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Ante la publicación de la "Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo", en donde se carga contra el feminismo y la homosexualidad, hemos contactado con representantes de Católicas por

El Santo Oficio arremete contra el feminismo

Fuentes: Enlaces de AWID

Durante el último fin de semana de julio de 2004, el Papa Juan Pablo II recibió en una audiencia especial al cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Durante ese encuentro el Papa aprobó y ordenó la publicación de la «Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre […]

Durante el último fin de semana de julio de 2004, el Papa Juan Pablo II recibió en una audiencia especial al cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Durante ese encuentro el Papa aprobó y ordenó la publicación de la «Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo», firmada por el Cardenal y por el secretario de la Congregación, Angelo Amato. (1)

La Congregación para la Doctrina de la Fe, originalmente fue llamada «Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, fue fundada por Pablo III en 1542 con la Constitución «Licet ab initio», para defender a la Iglesia de las herejías. (…) En 1908, el Papa San Pío X cambió su nombre por el de Sagrada Congregación del Santo Oficio. Finalmente, en 1965, recibió el nombre actual bajo el Pontificado de Pablo VI. Hoy, según el Artículo 48 de la Constitución Apostólica sobre la Curia Romana «Pastor bonus», promulgada por el Santo Padre Juan Pablo II el 28 de junio de 1988, «la tarea propia de la Congregación para la Doctrina de la Fe es promover y tutelar la doctrina de la fe y la moral en todo el mundo católico. Por esta razón, todo aquello que, de alguna manera toca este tema, cae bajo su competencia»». (2) Con una gran número de especialistas, la Congregación se dedica a «difundir la sólida doctrina y defender aquellos puntos de la tradición cristiana que parecen estar en peligro, como consecuencia de doctrinas nuevas no aceptables.» (3)

Es necesario tener muy en claro que lo que otrora fuera el Santo Oficio, considera que uno de los puntos de la tradición cristiana que parece estar constantemente en peligro es la familia, bi-parental. Y que no está en peligro, como se podría pensar, por causa de «los cambios culturales, migraciones, guerras, pobreza, explotación, violencia, abandono y abuso…» (4) como ha indicado la filósofa Diana Maffía, sino que la familia, según Ratzinger está siendo destruida por el pensamiento feminista, que parece introducirnos a una «antropología de una confusión deletérea», en choque con la «antropología bíblica» (5).

En esta carta la Iglesia Católica «experta en humanidad» (6) cargas las tintas y hace responsable al «feminismo radical de los últimos años porque induce a la mujer a creer que para ser ella misma tiene que convertirse en antagonista del hombre, llegando a una rivalidad extrema entre sexos, en que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro» (7). La carta carga contra la categoría de género, sosteniendo que «el obscurecerse de la diferencia o dualidad de los sexos produce enormes consecuencias de diverso orden. Esta antropología, que pretendía favorecer perspectivas igualitarias para la mujer, liberándola de todo determinismo biológico, ha inspirado de hecho ideologías que promueven, por ejemplo, el cuestionamiento de la familia a causa de su índole natural bi-parental, esto es, compuesta de padre y madre, la equiparación de la homosexualidad a la heterosexualidad y un modelo nuevo de sexualidad polimorfa» (8).

Según la Dra. en Filosofía, Diana Maffía: «las versiones que se dan del feminismo en la carta de Ratzinger son una caricatura, haciendo honor a la vieja estrategia argumentativa de distorsionar y banalizar la posición del otro para exaltar la propia. Lo que revela que no está destinada a lograr un mayor acercamiento a la verdad sino a derrotar a un antagonista. No invita al diálogo, pretende obligar a callar, desautoriza y veladamente amenaza. ¿Por qué confiar en la capacidad hermenéutica para leer los textos sagrados, de quien tan mal lee los mucho más sencillos textos feministas?»(9)

Cuestionar/se sobre la libre elección es cuestionar la estructura misma de las lógicas fundamentalistas; es por esto que la única respuesta que se produce de los «pensadores» o mejor dicho ideólogos, de este poder es un reforzamiento de lo dogmático y de aquello que es mera enunciación de «misterio», como lo es la figura de la virgen María, a la que le dedica varias páginas la carta.

Antes de que se diera a conocer este texto, la Presidenta de Catholics for a Free Choice, Frances Kissling, comentó que dicho documento ayudaría a reforzar la idea que ya se tiene del Vaticano, en ciertos sectores: que no es una fuente creíble para información sobre las mujeres. Sostuvo también que ya desde 1995, cuando las preparatorias de Beijing surgió «como un obstáculo a políticas internacionales que mejorarían la vida de las mujeres.»(10)

Marta Alanis, Presidenta de Católicas por el Derecho a Decidir de Córdoba, Argentina, y que acaba de participar en un taller sobre fundamentalismos y diversidad en el reciente Foro Social de las Américas realizado en Quito, al consultarla sobre el avance del Vaticano en la ONU, nos responde que «Las Naciones Unidas al igual que los gobiernos de los países no están exentas de la presión política del Vaticano y del Gobierno de Bush. En clara alianza estratégica, los sectores más conservadores de las Iglesias, los Estados y los Ejércitos apoyados por cuantiosos recursos económicos, promueven campañas en contra de cualquier manifestación de la diversidad; estamos viviendo una creciente oleada de fundamentalismos dirigida a homogeneizar, controlar, «moralizar» y llegan hasta el seno de las Naciones Unidas dando más jerarquía a un miembro como el Vaticano que se hace llamar la «Santa Sede» no reuniendo las condiciones para ser un Estado miembro. Por otro lado EE.UU. desencadena guerras donde se violan todos los pactos internacionales y no hay sanción desde las Naciones Unidas contra Bush. La rejerarquización del Vaticano no es una derrota del feminismo, es una vergüenza para las Naciones Unidas».

La Red latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir publicó una Declaración teñida, como ellas mismas han remarcado, por la indignación y la tristeza. En ella sostienen que «lo que se percibe (en la carta) es el deseo profundo de una Iglesia masculina que siente el derecho de decidir y escoger lo que las mujeres quieren o deben hacer de la vida, sobre todo cuando propone en la carta un modelo de mujer que tiene como misión «sacrificio, sufrimiento, pasividad y entrega a los otros», modelo éste que trajo consecuencias negativas para las mujeres cristianas, como muestran los estudios e investigaciones feministas, incluyendo las teologías feministas. No podemos ignorar que el texto bíblico del Génesis por ellos utilizado es fruto de una redacción en la cual las mujeres no participaron, por eso podemos decir que el texto es fruto de una experiencia masculina. En la tradición bíblica cristiana no existe una única interpretación, existen interpretaciones sobre los textos bíblicos. Por lo tanto, las interpretaciones utilizadas en la carta sobre los valores atribuidos al sexo femenino, como la solidaridad, la calidez, la sensibilidad son unilaterales, ya que tales valores son propios de toda la humanidad. Lo que reivindica el feminismo es que también los hombres contribuyen al mundo con estos valores.» (11)

Coca Trillini, coordinadora del punto de referencia en Buenos Aires de la Red, nos dice que pueden reconocer que «hay tres grupos diferenciados e interrelacionados, que son los que están trayendo novedades frente a la forma de mirar el mundo que tenemos hombres y mujeres en América Latina. El primer grupo es el grupo ecologista; el segundo grupo son los movimientos sociales de diversos orígenes que se nuclean a través de la certeza de que otro mundo, otra economía, otra política, otras cosmovisiones son posibles. El tercer grupo son los feminismos. Cuando digo feminismo, digo un movimiento amplio y heterogéneo de mujeres que estamos haciendo aportes particulares a las sociedades y a las diversas tradiciones religiosas. La categoría de género utilizada hoy en las ciencias sociales es una de esos aportes, el mismo desafía con una mirada política diversa a la tradición Católica.»

La carta del cardenal (¿posible papable?) del ex Santo Oficio, no tiene carácter ni doctrinal ni disciplinar, si es que nos guiamos por donde está archivada en el sitio web de la «Santa Sede». Pero sí nos debe servir de advertencia como ha señalado Diana Maffía en una conferencia reciente. No es gratuita su aparición justamente cuando se cumplieron los diez años de la Conferencia del Cairo, cuando estamos a un año de los diez años de Beijing; cuando quizá en los Estados Unidos, de ser elegido, Kerry pasaría a ser el segundo presidente católico de ese país, el primero fue Kennedy; cuando hace pocos meses atrás el Vaticano cambió su status en la ONU y pasó de ser un mero miembro observador a tener directamente palabra en el recinto, sin voto, pero con una voz que así se torna mucho más presencial, y que quedará de manera más contundente registrada en las actas de cada una de las sesiones. Si hay países, y la gran mayoría de Latinoamérica, que aún están luchando para que exista una división real y práctica entre el Estado y la Iglesia. Si esta lucha por Estados verdaderamente laicos se está dando en diversos frentes, no se debería aceptar tan tranquilamente que entre gallos y medianoches se haya votado ese cambio de status.

En España, por el momento y como respuesta-acción ante la Carta a los Obispos, la Red Feminista Contra la Violencia de Género, comenzó una campaña de recolección de firmas. Angeles Álvarez, una de sus portavoces, comentó que la campaña tiene como objetivo «generar un debate social sobre si ha llegado el momento de que el Estado haga suyo lo que tenía que haber hecho suyo hace tiempo, y es dejar claro que ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal, y menos aquella, como la Católica que defiende principios que alientan la discriminación y desigualdad de gran parte de la población española». (12)

Muchos temas relacionados con los Derechos Humanos de las mujeres quedan aún pendientes por ser tratados en la ONU, como en diversas legislaturas nacionales, y podemos sospechar que esta carta, no casual, es un recordatorio fundamentalista para entorpecer acciones políticas que tiendan hacia el reconocimiento total de esos Derechos en sus múltiples áreas de interés.

NOTAS:

1) http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/ rc_con_cfaith_doc_20040731_collaboration_sp.html
2) http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/ rc_con_cfaith_pro_14071997_sp.html
3) http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/ rc_con_cfaith_pro_14071997_sp.html
4) ¿Qué quieren las feministas?, enviado como comunicación personal y aparecido el12 de agosto en el diario Clarín, Buenos Aires Argentina.
5) http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/ rc_con_cfaith_doc_20040731_collaboration_sp.html
6) Ibidem.
7) Ibidem.
8) Ibidem.
9) ¿Qué quieren las feministas?, enviado como comunicación personal y aparecido el12 de agosto en el diario Clarín, Buenos Aires Argentina
10) http://www.catholicsforchoice.org/nobandwidth/English/indexengno.htm
11) http://www.catolicasporelderechoadecidir.org/declaraciones-4.shtm
12) Puedes informarte y firmar en: http://www.redfeminista.org/