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·El presidente dice que está «bien de ánimo», pero restringirá los partes médicos para evitar que «el enemigo se aproveche»

El pueblo cubano vive con tranquilidad el relevo temporal de Fidel Castro

Fuentes: Gara

Fidel Castro envió un segundo mensaje con tono tranquilizador, en el que dice que su salud es «estable» y que se encuentra con buen ánimo. La escasa información sobre su estado de salud ha desatado multitud de especulaciones. Sus detractores auguran su pronta muerte y, con ella, el fin de una era en Cuba. El […]

Fidel Castro envió un segundo mensaje con tono tranquilizador, en el que dice que su salud es «estable» y que se encuentra con buen ánimo. La escasa información sobre su estado de salud ha desatado multitud de especulaciones. Sus detractores auguran su pronta muerte y, con ella, el fin de una era en Cuba. El presidente del Parlamento, en cambio, afirmó que hablaron durante media hora. Fidel Castro explica que la falta de información sobre su salud se debe a que sus enemigos podrían usarla para desestabilizar el país caribeño.

El presidente cubano, Fidel Castro, dijo en un nuevo comunicado, leído el martes a la noche en televisión, que de ánimo se encuentra «perfectamente bien», pero que en las actuales circunstancias su salud es un «secreto de Estado».

«Yo no puedo inventar noticias buenas porque no sería ético y si las noticias fueran malas el único que va a sacar provecho es el enemigo. (…) Debido a los planes del Imperio, mi estado de salud se convierte en un secreto de Estado que no puede estar divulgándose constantemente». «Lo más que podría decir es que la situación se mantendrá estable durante muchos días antes de poder dar un veredicto», añade.

«Estoy muy agradecido por todos los mensajes de nuestros compatriotas y de muchas personas en el mundo. Lamento haberle causado tanta preocupación y molestia a los amigos en el mundo. De ánimo me encuentro perfectamente bien».

«El país esta preparado para su defensa por las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el pueblo. Nuestros compatriotas lo conocerán todo a su debido tiempo como paso cuando mi caída».

Otro día de verano

Los primeros días en el que Cuba vivió sin que Fidel Castro estuviera al mando del país en más de 47 años, transcurrieron con la normalidad de las vacaciones veraniegas: un intenso calor que pica desde las siete de la mañana, menos tránsito que el de la temporada escolar y una guardia policial callejera reforzada por el asueto y la cercanía de los carnavales.

Cientos de trabajadores retocan la parte más visible de la ciudad, para recibir a una caravana de jeques, monarcas, ministros, funcionarios, guardaespaldas y periodistas, que irá desembarcando en la isla en setiembre, para asistir a la cumbre de los países no alineados.

En algunas calles brillan las rayas amarillas y blancas recién pintadas. En otras se deslizan las nuevas capas de asfalto. En vías señoriales, como las avenidas Paseo y Presidentes, en el barrio del Vedado, las fachadas se alegran con pintura y acabados. En el Malecón toman forma las hileras de graderías y vallas que desde el próximo viernes marcarán la frontera entre la multitud y la columna de comparsas del carnaval.

Aparentemente nada ha cambiado, pero mucho ha cambiado en este país, desde que la proclama del comandante sacó a los cubanos de la modorra nocturna, a la hora en que esperaban un nuevo capítulo de la telenovela brasileña de los lunes.

Aunque el país arrancó su rutina laboral con el amanecer, el impacto del anuncio estaba en la calle desde la noche anterior. En centros de trabajo y plazas públicas se realizaron «matutinos» (mítines relámpago) de «reafirmación revolucionaria».

Hay calma y normalidad, pero al mismo tiempo movilización política y muestra de organización, de agilidad de reflejos. No hay espacio para vacíos políticos. La proclama ocupó la portada de los dos diarios nacionales del martes y se repitió incansablemente en la radio y la televisión.

La primera impresión de los cubanos en la calle fue la sorpresa por el súbito quebranto de su líder. Como dijo Esteban Alfonso, un jubilado que esperaba abordar un autobús en el Parque Central de La Habana Vieja: «Chico, él trabaja demasiado, pero nunca lo habíamos visto así. Lo que hace falta es que se reponga y se cuide. Ya sabemos que Raúl va a seguir su línea, ¿tú me entiendes? Pero hace falta que Fidel se cuide…».

Ya desde el desmayo de hace cinco años en el barrio de El Cotorro se había visto en el país más claramente el peso del tiempo en la salud de Castro, las variantes que surgían año con año y el horizonte del final de su vida.

El mismo aceleró la discusión sobre el futuro de Cuba, más allá de su aporte personal y el tema llegó a momentos relevantes en sesiones parlamentarias. Pero de ahí a comprobar un escalón más fuerte aún, no deja de ser una sorpresa para muchos, seguida de un sentimiento de consternación. Siete de cada diez cubanos han vivido bajo el único liderazgo de Fidel Castro y pueden estar asomándose por primera vez a los umbrales de una nueva etapa.