Artur Mas, aquel president que se mofó en sede parlamentaria (con el apoyo, risas y servilismo de numerosos diputados de CiU), sin rectificación posterior, de la forma en que hablaban castellano los niños gallegos y andaluces («»No se’ls entén», ¡No se les entiende!»), pidió -esta vez sí- disculpas el pasado jueves, el día de la […]
Artur Mas, aquel president que se mofó en sede parlamentaria (con el apoyo, risas y servilismo de numerosos diputados de CiU), sin rectificación posterior, de la forma en que hablaban castellano los niños gallegos y andaluces («»No se’ls entén», ¡No se les entiende!»), pidió -esta vez sí- disculpas el pasado jueves, el día de la Lotería «Nacional».
¿Por qué? ¿Porque el gordo no ha caído en Catalunya? En serio: ¿por los privatizadores e inhumanos recortes en sanidad? ¿Por sus contrarreformas fiscales? ¿Por su permanente y no ocultada subordinación a los designios, procedimientos y ritmos del Círculo de Empresarios catalán? ¿Por haber modificado la ley en sucesiones en beneficio de las capas más privilegiadas de la sociedad catalana? ¿Por su insultante cosmovisión neoliberal, fuertemente abonada por el ex intelectual Andreu Mas-Colell? ¿Por su soberbio desprecio al grupo parlamentario de ICV-EUiA? ¿Por el PIRMI y su ofensiva contra los sectores más vulnerables de nuestra sociedad? ¿Por los acuerdos entre la conselleria de Educación, una supuesta instancia defensora de la escuela pública, y la empresa privada de Educación de la señora Patricia Botín? ¿Por haber apoyado otro tinglado borbónico, la fundación de Felipe de Borbón? ¿Por esa infamia denominada «ticket moderador» que, probablemente, también tengan que modificar? ¿Por la subida de los transportes públicos y la anunciada subida del agua? ¿Por sus acuerdos, sin luz y taquígrafos, con el PP? ¿Por la privatizadora gestión en el Ayuntamiento de Barcelona? ¿Por haber designado y apoyado a un conseller de la bajura política de Boi Ruiz? ¿Por habernos «regalado» como vicepresidente del país la democristiana Joana Ortega, con sus ofensas al Memorial Democràtic y a la memoria de todos los republicanos y antifranquistas y sus estudiadas y pueriles mentiras sobre su propio curriculum?
No, nada de eso, los tiempos no cambian en esos escenarios. No todo fluye. La disculpas han estado motivadas por la medida tomada contra los 230.000 trabajadores de la Administración pública catalana, por las reacciones ante ella más bien ¿Qué medidas? El 20 o 21 de diciembre, el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell anunció que los empleados públicos cobrarían su salario de diciembre de una forma un tanto especial: la parte usual el 21 o 22, eso sí, con una curiosa retención complementaria: la de la paga extra que, por el momento, no cobraban. La paga, no toda ella, se cobraría el 28 o 29, el 80%. El 20% restante en fiestas posteriores. Ya se hablaría; ahora no tocaba hablar de ella.
A ver, a ver… Con más calma. Toman una decisión sin precedentes, no dicen esta boca es mía hasta el momento de su aplicación -mientras, por otra parte, afirman y publicitan «negociar» -sin negociar una coma- con los sindicatos de los trabajadores públicos las condiciones laborales de éstos del próximo año- y retienen el IRPF de un dinero que aún no ha sido abonado. ¿Impuestos antes del cobro? Exactamente, como han leído. Una gran invención, una probable genialidad económica del catedrático de la Pompeu Fabra, el «minnesotto» Andreu Mas-Colell. Como ha señalado Joaquín Miras: ¡ni al mismísimo Groucho Marx se le hubiera ocurrido!
Bueno, de acuerdo, se dirá, pero al fin y al cabo han perdido perdón. Errar es de humanos, aunque estos sean nacionalistas catalanes. Han admitido incluso que se ha roto «la fina línea de credibilidad». ¡Qué gente tan honesta! ¡Qué cintura para la rectificación! Tal vez sí o no tal vez no tanto y las encuestas de estos días (y la movilización de los trabajadores públicos) han jugado aquí su papel. Algunos datos.
La última encuesta sobre la percepción de las Políticas Públicas y Valoración del Gobierno del Centro de Estudios de Opinión (el CIS catalán) [1] así parecen indicarlo: el 49,4% de la ciudadanía desaprueba la tarea del ejecutivo catalán durante este último año (sólo la aprueba el 39,5%). La nota media dada al ejecutivo es 4,49 (cifra significativamente inferior al 5,02 de diciembre de 2009 otorgado al gobierno «tripartito» que nunca fue tripartito: PSC, ERC, ICV y EUiA (sí el de ahora: CDC, UDC, PP- en el poder [2]).
Al Gobierno de la Generaliat sólo lo aprueban los votantes de CiU con un 5,67 de nota. Son «fieles», serviles en muchos casos, dependientes en otros, muy o bastante nacionalistas en general y muchos de ellos apenas usan los servicios públicos. Son gente de clase con clase y lo público, en su opinión, es para los pobres o los obcecados.
El 49,5% de los encuestados -vale la pena retenerlo- no sabe señalar qué es lo mejor que ha hecho el Gobierno en su primer año de rodaje. De cada dos uno (yo estoy entre ellos). Eso sí, la ciudadanía sabe muy bien lo que ha hecho peor el «gobierno de los mejores»: el 44% considera que han sido los recortes sanitarios. ¡No toda la culpa la tiene el gobierno de Madrid! ¡Un exitazo indiscutible de Mas-Colell y Boi Ruiz! ¡Felicidades y año con salud!
Y no se lo pierdan: para el director del CEO, Jordi Argelaguet, la preocupación de los ciudadanos por el tema sanitario se debe a que «cuando se hacía la encuesta, había manifestaciones con gente de bata blanca cortando las calles». Ello, añadió el señor Argelaguet, «evidentemente caló en el imaginario popular». ¿Se imaginan a un director del CIS expresándose en esos términos? ¡»Gentes con bata blanca cortando las calles»! ¡Qué sutileza, qué cortesía, qué precisión!
Los ciudadanos catalanes suspenden al Gobierno de los mejores privatizadores en los siguientes parámetros: política de sanidad: 4,09; servicios sociales, 4,72; enseñanza pública: 4,85; materia económica: 4,08; estado del autogobierno: 4,81; lucha contra el paro: 3,40. Se le aprueba en transporte público: 5,99 (la encuesta es anterior a la subida de la T-10 en un 12%, está hecha a 1.800 personas entre el 5 de octubre y el 9 de noviembre), en cultura (5,72), en la red ferroviaria (5,61), en medio ambiente (5,46), en política lingüística (5,44) y en seguridad ciudadana (5,23) [3].
Además, el 59,4% no está dispuesto a aceptar un recorte en los servicios sanitarios. El 58,5% cree que se han de mantener los impuestos para mantener los mismos servicios, mientras que casi el 20% estaría dispuesto a pagar más impuestos si se mejora la prestación de esos servicios. No es mala señala [4].
Sobre la gestión del Gobierno, sobre los servicios y prestaciones desarrolladas por la Generalitat, los ciudadanos le dan un 4,96 de nota media (en julio del 2010 era un 5,39). Nuevamente, en este apartado, sólo los votantes convergentes y de SI dan el aprobado a Mas.
El sentimiento nacionalismo catalán también ha disminuido, no así el español [5]. Según el barómetro del pasado mes de junio, el 42,8% se sentía tan español como catalán, mientras que el 26,2% se sentía más catalán que español y el 20,2% se sentía sólo catalán. Según la última encuesta, el 41,1% se siente tan español como catalán; el 24,2 se siente más catalán que español y sólo el 12,1% se siente sólo catalán.
En síntesis: no es signo sólo de cortesía; las encuestas y la nota media recibida por el president y sus consellers -¡un 4,49!- habrán jugado su papel. ¿Qué hacer entonces? Abonar el mismo sendero de resistencia y dignidad, y decir claro y alto que no en nuestro nombre, que el ataque al semi Estado de bienestar -conquistado tras años de esfuerzo y lucha- no es una agresión que vaya a contar con las simpatías ciudadanas ni con su colaboración.
¡En pie de oposición y de lucha! ¡Ya hemos despertado, no queremos dormir más!
Notas:
[2] En 2010 no se realizó porque fue en diciembre cuando el gobierno Mas tomó posesión
[3] A.M.V., «Els catalans suspenen el Govern d’Artur Mas per les retallades». Público, 23 de diciembre de 2011, pp. 1-2 (edició catalana)
[4] Sólo un 14,8% de la ciudadanía cree que habría que bajar los impuestos aunque «sea en detrimento de la calidad de los servicios públicos».
[5] Antes se sentían más españoles que catalanes el 3,6%, porcentaje que ahora se sitúa en el 9%. Se sentían sólo españoles el 5,4%, que ahora han pasado a ser el 5,1%: del 9% en total al 14,1%.
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