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El Padre Carlos Manuel de Céspedes aún nos convoca a imponer respeto a los enemigos

Fuentes: Rebelión

Mi política no es otra que el triunfo de la revolución, para imponer respeto a los enemigos exteriores e interiores.

En este mes y año, no importa la lejanía de los acontecimientos patrios significativos, los cubanos permanecen fieles a las ideas y actos de los grandes hombres que supieron sembrar el patriotismo en la sementera fecunda del pueblo.

Las presentes luchas son una continuidad de un pasado heroico que merece reverencia y lealtad supremas.

El inicio de la última guerra de independencia el 24 de febrero de 1895, liderada por José Martí, fue a la vez un homenaje a Carlos Manuel de Céspedes, quien cayera en combate el 27 de febrero de 1874, o sea, 21 años antes, y quien lideró el 10 de octubre de 1868 la primera revolución que proclamó la independencia de Cuba y la república de Cuba en armas.

A 147 años de la muerte de Céspedes, quien es reconocido como Padre de la Patria, sus ideas y ejemplo son el rumbo seguro de los destinos presentes y futuros de la nación cubana. Sus hijos no tienen otra brújula para indicar el centro y el corazón de la patria.

Sin embargo, como expresara Céspedes en una comunicación hoy también es una verdad lo que ayer explicitaba: “Como en todos los países y en todas las revoluciones, no han faltado algunos meticulosos y cobardes que aterrorizados con el ruido de los cañones del enemigo… se han presentado a este.”

Hoy esos cobardes y vendidos al mercado y a la prepotencia yanqui se refugian en el territorio del imperio y pretenden oficiar de cantores “salvadores” y blogueros “portavoces” de una patria que con ese y otros gestos han traicionado.

Para casos como esos son preclaras estas frases cespedianas: “Estamos actualmente muy escasos de todo, pero acudimos a los recursos propios del país y nos conformamos, alegramos y llenamos de risueñas esperanzas. Cuba tiene de todo, pero estaría mejor con algunos traidores menos”. Y también estas otras ideas: “Yo siento, repito, que entre nosotros se levanten partidos, se fomenten divisiones, cuando éstas no marchan de consuno al exclusivo fin de salvar la Revolución, de allegar recursos a los patriotas que sacrifican sus vidas por la libertad de Cuba”.

Los destinos de la patria siempre han estado ligados a la revolución como proceso liberador y transformador, de ahí que la política en Cuba se define por la actitud interna o externa que se asuma ante la obra magna del pueblo: su revolución. Por eso resultan esclarecedoras al respecto las ideas de Céspedes:

“Mi política, que no es otra que el triunfo de la revolución, para imponer respeto a los enemigos exteriores e interiores”.

“Soy amigo, soy hermano de todo hombre de alma generosa y elevada que participa del interés que me inspira la suerte futura de mi patria, por cuya libertad e independencia sacrificaré mi vida sin que haya ninguna circunstancia por difícil y aflictiva que sea capaz de alterar esa inquebrantable voluntad”.

En síntesis, este es legado del Padre de la Patria, que se debe preservar como tesoro inmaterial de la nación cubana. El recuerdo y el comportamiento consecuentes ante los desafíos presentes y futuros serán el mejor tributo a los Héroes del pasado.