El Gobierno decidió que este pueblo sirva de base para la primera planta de captura de CO2 y de centro español contra el cambio climático
Aquí, en vez de usar el dinero para progresar, lo hacemos para todo lo contrario». Tomás Ramos es concejal de Cubillos del Sil por el Movimiento Alternativo y Social (MASS). Cuando le preguntan por el presupuesto municipal, se pone entre sonrojado y rabioso: tres millones de euros para 1.600 habitantes. No en vano, Cubillos tuvo fama de ser el pueblo más rico del Bierzo. Hoy su nombre sale de León, pasa por Madrid y retumba en Bruselas: la Unión Europea ha aprobado una ayuda de 180 millones de euros para el proyecto de captura de CO2 que impulsa Ciudad de la Energía (Ciuden), una fundación promovida por el presidente Rodríguez Zapatero para demostrar la viabilidad de la combustión limpia del carbón. El dinero recaerá en la planta de Cubillos, una localidad muy castigada por la contaminación.
Sin embargo, los planes de La Moncloa van mucho más allá de las fronteras de este pequeño pueblo. El denominado Programa de Tecnologías de Oxicombustión y Captura de CO2 busca conseguir que España «alcance una posición de liderazgo en el contexto europeo e internacional, construyendo y operando en Cubillos del Sil la mayor planta piloto experimental de la UE». Según consta en los documentos de Ciuden, la captura y almacenamiento consistirá en la separación del dióxido de carbono «presente en los gases emitidos por la industria», concretamente en centrales térmicas, «para transportarlo e inyectarlo en formaciones geológicas adecuadas y seguras para confinarlo por un tiempo indefinido». Algo así como un cementerio de dióxido de carbono.
Para efectuar la captura se emplearían unas complejas técnicas de oxicombustión, mediante las cuales «la combustión se realiza con oxígeno y no con aire, lo que hace que los gases de combustión estén constituidos casi exclusivamente por CO2 que se separa de forma relativamente sencilla», explica la fundación en uno de sus manuales. A su juicio, «se trata de una tecnología altamente prometedora», y por ella se decantarían en la planta de Cubillos del Sil. En julio pasado, Ciuden y Endesa -cuya central térmica de Compostilla está situada junto al terreno en el que se construye la planta- formaron una sociedad mixta para explotar esta tecnología experimental.
Ahora falta saber dónde se enterrará el dióxido de carbono y cómo se trasladará hasta ese cementerio. Los expertos del Instituto Geológico y Minero de España están buscando la localización idónea para ese enterramiento. Hace algunos días, los portavoces de Ciuden insinuaron que la Cuenca del Duero podría reunir las condiciones necesarias. Se trata de una técnica muy discutida que no cuenta con el visto bueno de los ecologistas. «No se puede garantizar un almacenamiento seguro y permanente del CO2. Pueden producirse fugas, incluso de muy baja entidad, que podrían poner en riesgo todos los esfuerzos por mitigar el cambio climático», dice la integrante de Greenpeace Sara Piccinato, que cuenta con un informe en el que advierte que se trata de una «tecnología que todavía no está probada, cara y potencialmente peligrosa, que no debería servir como excusa para continuar construyendo centrales térmicas de carbón bajo la promesa de que estén preparadas para capturar».
A pesar de las críticas de los ecologistas, en Cubillos del Sil nadie se anima a disparar contra este proyecto. «Queremos creer en las promesas que nos hizo Zapatero», dice el concejal del MASS, Tomás Ramos. Sin embargo, el edil apunta que el presidente había prometido que esta planta experimental se instalaría en el polígono del pueblo, pero finalmente se eligió el terreno situado junto a la térmica de Endesa. «Se trata de una parcela calificada como rústica, con protección agropecuaria, y sale más barato montarla allí», se queja. Ramos asegura que el Ayuntamiento, en manos del PSOE, firmó un acuerdo con Ciuden en el que se comprometió a recalificar los terrenos, «convirtiéndolos en industriales y corriendo con los gastos que ese cambio conlleva». Según este concejal, la última factura abonada por el Ayuntamiento marcaba 50.000 euros. «Es ilógico. Si el Ayuntamiento corre con estos gastos, el convenio debería establecer que habrá un porcentaje de empleos para el municipio», critica.
El terreno del polígono industrial de Cubillos en el que se iba a instalar Ciuden tendrá otro destino también polémico. Allí se instalará Aqualdre Zinc, una empresa que se dedicará al tratamiento de 100.000 toneladas anuales de polvo de acería. La Junta de Castilla y León ya otorgó la licencia ambiental para esta fábrica, que requerirá una inversión cercana a los 36 millones. La plataforma Bierzo Aire Limpio, compuesta por ecologistas y colectivos vecinales, ha iniciado una campaña para tratar de frenar su llegada «a una zona donde la calidad del aire ya es muy baja», indican Luis Fernández y Carmen Núñez, sus portavoces.
Los opositores a este proyecto se basan en un informe de los propios técnicos del Ayuntamiento, en el que señalan que «la instalación es potencialmente contaminante del suelo, el aire y el agua». «En plantas similares ya se han dado situaciones de entrada de polvos de acería que contienen metales radiactivos», advierten, remarcando que esto no se menciona en la documentación de los empresarios. Cuando trascendió que Aqualdre Zinc se instalaría en la zona, Darío Vidal -ecologista- llevaba meses luchando contra los planes de la cementera Cosmos, situada cerca de Cubillos, que pretende dedicarse a la quema de residuos. «Aquí nadie piensa en el futuro de esta zona y sus verdaderas posibilidades de crecimiento», lamenta. El Bierzo cuenta con seis sellos de calidad para productos agroalimentarios. Pablo Linares, que representa a las Denominaciones de Origen de manzanas, peras y castañas, advierte que el modelo de desarrollo industrial que se promueve en la comarca «solo servirá para agravar la despoblación rural».
Los efectos de esta contaminación hacen temer al bodeguero Ricardo Palacios. Su apuesta por un vino ecológico le ha llevado a producir 400.000 botellas anuales, de las que un 70 por ciento se consumen en mercados extranjeros. «Con el aire que respiramos y, por lo visto, seguiremos respirando, será complicado apostar la agricultura ecológica», subraya.
Elvio Rodríguez, un vecino que no puede consumir ni vender las uvas de su viña, asegura que los racimos quedan cubiertos de carbón, procedente de las gigantescas montañas de mineral que pertenecen al empresario Victorino Alonso. Cuando el viento sopla más fuerte, un humo negro inunda el pueblo. «Imagínese cómo se quedan mis pobres uvas», dice el dueño de los inutilizados racimos. En enero de 2008, un juez de León sentenció que Alonso tenía que indemnizarlo con 1.059,63 euros por la cosecha perdida.
Protesta con camiones
Este empresario también está en el ojo del huracán por la singular protesta que desarrolla desde agosto: ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Endesa sobre el precio del carbón que se apilona cerca de las uvas de Rodríguez, Alonso mantiene cerca de 40 camiones aparcados en el vial que lleva a las instalaciones de Endesa. «No solo está perjudicando a la térmica, sino que también dificulta las labores de los camiones que transportan materiales para la obra de la planta de CO2», se queja el concejal Tomás Ramos.
El representante del MASS dice que a veces, cuando mira a su alrededor, «dan ganas de hacer las maletas». En su listado de cuentas pendientes figura la denuncia que presentó ante un juez por la contaminación provocada por una fábrica de plásticos «que trabajó tres años sin permisos» y que hoy, cuando ya han pasado más de doce meses de su cierre, mantiene toneladas de residuos abandonadas. El recinto de aquella fábrica se ha convertido en uno de los símbolos de este pueblo en la lucha contra la contaminación. «Si nos vieran en Kioto…», comenta un parroquiano mientras mira por la rendija de la planta.