En Finlandia un ataque eclesiástico contra los gais ha hecho que más de 50.000 feligreses se borren de inmediato de la iglesia, en este caso luterana, una rama cristiana. Pero es que en Finlandia las personas, la población tiene cultura cívica, respeto por los demás, y la iglesia no es más que una organización a […]
En Finlandia un ataque eclesiástico contra los gais ha hecho que más de 50.000 feligreses se borren de inmediato de la iglesia, en este caso luterana, una rama cristiana. Pero es que en Finlandia las personas, la población tiene cultura cívica, respeto por los demás, y la iglesia no es más que una organización a la que cualquiera se apunta voluntariamente y se desapunta cuando considera oportuno. De la misma manera son los feligreses los que pagan a los que representan la superstición religiosa.
En España es diferente, ya lo ha dicho usted: aquí, si le ha echado el agua en la cabeza al poco de nacer alguno de esos brujos dese por católico. Si usted quisiera alguna vez borrarse de semejante censo de cabezas mojadas, no se lo van a consentir. Ya sabe lo que decía el asesino con voz agallinada que les hacía el trabajo sucio: «España es católica». Por ese chiste siniestro los gestores del régimen hoy les dan 1.000 millones de euros (166.000.000.000 -ciento sesenta y seis mil millones- de pesetas) de la hucha de todos.
La diferencia entre Finlandia y España es fundamental, allí paga quien quiere ir al espectáculo y aquí nos quitan el dinero por la cara. Allí se apunta y desapunta quien quiera, y aquí te apuntan cuando eres un inconsciente -luego hablan de respeto- y cuando eres consciente no vas a poder desapuntarte. En Finlandia la gente en general les exige respeto, y en España su jefe, que se autotitula «representante de Dios» ¡ahí es nada!, viene y se empeña en echarnos la buenaventura colectiva. ¿Ese juego de manos de cruzado mágico cuesta 1.000 millones de euros? Pues es una estafa, y punto.
Hay elecciones y tienen que mover a su tropa absolutista para que los asustadizos voten a sus empleados, que luego estos les pagarán lo que les pidan. Hay que hacer la declaración de la renta y quieren que además de lo que nos quitan de la cartera común (salimos a 300 euros por persona desde la primera edad hasta la última) la gente les elija para otorgarles una parte de lo que declara a Hacienda. Su jefe viene e insulta al laicismo, a los que no nos dejan borrarnos, a los que no nos creemos sus cuentos de terror, a los gais, a las mujeres, defiende los crímenes franquistas, … y encima se va diciendo que cómo somos, que aquí no se puede vivir, y desde el coche, que pasaba a toda velocidad porque no había nadie para saludarle, quería echarnos la buena ¿o la mala? ventura colectiva, y eso que nadie le daba la mano para que soltase su charlatanería. Si esto fuese Finlandia …
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica», editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria ([email protected])
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