1.- Envueltos en la niebla de la concertación -ese espacio viscoso en el que desaparece toda perspectiva, no se saca nada en limpio y se establecen complicidades indeseables- los grandes sindicatos persisten en su errónea deriva y cada vez se alejan más de los trabajadores. Están ensimismados en mirarse el ombligo (fusión de federaciones en […]
1.- Envueltos en la niebla de la concertación -ese espacio viscoso en el que desaparece toda perspectiva, no se saca nada en limpio y se establecen complicidades indeseables- los grandes sindicatos persisten en su errónea deriva y cada vez se alejan más de los trabajadores. Están ensimismados en mirarse el ombligo (fusión de federaciones en CCOO a un año del congreso confederal y represión hacia los críticos) y a la defensiva ante sospechas e intervenciones judiciales y policiales sobre su gestión de fondos de formación y el caso de los EREs. En un año de elecciones sindicales y de dura ofensiva contra los derechos laborales y de huelga, puede crecer su crisis de credibilidad y de afiliación, si no hay un giro radical en su estrategia.
La reunión de CCOO, UGT y CEOE con Rajoy fue un error monumental. O más bien una suma de torpezas: la foto regalada, tras dos años de agresiones y recortes sociales y de desprecio a los sindicatos, sin arrancar ninguna concesión; la fecha elegida, en vísperas de la grandísima movilización popular del 22-M apoyada por muchos militantes de CCOO; la cantosa ausencia de los líderes confederales; el comunicado conjunto, que recogía las tesis de la recuperación económica que a diario intenta vender el Gobierno por razones electorales; el acuerdo alcanzado para recuperar una nueva etapa del diálogo social sin que se apuntase apenas otra cosa que la formación continua. No se decía una palabra de revisar la reforma laboral, ni la de pensiones y los recortes en servicios públicos fundamentales, como educación y sanidad, dependencia…
Como era de esperar, la concertación apenas da fruto. Y el gobierno ningunea a diario a los sindicatos con sus medidas y propuestas laborales y fiscales. El documento de CEOE («Propuestas de CEOE para mejorar el clima de negocios y el entorno empresarial») busca de nuevo que el gobierno convierta en leyes reivindicaciones más maximalistas. Hablan de reforzar el poder del empresario en «la distribución irregular de la jornada, la movilidad funcional y el salario variable», «el periodo de prueba de un año, sin indemnización», entre otras medidas. O sea, más reforma laboral autoritaria. Es muy interesante el análisis de Eduardo Rojo sobre las propuestas que califica de apuesta contra el dialogo social. ¿Alguien cree que los trabadores pueden sacar algo en limpio de esta ceremonia de la confusión? Los sindicatos deberían dedicar sus esfuerzos a otras actividades más útiles en la defensa de los derechos sociales.
Además de las graves salpicaduras del escándalo de los EREs de Andalucía, están los EREs internos. Entre los más recientes, el de los servicios jurídicos de Cataluña de CCOO, que ha dado lugar a huelgas contra los despidos; o el de la Federación de Hostelería y Comercio, donde además de los despidos hay persecución hacia técnicos que criticaron el apoyo del «experto» de CCOO a la última y negativa reforma de pensiones. Y un dramático etcétera, que a veces pone en cuestión la coherencia sindical entre el rechazo a la reforma laboral del PP y su utilización en la propia casa.
Otra de las actuaciones más inquietantes es el intento de reprimir a once sindicalistas ferroviarios. La ejecutiva de Adif-Renfe del Sector Ferroviario de Madrid propone expediente disciplinario de expulsión definitiva de CCOO de 11 afiliados, todos representantes de los trabajadores y con una media de 20 años de militancia y compromiso. Los motivos son tan peregrinos como «repartir pasquines con el emblema critiCCOOs», «presentar impugnaciones ante el acuerdo del Consejo…», «presentar lista que adolecía de vicios graves», e «incumplir sistemáticamente con la justificación de la utilización del crédito sindical». Acusaciones de las cuales no han presentado ningún prueba a día de hoy. Aclaro lo de los pasquines: se refieren a haber repartido hojas proponiendo algo tan justo como la convocatoria de una huelga general contra la última reforma de pensiones. O denunciar la política gubernamental de privatización del ferrocarril en España. El resto es manchar con calumnias la reputación de los compañeros, simples infundios para disimular la demencial caza de brujas, que se hace cuando se está lanzando la privatización del ferrocarril de pasajeros en España, como ha anunciado Rajoy.
2.- Evidentemente, el sindicato es otra cosa, o debería de serlo. Necesitamos urgentemente fuertes sindicatos de clase que funcionen para parar las agresiones y empezar la remontada de derechos arrebatados. En este sentido sería urgente avanzar en las siguientes direcciones:
- La defensa de los derechos fundamentales. Es inadmisible que se criminalice la acción sindical de tal forma que la Fiscalía pide penas que suman 120 años de cárcel en causas contra unos 300 trabajadores que participaron en huelgas y piquetes. Sin derecho de huelga no hay sindicatos ni hay democracia. No se puede dar el menor cuartel a un gobierno que tiene tan aviesas intenciones.En la defensa de estos compañeros/as se están moviendo ya CCOO y UGT.
- Establecer las condiciones para cualquier negociación con el gobierno y la CEOE. Pasarían por tener unos objetivos claros y un procedimiento democrático y participativo. Como bien dice el Sector Crítico de CCOO, de iniciarse el proceso de «diálogo social», los objetivos de las huelgas generales convocadas en los últimos años deben ser la referencia de toda negociación futura. Al mismo tiempo exige que cualquier negociación debe de ser clara, pública y transparente, con información y participación de la afiliación y consulta a las bases antes de firmar nada.
- La recuperación de la senda de la movilización. Efectivamente, no se conseguirá nada sin movilización y habría que mantenerla hasta cambiar la política económica. Para evitar su debilitamiento, los sindicatos deben renovar un compromiso firme e inequívoco en defensa de los trabajadores, aumentando la participación democrática y evitando confusas estrategias que solo provocan rechazo. Deben desarrollar una política de alianzas con todo el sindicalismo y con las mareas y sectores sociales en lucha, porque es a ellos donde se ha trasladado el centro de gravedad dela movilización. También deben de recuperar el contacto con la calle y con la gente.
- Fijar posición ante el necesario y urgente cambio político que necesita el país. Con algunos de sus actos, los líderes sindicales parecen no ser conscientes de que hoy la solución pasa por echar del poder a la derecha que ha producido la mayor brecha social de Europa. Históricamente algunos sindicatos como CCOO se posicionaban ante las elecciones políticas. Y si bien no recomendaba a quién votar, en concreto, por aquello de la independencia, sí decían quién no se merecía el voto de los trabajadores por sus políticas antisociales. Ante las importantes elecciones de 2015 ¿serán capaces de recuperar su tradición y decir a quién no hay que votar por los recortes y su política antisocial?
- Y por supuesto, sindicatos que funcionen democráticamente y respetando la pluralidad interna, poniendo fin a la persecución de opiniones discrepantes, que el tiempo y los hechos están demostrando lo cargadas de razón que están. Solo faltaba que a la brutal ofensiva antisindical se le añada la interna a los que discrepan. Si se mantienen estos errores, que el último apague la luz.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/el-sindicato-es-otra-cosa/559