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Crítica del libro Nagasaki. Las crónicas destruidas por MacArthur, de George Weller

El rostro cruel de la guerra

Fuentes: La Nación - ADN

Nagasaki. Las crónicas destruidas por MacArthur decepciona y fascina a la vez. George Anthony Weller (1907-2002) fue uno de los más importantes corresponsales de guerra estadounidenses y el 2 de septiembre de 1945, presenció la rendición de Japón en la cubierta del acorazado Missouri, en la bahía de Tokio. Antes, el 6 de agosto, Estados […]


Nagasaki. Las crónicas destruidas por MacArthur
decepciona y fascina a la vez. George Anthony Weller (1907-2002) fue uno de los más importantes corresponsales de guerra estadounidenses y el 2 de septiembre de 1945, presenció la rendición de Japón en la cubierta del acorazado Missouri, en la bahía de Tokio. Antes, el 6 de agosto, Estados Unidos había lanzado una misteriosa bomba de uranio sobre Hiroshima. Los 100.000 cadáveres aún no convencían al Emperador. El 8, la URSS le declaró la guerra a Japón, y el 9 Washington retrucó en Nagasaki con otra bomba de plutonio que exterminó a 40.000 personas. Finalmente, Hirohito se rindió el 14 de agosto. Así terminaba la guerra para el mundo, pero comenzaba una guerra personal para Weller, que decidió evitar las maniatadas visitas de prensa al norte de Japón organizadas por los militares y se escabulló hacia el sur, rumbo a Nagasaki. Weller, aparentemente el primer periodista en entrar a la ciudad, comenzó a enviar cables a sus jefes del Chicago Daily News pero, ingenuamente, subestimó la censura impuesta por MacArthur. Ante la difícil tarea de ocupar al país vencido, el general no quería que se conociera la «peste atómica» de la radiación por temor a ser acusado de usar un arma prohibida. Esos partes de noticias que nunca fueron publicados son materiales en crudo, reiterativos y bastante ásperos, aunque, para el estudioso, valiosos fósiles del quehacer periodístico. En tal sentido, Nagasaki no muestra mucho de Nagasaki. Pero la frustración de estas «crónicas destruidas por MacArthur», como reza el subtítulo del libro, resulta una verdadera bendición. Weller comenzó a recorrer los alrededores de la ciudad japonesa y descubrió, diseminados por toda la isla de Kyushu, un impresionante complejo de campos de prisioneros aliados, capturados durante las campañas japonesas sobre Asia y el Pacífico. Sus plegarias por una lluvia final y liberadora de bombas aliadas resultaron escuchadas: muchos de ellos fueron los únicos testigos de las detonaciones atómicas. Weller reconstruye la cara más cruenta de la guerra en el Pacífico en cuatro crónicas espectaculares, esta vez sí editadas, llenas de miserias, horrores, y el más sutil humor anglosajón. En «El pequeño teatro japonés ofrece una representación», los famélicos ponen su mejor sonrisa para las cámaras de la Cruz Roja. Pero la más inesperada consecuencia de esta censura militar es, sin duda, «Los dos Robinson Crusoe de la isla de Wake», sublime ejemplo de cómo sobrevivir escondido tres meses en un diminuto islote con 3000 japoneses. Un excelente epílogo del hijo de Weller ubica todo en tiempo y lugar, y enmarca estos ejemplos magistrales de cómo la combinación de guerra y censura puede llegar a producir lo mejor del periodismo y la investigación.

Fuente: http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1054966&origen=acumulado&acumulado_id=6733