En máxima discreción, las negociaciones han avanzado en los últimos días y desde el bloque plurinacional no dudan en que habrá Gobierno. Esquerra radicaliza sus posiciones para no perder ante el electorado catalán.
“Hasta las 11:30 del martes se hicieron modificaciones en el documento del acuerdo en el punto sobre financiación autonómica”, comenta a El Salto uno de los diputados de los partidos firmantes del acuerdo entre PSOE y Sumar presentado ese mismo día. La convocatoria para el acto público de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz era a las 12.30 (se retrasó casi 45 minutos). Hasta un rato previo a la presentación todavía se seguía discutiendo.
Otra fuente calificada que tuvo mucho que ver con el acuerdo también dejó trascender que en la madrugada del lunes, a la una, es decir menos de medio día antes, todavía no estaba concluida la discusión de la reducción de la jornada laboral, que finalmente vio la luz, aunque de forma parcial respecto a lo que pedía Sumar.
Estos dos ejemplos grafican con contundencia las prisas que tenía Ferraz en firmar el acuerdo, prisas inversamente proporcionales a la lentitud con la que comenzó la discusión. Los de Sumar debieron presionar no solo para discutir los temas sino para que hubiera medidas concretas. Es el manual de política básica sanchista: jugar con los tiempos, ir de mínimos al principio y tensar al máximo la cuerda sobre el final con presuntas prisas necesarias. Una película ya vista varias veces pero que les sigue funcionando.
Lo cierto es que ya hay un acuerdo programático de Gobierno progresista que a muchos ha dejado poco satisfechos pero que incluye varias promesas de campaña de Díaz. A sabiendas del sinsabor que dejó una redacción posibilista, Sumar prepara crear un mecanismo de control del acuerdo que sea con reuniones constantes y regulares. Habrá novedades de ello en los próximos días pero, mientras tanto, el escollo principal para una investidura ya casi segura es la competencia feroz entre Esquerra Republicana y Junts per Catalunya.
Enemigos íntimos
Sin eufemismos, uno de los dirigentes que está más involucrado en la negociación con eje Madrid-Barcelona-Waterloo respondió a El Salto ante la pregunta por la marcha del acuerdo: “No podemos decir nada. Pero somos muy optimistas. Esto no tiene vuelta atrás”.
De las consultas hechas a fuentes del PSOE, Sumar y del soberanismo catalán quedan varias conclusiones. La primera: a hoy día es casi un hecho que habrá investidura y que la sesión será convocada entre el 6 y el 13 de noviembre. La probabilidad se desequilibra con creces hacia el éxito de las negociaciones pero nunca hay que desestimar un cisne negro sobre el final.
Con una discreción a la que que no nos tienen acostumbrados, y con marchas y contramarchas lógicas de esta dinámica, la negociación está muy avanzada y el reto ahora es que la rivalidad entre las dos mayores formaciones catalanes no haga volar todo por los aires. Sin olvidar, además, que en Catalunya también hay fuerzas que no tienen escaño en el Congreso pero pesan mucho en la discusión pública, como la Assemblea (ANC), Òmnium, la CUP y el Consell de la República, comandado por Puigdemont y que para peor sus bases votaron esta semana mayoritariamente en contra de llevar a Sánchez a la Moncloa en una consulta, eso sí, con escasa participación.
Otra conclusión que se recoge de las preguntas a los involucrados es que en este momento el mayor escollo es Esquerra. Un diputado del bloque progresista reflexionaba esta semana: “Junts ha cogido la delantera y tiene mucho protagonismo y a ERC le queda poco margen. Y ha sido el socio preferente del PSOE y lo ha aguantado y ahora está jodido por la competencia, ese es el lío. Junts fue más hábil”.
Se puede decir que Ferraz saldrá al rescate (simbólico, como todo en estos tiempos de política de espectáculo) de ERC y hará lo posible para que no quede como el perdedor en todo el proceso negociador. Hay que recordar que una amnistía vuelve a poner en la pista electoral (si lo desean) a Puigdemont y Oriol Junqueras, los dos pesos pesados del independentismo, y que de hecho se han enfrentado en 2019 como cabezas de lista en las elecciones europeas.
“Está pasando lo que esperábamos que pasase, Junts y ERC se miran de reojo en todo. Empieza a darle miedo al uno respecto del otro y viceversa por lo que vayan a obtener (de la negociación) y tienen miedo de qué van a sacar cada uno del acuerdo y quedar mal ante su electorado”, añade un alto cargo del Gobierno en funciones que conoce algunos entresijos.
Uno de los diputados de sensibilidad soberanista ha asegurado a El Salto que tanto Junts como ERC han aceptado que no habrá pacto sobre el referéndum antes de la investidura y que es algo se debatirá a posteriori, aunque desde Barcelona y Waterloo no quisieron responder al respecto. Todavía resta saberse si el PSOE aceptará o no un mediador, que es una salvaguarda para el referéndum: no definir nada ahora y que sea el mediador el que lo proponga en uno o dos años (esa es una de las propuestas insignia de Junts).
El PSOE ha confirmado, eso sí, que las charlas no son solamente sobre amnistía y que inclusive Junts habla de temas más del comer. Aunque en ello, Esquerra es el que más insiste, especialmente con la transferencia del Rodalies (Cercanías) a la Generalitat. “Es un dardo envenenado eso, que haya un cambio a mejor en los trenes requiere muchísima inversión, no sé por qué lo piden”, admite encogiéndose de hombros un alto cargo del partido de la rosa roja. En Sumar también se sorprenden: “No sabemos por qué ERC insiste tanto en los Rodalies”.
El partido del president Pere Aragonès también está haciendo hincapié en las inversiones del Estado en Catalunya, que venían de su suelo histórico en la época de Rajoy y mejoraron bastante en tiempos de Sánchez. También en algunas transferencias pendientes consagradas en el Estatut. La desjudicialización en materia de lengua con un gobierno del PSOE está asegurada porque PSC ERC, En Comú Podem y Junts comparten el criterio de la inmersión lingüística y eso fue plasmado en la ley del Parlament aprobada hace año y medio.
En este marco, el líder del PSOE anunció que impulsará que el Comité Federal del PSOE apruebe consultar a la militancia si avala los acuerdos con los partidos con representación parlamentaria que podrían apoyar su investidura, incluidos con los que negocian la amnistía, que será la pieza angular y, además, el elemento más atacado por las derechas política, mediática y judicial. Al principio había trascendido que sería solamente una pregunta por el acuerdo con Sumar pero será extensivo a todo.
En tanto, avanzan también los acuerdos con EH Bildu, PNV y BNG. Los primeros quieren asegurarse que todo cambio laboral mantenga la prevalencia del convenio autonómico por sobre el estatal, debido a la importancia de los sindicatos ELA y LAB allí. PNV ha expresado su malestar por el pacto con Sumar y la posible “invasión de competencias” que conlleve, aunque se encamina a una posición convergente, al igual que el BNG, que aspira especialmente a sacar un compromiso sobre inversiones y la transferencia de la AP9.
Hijo de las prisas
En Sumar creen que el PSOE quiso dar un sprint final al acuerdo para poder escenificar ante los demás socios que ya el proceso está encauzado y que es hora de empezar a cortar los flecos pendientes.
Algunos diputados de Sumar no estuvieron del todo conformes con el contenido. En un posteo en sus redes sociales, el exportavoz Pablo Echenique bromeaba con sarcasmo con el exceso de palabras voluntarias que tiene el documento de 48 páginas y once apartados. Muchos “impulsaremos”, “promoveremos”, “procuraremos”, y todos los sinónimos que la RAE permita. En Podemos los cargos institucionales dejaron saber bien pronto que creen que no se logró lo suficiente.
Los negociadores ‘yolanders’ son conscientes de ello en parte pero tuvieron la amarga experiencia de tener la presión desde el flanco izquierdo y también la de los socialistas, que tras hacer un camino de tortuga se transformaron en veloces liebres. Si bien hay una sobredosis de voluntarismo y palabras vacías, debe decirse que el acuerdo contiene muchas de las propuestas de campaña de Sumar. La reducción de la jornada laboral fue de 37,5 horas cuando se deseaba en 32 para el final de la legislatura, pero esto es una negociación.
En el PSOE rebosaban el martes pasado de alegría en la cinemateca del Museo Nacional Reina Sofía, donde fue la firma formal de Sánchez y Díaz. Saben que son el partido alfa del progresismo español y que controlan los tiempos. No es casualidad que el “querido Pedro”, como dijo dos veces Díaz, no haya ni mencionado en su discurso la reducción de la jornada, el incremento del salario mínimo y el endurecimiento del despido.
En Sumar son conscientes de ello y están satisfechos porque dentro de las prisas impuestas se han obtenido mejoras sociales que quitaron de la agenda al menos por un par de días la amnistía y Catalunya. Pero cerca de Díaz saben que el PSOE no es fácil. De hecho, en la legislatura pasada, los cálculos propios es que se cumplió un 70 por ciento del acuerdo programático firmado a fines de 2019, y mucho gracias al constante (y desgastante) tironeo de Podemos y los soberanistas.
Por ello es que se intentará sofisticar el control del acuerdo y desde Sumar están explorando formas para tener un mecanismo que fiscalice los cumplimientos y los tiempos, que sea de forma regular. Parece un siglo atrás pero fue hace cuatro años cuando Pablo Iglesias pactó con Sánchez una comisión revisora del acuerdo de investidura que pudiera reunirse cuando alguna de las partes lo solicitase. Ocurrió pocas veces y fue solo cuando la sangre estaba por llegar al río. La idea ahora es no repetir el mismo esquema sino aceitarlo y rutinizarlo.
Las piezas van encajando y la pesadilla de la repetición electoral en pleno invierno parece que quedará en eso, en solo un posible mal sueño.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/politica/psoe-prisas-socios-investidura