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El retrato del Principat según Txente Rekondo

Fuentes: Rebelión

El analista político Txente Rekondo [TR] ha publicado recientemente «El nuevo retrato político del Principat» [1]. Unos apuntes sobre el retrato: 1. El Parlament de Catalunya ha puesto en marcha, sostiene TR, el proceso de autodeterminación (que aquí, como es sabido, las fuerzas que lo dirigen nunca llaman de este modo sino como «dret a […]

El analista político Txente Rekondo [TR] ha publicado recientemente «El nuevo retrato político del Principat» [1]. Unos apuntes sobre el retrato:

1. El Parlament de Catalunya ha puesto en marcha, sostiene TR, el proceso de autodeterminación (que aquí, como es sabido, las fuerzas que lo dirigen nunca llaman de este modo sino como «dret a decidir»), proceso que «el pueblo catalán viene impulsando de forma muy fehaciente desde la histórica manifestación de la Diada y que ha tenido su preámbulo más reciente en las elecciones del 25-N». Lo del «pueblo catalán» exigiría cuanto menos algún matiz: los sectores nacionalistas y/o independentistas del pueblo hubiera sido más preciso (Hay más matices complementarios sobre ideología e intereses de los impulsores y diseñadores del proceso pero podemos dejarlo así por el momento). Por lo demás, las elecciones del 25N, TR se ha olvidado de citarlo, significaron, entre otras muchas cosas, una destacada derrota política de la principal fuerza que hasta ese momento abonaba y dirigía este proceso: los alegres, privilegiados y neoliberales muchachos y muchachas de CDC.

2. La «Declaració de sobirania i del dret a decidir del poble de Catalunya» aprobada el miércoles pasado con 85 votos a favor, 41 en contra y 2 abstenciones, prosigue TR, pone «las bases del proceso con una legitimidad democrática incuestionable ya que ha estado aprobada por más del doble de «sí» que de «no», y con dos terceras partes de la cámara». Más allá de algún decimal en el cálculo, la relación es idéntica en ambos casos: las dos terceras partes de la cámara es el doble que el tercio que no votó a favor. Además, en el 25N, una de las elecciones autonómicas que ha contado con mayor participación ciudadana, hubo un 30% de abstención y muchos votantes de ICV-EUiA no votaron apoyando la línea seguida (y subordinada) por la coalición en este proceso. Lo hicieron por exclusión: era, pensaron, el menos malo de los males.

3. TR señala la declaración «enmarca el proceso en unos ejes de legitimidad democrática, transparencia, diálogo, cohesión social, europeismo, legalidad (sin ceñirse a la española), impulso parlamentario y participación ciudadana». Habrá que ver lo del diálogo. El europeísmo es altamente probable que no vaya más allá de la actual Europa neoliberal del euro. La participación ciudadana se centra hasta ahora, sobre todo, en determinados sectores, y hablar de cohesión social en un proceso dirigido por CiU, una fuerza que ha liquidado en dos años de gobierno conquistas sociales de décadas, ha incrementando ad nauseam las desigualdades sociales y ha apostado hasta el último momento por un proyecto antiobrero de las características de Eurovegas parece una broma de mal gusto. ¿Quién se puede creer un papel, una declaración, que se exprese de ese modo visto lo que hemos visto y lo que seguimos viendo? Sin olvidar que uno de los dos partidos de la coalición (¡que ocupa la vicepresidencia del gobierno!) ha aceptado ser un partido corrupto, y el otro, el más exquisito, tiene todos sus alrededores teñidos de escándalos. Uno detrás o al lado de otro.

4. TR describe el arco parlamentario de apoyo a la declaración de la forma siguiente: «[…] CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP supone además una pluralidad imprescindible que va desde del nacionalismo de centroderecha y cristianodemócrata a la izquierda independentista rupturista, pasando por el independentismo socialdemócrata o los ecosocialistas». Por tanto, concluye, es un bloque potente que «alberga la pluralidad de la sociedad catalana». Debería haber concluido, como es obvio, que «alberga una parte (sustantiva si se quiere) de la pluralidad de la sociedad catalana». Llamar a CiU una organización de centroderecha es jalear los oídos, confundiendo a la ciudadanía, de la derecha-derecha antiobrera catalana. Lo del independentismo socialdemócrata no tiene un referente claro.

5. TR se posiciona claramente sobre el proceso yendo un paso más allá de su papel de analista: «Habrá que afinar muy bien los pasos que se dan a partir de ahora para que nadie se baje del carro de este bloque que ha puesto en marcha el citado proceso». ¿Y por qué es bueno no apearse? ¿No debería depender de las finalidades reales del proceso? ¿Fuerzas de izquierda apoyando sumisamente un proceso independentista encabezado por fuerzas nacionalistas-conservadoras como CiU y ERC? ¿Ese es un proyecto del que no hay que apearse?

6. TR usa la expresión «bloque unionista» -lo hace en varias ocasiones- para referirse a la posición del PP y Ciutadans y de «un PSC claramente dividido». «Unionista», como es obvio, es un término buscado con un poco de mala intención político-cultural. La afirmación que la acompaña -«cuentan con el apoyo de sectores oligárquicos y poderes fácticos pero poca base en las clases populares del país»- es una ensoñación ideológica y/o un disparate sociológico tampoco causal ni inocente. ¿No existen clases populares del país opuestas al proceso independentista? ¿No existen sectores oligárquicos que abonan y financian el proceso? ¿Estamos hablando de Catalunya o del Sahara?

7. TR habla a continuación de las tensiones, de las contradicciones, que se han generado en la mayoría de fuerzas políticas. Dejo al margen lo apuntado sobre CiU y la generosidad de su descripción sobre el papel de ERC, pero vale la pena apuntar que cuando describe el PSC y sostiene que «las contradicciones son insoportables y ya se están dando trasvases a otros partidos y al nuevo partido de Ernest Maragall, Nova Esquerra Catalana», el lector/a puede no recordar que don Ernest Maragall es uno de los políticos institucionales más nefastos que ha generado la política catalana en estas cuatro últimas décadas, el peor conseller de Educación que se recuerda, un neoliberal fanatizado a la altura de Boi Ruiz y Mas-Colell y, por si faltara algo, su nuevo partido de catalán tal vez tenga algo, pero de nuevo y de izquierda no tiene ni una gota de sangre jacobina. Nada de nada.

8. Tampoco la descripción de ICV-EUiA alcanza cumbres de veracidad: «El debate interno es muy intenso en relación al proyecto político de futuro que plantean. Se debaten entre los partidarios de la independencia y un estado propio y los confederales, en el marco de los pueblos ibéricos. Pero en todo caso no hay fisuras en esta fase del proceso a favor del derecho a decidir». En primer lugar, ICV-EUiA, aunque a veces no lo parezca, es una coalición de dos partidos. En segundo lugar: en EUiA hay corrientes partidarias del federalismo. Finalmente: sí que hay fisuras. Una parte de EUiA, el PSUC-viu, la fuerza heredera de la organización que probablemente más luchó en tiempos del fascismo (español y catalán por supuesto) por las libertades nacionales de Catalunya entendidas de forma fraternal y no anti-española, se ha manifestado explícitamente en contra -y con excelentes razones- de la declaración del pasado 25N.

9. Eso sí: lo señalado por TR sobre CUP es mejor que excelente: «Hay una cierta división entre los sectores más históricos de la izquierda independentista clásica que apuestan por estar en el proceso sin fisuras y los sectores metropolitanos vinculados a movimientos sociales que son favorables, pero no quieren identificase con la derecha de CiU».

Por lo demás, de quien hegemoniza este proceso identitario con argumentos complementarios tipo Liga del Norte, pletórico de intereses de privilegiados y ausente años-luz de toda consideración solidaria e internacionalista, lo dice casi todo el párrafo con el que TX presenta el último paso de reflexión: «A partir de ahora, con toda probabilidad, éstos serán los pasos a seguir después de la declaración y que está previsto que se desarrollen durante el 2013 según los acuerdos entre CiU y ERC y el apoyo del resto de grupos del bloque» [la cursiva es mía].

El punto e) de este proceso, desde el punto de vista de TR, consiste en «crear estructuras que permítanla país subsistir durante el proceso para hacer frente al ahogo financiero a que el Estado español puede intentar someter a Cataluña como medida de presión y de represalia». Para ahogar financiariamente a las clases populares catalanas, no son necesarios los oligarcas y financieros de otras zonas e instituciones de Sefarad. En absoluto. Los de aquí lo hacen a las mil maravillas. Mas los dirige; Andreu Mas-Colell lleva el timón, y don Boi Ruiz, el ex patrón médico, es el capitán del navío. Por si hubiera algún fallo o algún problema imprevisto, don Felip Puig, doña Irene Rigau y doña Joana Ortega les echan las manos que hagan falta. ¿Qué más podemos pedir?

Nota:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=162947

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.