé de armar al personaje y dejé suspendidas las otras novelas porque tengo una historia que me interesa contar, más apagada a lo que sentía en ese momento.

No es que nunca escribiré las otras novelas, de hecho la historia de la cárcel «El Hongo» está prácticamente terminada, pero no creo que sea un buen momento para publicarla -desde el punto de vista de la recepción de los lectores-, podría parecer oportunista otra novela sobre la violencia en México, una novela más sobre el narcotráfico, en un momento de saturación porque se convirtió en el único tema, no sería leída como lo pensé: una novela social.

MC.- La novela es muy ágil, un thriller de espías que transcurre durante la Semana de la Moda de París (1947), a diferencia de los proyectos de largo aliento de tus novelas históricas mexicanas y la trilogía de los inventores del Cristianismo que escribirás. ¿La amante del ghetto era un escape ante los megaproyectos narrativos y su investigación histórica?

PP.- Fue un descubrimiento saber cómo tenía que ser contada esta novela, no tanto un escape, siempre quise escribir una novela al estilo de Simenon, mi novela noir . Hace años encontré al escritor francés Léo Malet -desconocido en Latinoamérica-, lo descubrí en el año que viví en Francia, escribió una serie de novelas durante la ocupación y los primeros años de la liberación de Francia sobre los barrios de París, en cada barrio se comete un crimen y el Inspector Nestor Dinamita Burma investiga los crímenes, es un genio parisino de los bajos mundos, el detective es muy divertido. Siempre quise escribir un homenaje que a la vez fuera una subversión del género, porque el lector contemporáneo de novela policíaca está acostumbrado a ver las series Breaking bad o 24 , y tiene una estructura narrativa que le impide concentrarse en grandes descripciones sobre la gabardina del personaje o los detalles del invierno, me interesa la reescritura narrativa del thriller en televisión y cómo puede hacerse en la novela, obviamente esto le da agilidad a la escritura, si eres guionista de televisión y te toca hacer Los Soprano , tienes que contar una minihistoria completa de principio a fin en un capítulo, ese tono quería para mi novela, la economía de recursos narrativos te permite crear un suspenso mucho más rápido y contemporáneo, en la actualidad el lector detecta más rápido los trucos del thriller .

MC.- Los diálogos internos son breves, vuelves al recurso de las «cursivas», con la diferencia de los monólogos grandilocuentes y filosóficos de tus novelas históricas, en «La amante del ghetto» las cursivas son ráfagas…

PP.- Las cursivas son la introducción a la conciencia del personaje, aquí fue una intervención mínima sobre lo que está pensando el personaje mientras ocurre la acción. Mi intención era: «nada pueda estar en la novela que detenga la acción, si hay descripción hay acción, si hay diálogo avanza la acción».

MC.- ¿Por qué resolviste la trama con pocos personajes y los organizaste en parejas?

PP.- Son pocos personajes, algunos aparecen como paneos de cine, en realidad son dos parejas: Zofia Nowark y Sholmo Galatz -los espías Nokmim -, Klubert y Hollrielg -los dos nazis que se están ayudando entre sí para escapar-. Cuando presento a los modistas son dos: Christian Dior y Cristóbal Balenciaga, siempre en parejas como dices. También están: Richard Evans -el espía inglés del MI6- y Richard Avedon -el famoso fotógrafo neoyorquino de la revista Vogue -, construí la novela en función de parejas que se convierten en triángulos obviamente. Richard Evans está enamorado de Zofia Nowark, pero ella es pareja de Sholmo Galatz, las parejas se vuelven triángulos, como pasa en la vida real. Muy pronto me di cuenta que el París de la posguerra era un mundo confuso, lleno de espías de todas partes, los franceses no confiaban en nadie -con toda razón-, los ingleses no confiaban en los norteamericanos, los norteamericanos nunca han confiado en nadie, todos tenían espías, incluso los judíos -la pre Mossad -, en un París que buscaba con ansiedad absoluta volver a vivir, Zofia Nowark está muerta en vida, pero el mundo está volviendo a vivir.

MC.- ¿Por qué eliges la cronología de la Semana de la Moda de París?

PP.- Fue fundamental descubrir la Semana de la Moda de 1947, para darle un entorno y como tú bien dices: «comprimir la acción a los días de la Semana de la Moda le dio agilidad a la novela», al llegar a Niza sabes cuándo se terminará la novela, sólo incluí un pequeño prólogo para explicar quiénes eran los Nokmim , de lo contrario el lector podría perderse, o no entender qué hacen en París, era importante explicar porqué se atreven a matar al nazi Kaufman, y de qué se están vengando los Nokmim . El tono de mi novela busca contrastar el mundo de la muerte con el mundo de la vida, los seres humanos tenemos permanentemente un impulso a vivir hasta en los peores momentos, respondemos con ese ímpetu, cuando descubrí que Christian Dior tenía una escasez de modelos -maniquíes les decía Dior-, que contrató a mujeres de Europa del Este, y que la modelo favorita de Dior no tiene apellido, no está en ningún libro de la moda -seguramente era una refugiada-, sabemos que se llamaba Tania, así pude disfrazar a Zofia de maniquí, para meterla al mundo de la moda con el seudónimo de Tania.

MC.- A la par del escenario parisino están los intelectuales contemporáneos de Christian Dior: Jean Paul Sartre, Albert Camus y Jean Cocteau. ¿Los diálogos de los personajes históricos son citas textuales?

PP.- Me interesaba la diatriba entre Albert Camus y Jean Paul Sartre por Tiempos Modernos , en algunos diálogos hay citas textuales; el caso de Juliette Gréco -la mujer que bautizó a los Existencialistas – y del poeta Jean Cocteau incluí citas textuales. Si hay alguien que sea un especialista, un erudito en moda, se dará cuenta de los detalles, por ejemplo: la persona que le abre la puerta a Zofia el día que entra al taller de Dior, tiene exactamente el mismo nombre y apellido de la persona que trabajaba con Dior en 1947, a ese grado de minuciosidad llegó mi investigación. No se trata de introducir a personajes para dotar de verdad al texto, sino de recrear a las personas que interactuaban en la vida cotidiana con mis personajes.

MC.- Es tu novela más cosmopolita, por la época «fashion» y el thriller de espías europeos, ¿le apostarías a la internacionalización de La amante del ghetto?

PP.- Es difícil para un escritor saber qué le pasará al libro, son como botellas al mar. Luego el que crees que será tu libro más leído, es el menos leído, pensé que El Impostor (2012) tendría más lectores, no tuvo esa suerte masiva. Sé que mi agente Guillermo Schavelzon llevará la novela a la Feria del Libro de Frankfurt, está entre sus expectativas más fuertes para vender los derechos y publicar diferentes traducciones, porque como dices: «La amante del ghetto podría viajar muy bien por el mundo», es el libro menos mexicano que he escrito, esas cosas a veces ayudan en el mercado internacional, pero mejor no tener ninguna pretensión, y cuidar a tus lectores leales, un escritor no debe defraudar a los lectores que ya tiene, esto no significa repetirse, tengo en mi literatura un temor a repetirme, por eso mis libros no se parecen. El novelista debe prestarse a las historias de sus personajes, es un ventrílocuo que le da voz, estructura y tono a los otros, por eso mis novelas no se parecen.

MC.- El epílogo de tu novela es el detrás de cámaras, pero no de las pasarelas, sino de tu investigación sobre la ocupación nazi, los Nokmim y la posguerra. ¿Era necesario incluir la bibliografía?, ¿no distrae al lector?

PP.- Algunos lectores me han dicho que no es necesario incluir los epílogos, pero me gusta, es el último diálogo con el lector, los libros abren otros libros -esa es la función de los epílogos en mis libros de ficción documental-, si tuviste acceso a una serie de bibliografías y documentos que son importantes al punto que cambiaron tu percepción de la historia, ¿por qué no compartirlos?, para tomar en cuenta al lector y contarle todo en un breve ensayo: cómo fue tu proceso de elaboración, sigo el modelo de Henry James, a diferencia de que él escribía los prólogos para sus Obras Completas, mejor ser generoso en cada libro y compartir la bibliografía especializada que estudié para cada novela. No dejaré de hacerlo, decía Julio Cortázar: «los pedantes se citan entre ellos, los cronopios citan a otros».

MC.- Finalmente, en la página 207 citas al escritor Álvaro Mutis (1923-2013). Pedro, el año pasado conversamos sobre tu amistad con Carlos Fuentes (1928-2012), y el 22 de septiembre falleció Mutis, ¿cómo lo recuerdas?, ¿escribirás un ensayo en homenaje al Gaviero?

PP.- Don Álvaro era un hombre muy generoso y un gran escritor, lo conocí por el escritor colombiano Eduardo García Aguilar, después invité a don Álvaro a la Universidad de las Américas para que participara en los Diálogos con Sergio Pitol -eran fantásticos-, discutían para ver quién sabía más de los personajes escritos por Joseph Conrad, Pitol era traductor de Conrad y Mutis era un lector juvenil de Conrad, qué par de genios. Yo le debo mucho, largas conversaciones, para Mutis la literatura tenía un sentido vital, obedecía al impulso personal de decir algo y escribirlo muy bien. Es curioso que su mejor amigo sea García Márquez y que no exista un escritor más diferente a Mutis, creo que las más grandes amistades literarias son entre escritores que no pueden ser rivales nunca, porque tienen una visión distinta de la literatura, no hay un cuento de Gabo que se parezca a media página del Gaviero . El problema con los obituarios es que dices algo en el momento, sin pensarlo demasiado, lo que estoy haciendo y tal vez da para un ensayo es una relectura del libro con las andanzas del Gaviero . Lo que hice los días posteriores a la muerte de Mutis, fue releer La mansión de Araucaima (1973) para volver a sentir la voz personal de don Álvaro, me contó anécdotas personales divertidísimas, que serían parte de la picaresca latinoamericana. Para don Álvaro no había una distinción entre la vida íntima y la pública, su vida era hablar de literatura, cuando le pedían que diera su opinión sobre la actualidad, Mutis decía: «el último momento que me importó del mundo fue la caída de Constantinopla, yo no leo periódicos».

Fuente: http://www.elclarin.cl/web/index.php?option=com_content&view=article&id=9514:pedro-angel-palou-el-novelista-es-un-ventrilocuo-que-le-da-voz-estructura-y-tono-a-los-otros&catid=7&Itemid=8