Nada queda del discurso que catapultó a Pedro Sánchez a recuperar la dirección del PSOE. Las críticas al IBEX 35, el giro social, el acercamiento a Podemos y el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado se han esfumado. El PSOE de Sánchez ha pasado de la defensa del «No es No» a Rajoy a ser […]
Nada queda del discurso que catapultó a Pedro Sánchez a recuperar la dirección del PSOE. Las críticas al IBEX 35, el giro social, el acercamiento a Podemos y el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado se han esfumado. El PSOE de Sánchez ha pasado de la defensa del «No es No» a Rajoy a ser la muleta de los populares en el mantenimiento del 155, y del reconocimiento de Cataluña como nación a exhibir dureza.
Legislar para reprimir
La mayoría de encuestas favorecen Ciudadanos en la carrera hacia la Moncloa y sitúan en tercera posición a un PSOE que, ni consigue liderar las dos grandes reivindicaciones sociales actuales: la defensa del sistema público de pensiones y la igualdad entre hombres y mujeres, ni resituarse en un relato creíble sobre la cuestión territorial. En un nuevo giro para intentar la remontada Sánchez se suma al discurso del odio y la división que lidera Ciudadanos. En este sentido, Sánchez ha propuesto modificar el delito de rebelión para adecuarlo al escenario catalán, es decir, que si no hay delito -porque no ha habido violencia – hay que crearlo. En la misma línea, ha acusado a Quim Torra de ser el Le Pen español, en lo que es una clara carrera para ver quién es más beligerante contra el sobiranismo catalán. Unas propuestas que la dirección socialista reconoce que son frustrantes por su bajo eco y recorrido.
El intento desesperado de Sánchez por recuperar terreno electoral, en base a competir en el relato populista nacional-español, puede ser su propia tumba política. Un PSOE avanzando discursivamente por la derecha a Ciudadanos, en lo que es una táctica electoralista hacia el desastre. No obstante, no hay que olvidar que, previamente, Sánchez intentó ser presidente con un acuerdo de legislatura con Albert Rivera, que no obtuvo los apoyos necesarios.
Nacionalismo español
Un giro que muestra la sintonía con los populares en una respuesta conjunta, del PP y del PSOE, contra el independentismo, de la que se desmarca Ciudadanos. El PP muestra así a los de Rivera el «sentido de Estado» de Sánchez, en una estrategia del bipartidismo frente a un Ciudadanos crecido por las encuestas. En este sentido, el líder socialista ha pactado con Rajoy la aplicación de un 155 «contundente» -sin especificar medidas, pero señalando Tv3 y la política educativa-, según el camino que tome el Govern de Torra. Así mismo, el PSOE ha apoyado la prórroga de la intervención de las instituciones catalanas, una vez nombrado el nuevo Govern de Cataluña, argumentando que este no se adecúa a la ley y a la Constitución. Nada más lejos de la realidad cuando, tanto los presos políticos como los exiliados, no han sido condenados ni inhabilidades, todavía, por sentencia firme y que, por lo tanto, tienen intactos sus derechos políticos.
El acuerdo avalado por el Senado para la aplicación del 155 era claro, una vez formado el gobierno la intervención se levantaría. Ahora, con el veto del Gobierno español y el mantenimiento del 155 la carrera por liderar el bloque nacional-español continúa. En este sentido, haciendo gala de su demagogia populista particular del «todo se vale contra Cataluña», Ciudadanos presiona a Rajoy para que sea más contundente en la aplicación del 155 y, no se levante mientras no haya un «acatamiento expreso de la legalidad» de lo que Rivera denomina «gobierno rebelde» de la Generalitat . En esta línea, Rivera ha lanzado la plataforma «España Ciudadana» donde el discurso anticatalanista y por la unidad de España es el punto central de un relato, el de «levantar España», que cada vez recuerda más al de la ultra derecha nacionalista española.
Una situación donde la deriva del PSOE por competir con Ciudadanos acabará reforzando a los de Rivera, en un ejemplo más de la crisis del «socialismo» que no se da cuenta que -tal como pasó en Francia- el electorado vota el original, no a los imitadores.
Jesús Gellida, politólogo y escritor.
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