Mientras en toda Europa resuenan las alarmas advirtiendo del riesgo de que la ultraderecha, los aliados antieuropeos de Vladímir Putin, se haga con la Presidencia de Francia, Alfonso Fernández Mañueco se convirtió este lunes en presidente de Castilla y León con el apoyo de los aliados españoles de Marine Le Pen.
Alfonso Fernández Mañueco ya es presidente de Castilla y León con los votos del PP y de Vox en virtud del acuerdo que ambas formaciones firmaron después de las elecciones para repartirse el nuevo Gobierno de la Junta. Al final, los ultras tendrán una Vicepresidencia —sin cartera, a pesar de que siempre reclaman una reducción de cargos públicos— y tres de las diez consejerías, además de la Presidencia de las Cortes.
Las Cortes de Castilla y León hicieron historia al filo de las 21:30 horas: 44 votos a favor (31 del PP y 13 de Vox), y 37 en contra. Todos los demás: PSOE, Soria Ya, Por Ávila, UPL, Unidas Podemos y Ciudadanos.
Para conseguir el apoyo de Vox, Mañueco no sólo ha cedido poder ejecutivo sino que ha abrazado el discurso de la extrema derecha en asuntos como la violencia machista, el veto parental, la memoria democrática o la transición ecológica.
El nuevo presidente de Castilla y León confirmó que antes del mes de agosto su Gobierno de coalición remitirá a las Cortes un proyecto para elevar a la categoría de ley el concepto de “violencia intrafamiliar” con el que Vox intenta, desde su nacimiento, negar la existencia de una violencia específica contra las mujeres por el hecho de ser mujeres que es la base de la estrategia contra la violencia machista que apoyan, o apoyaban hasta ahora, todos los partidos del arco parlamentario con la única excepción de los ultras.
El PP castellano y leonés asume también la idea del veto parental. “Apostamos por un modelo educativo libre de adoctrinamiento ideológico”, proclamó siguiendo al pie de la letra las exigencias de Vox, aunque “en esta comunidad no hay adoctrinamiento ni lo va a haber por parte de nadie”, añadió Mañueco. A pesar de lo cual, proclamó anunciando la creación de un mecanismo como el veto parental, “garantizaremos el derecho inalienable de de los padres a decidir la educación de sus hijos”.
También en materia de memoria democrática. No estaba en el acuerdo firmado con Vox —lo que revela que la coalición tiene una agenda que va más allá del acto conocido el 10 de marzo—, pero eso no ha impedido a Mañueco anunciar que la coalición enviará a las Cortes antes del 30 de junio un proyecto de ley en materia de memoria histórica que llamará “de concordia” e integrará toda la regulación existente al respecto. ¿Para qué? Con el fin de reivindicar la historia “común”, “entenderla como elemento integrador para la reconciliación”, avanzar en la “reconciliación” y evitar su “uso” para “dividir” a los españoles. La paradoja es que con la nueva ley Mañueco cuestiona un decreto previo aprobado en su día por el propio PP.
Génova apoya
Elías Bendodo, coordinador general del PP y número tres de de la nueva dirección de Alberto Núñez Feijóo, refrendó poco después esta propuesta y la de “violencia intrafamiliar”. “Ya está bien de que la izquierda haga política con el pasado o con la violencia de género, hacen un flaco favor a todas las partes. Es positivo que haya una normativa que contente a todo el mundo”, añadió poniendo al mismo nivel a las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura y a los verdugos. “Que se plantee una norma que reconozca el papel de las víctimas en ambos bandos es positivo, no hay que seguir dividiendo a la sociedad”, remachó.
No son los únicos discursos de Vox que Mañueco abrazó en su intervención con la bendición de Feijóo y del PP de toda España. También criticó el modelo de transición energética que impulsan el Gobierno de Pedro Sánchez y la Comisión Europea y que es una de las patas fundamentales del programa de fondos de reconstrucción tras la pandemia, e hizo suyo el discurso antiglobalización de los ultras al denunciar que los productos españoles se ven obligados a competir en condiciones de competencia desleal con otros procedentes de fuera de la Unión Europea.
El portavoz de Vox y futuro vicepresidente de la Junta —como tal se presentó en la tribuna—, Juan García-Gallardo, prometió “apoyo” y “lealtad” a Mañueco, al que agradeció el acuerdo de coalición. Pero no tardó en dejar claro que no se conforma con lo firmado. El que será número dos del Gobierno de Mañueco habló de “delirio climático” para referirse a la crisis medioambiental que según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) está a punto de no tener marcha atrás y hacer del planeta un lugar inhabitable, prometió “guerra cultural” desde las consejerías que ocuparán a partir de la semana que viene y anticipó que su partido recortará desde la Junta las “ultrasubvenciones” que, sostuvo, reciben sindicatos y organizaciones empresariales.
“Somos el partido de la ley y el orden”, se vanaglorió, que cree en una “España unida y fuerte”. Que no cree en el Estado autonómico y que seguirá pidiendo, aun desde la Junta de Castilla y León, la devolución de competencias al Estado en materia de educación, de sanidad o de justicia.
García-Gallardo se mostró “orgulloso” de haber arrancado al PP una ley de “violencia intrafamiliar” que pondrá fin en Castilla y León a la especificidad de la violencia machista contra las mujeres y una norma “que garantizará que la historia no sea utilizada como elemento de división”.
“Este acuerdo devuelve la esperanza a una parte relevante de la España olvidada y recupera la ilusión de todos los españoles”, subrayó el virtual vicepresidente de Mañueco. “España mira a Castilla y León para ver qué vamos a hacer”, advirtió.
En la tribuna de invitados estaba el presidente de Vox, Santiago Abascal, al que por la mañana acompañó Ana Pastor, enviada por el PP en representación de Feijóo. Abascal abundó en el mensaje de García-Gallardo: “Era muy importante estar apoyando a este Gobierno de coalición que abre una nueva etapa en Castilla y León, pero sobre todo constituye una gran esperanza para millones de españoles que observan este Gobierno como posible alternativa para toda España”.
¿Será así? Elías Bendodo, desde la calle Génova, no lo descartó. De momento “es muy precipitado” hablar de coaliciones PP-Vox en Andalucía o en las comunidades autónomas y ayuntamientos que se renuevan en 2023 o para formar Gobierno en España. “El PP siempre sale a ganar y a conseguir una mayoría suficiente para no depender de nadie. A partir de ahí”, no obstante, en el caso de no tener esa mayoría suficiente, “iremos viendo situación a situación ”, reconoció.
Alfonso Fernández Mañueco dejó claro que no ve ningún problema en pactar y compartir gobierno con Vox, un partido de ultraderecha aliado de Le Pen, Orbán y Bolsonaro. Las críticas de la oposición las atribuye a “prejuicios” y “ataques preconcebidos”, hasta el punto de afirmar que el pacto es “beneficioso” para “mejorar nuestra calidad democrática”.