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El «todo vale» de Alfred Bosch, portavoz parlamentario de ERC

Fuentes: Rebelión

Una referencia histórica como preámbulo, ejemplo de la «muy humanista y altamente democrática» política exterior de la Gran Bretaña, marca de la casa imperial, con el Peñón en posición destacada: «[…] El suministro de aviones por parte de Hitler (y también de Mussolini, que cambió de opinión en torno al 27 de julio [de 1936]) […]

Una referencia histórica como preámbulo, ejemplo de la «muy humanista y altamente democrática» política exterior de la Gran Bretaña, marca de la casa imperial, con el Peñón en posición destacada: «[…] El suministro de aviones por parte de Hitler (y también de Mussolini, que cambió de opinión en torno al 27 de julio [de 1936]) para transportar el Ejército [franquista] de África a la península dio a los rebeldes [a los franquistas] las fuerzas con las que convertir un golpe de Estado fracasado en una guerra. A finales de julio de estableció un transporte aéreo de tropas desde Marruecos a Sevilla que en diez días trasladó a 10.000 soldados. Hacia el 5 de agosto también habría barcos con tropas cruzando el Estrecho bajo cobertura aérea italiana. La marina republicana poco pudo hacer para detenerlos, lo que causó una gran desmoralización en las filas republicanas: las autoridades británicas prohibieron a sus barcos [los republicanos] repostar o usar las instalaciones portuarias de Gibraltar y se les prohibió hacerlo también en Tánger, a pesar de su estatus de puerto libre; asimismo, también fueron hostigados por la presencia de buques de guerra alemanes que patrullaban las costas marroquíes» [1] [el énfasis es mío]

*

«Todo vale» es un lema-idea fuerza que suele ser atribuido al físico y filósofo Paul K. Feyerabend [2], un epistemólogo con páginas sobresalientes, que, abusando de la heterodoxia en sus últimos años, estiró la cuerda más de lo razonable sosteniendo que, en contextos de descubrimiento e irrupción de nuevas ideas, hipótesis y conjeturas, e incluso en ámbitos de justificación, todo o casi todo valía. Y no todo vale o cuanto menos no todo debería valer ni en esos menesteres ni en otros muy alejados y con mayores tensiones e implicaciones sociales.

Seguramente, algunos miembros de ERC han sido lectores superficiales del filósofo de la ciencia austriaco ex popperiano y, con el oportunismo que en ocasiones les caracteriza, han tomado pie en el anterior lema. También para ellos «todo vale» en sus ataques casi permanentes a todo aquello que huela o esté en los alrededores del concepto «España» (no hablo del gobierno español ni de la España franquista o neofranquista sino de «España», así, en general). Veamos su reciente estrategia en el caso de Gibraltar:

La decisión de las autoridades gibraltareñas de sumergir bloques de hormigón con pinchos en la bahía de Algeciras, por no hablar de los vertidos de la limpieza de los submarinos nucleares otánicos que navegan y se aposentan en la zona, para impedir trabajar a los pescadores en un área que el Peñón y el gobierno de España reclaman como propias es un acto de barbarie ecológica, económica y social. Sin atisbo para ninguna duda razonable. Es difícil comulgar con ese despropósito por alejado que esté uno del gobierno actual y de la política exterior española en este o en otros nudos.

Como, por otra parte, ni el gobierno español ni el partido que le da sustento se destacan por su sensibilidad ecologista ni social -lo contrario es más verdadero-, lo más sensato y razonable en estas circunstancias es acudir a la filosofía de la sospecha.

¿Sospechar? ¿De qué? De la reacción del gobierno Rajoy y de la del gobierno británico-imperial. Pelea entre gallitos con las correspondientes pérdidas para los ciudadanos más desfavorecidos. Que el gobierno PP está en una de sus horas más bajas y que está dispuesto a usar cualquier mecanismo -el rancio-patriotismo, sin éxito garantizado, suele ser bastante rentable para conseguir apoyos ciudadanos- es más que elemental, como solía apuntar el amigo-compañero de mister Watson. Lo cual, por supuestísimo, no hace buenas ni las proclamas del gobierno británico de derecha extrema neoliberal, y en ocasiones xenófoba, ni la chulería casi insoportable de las autoridades políticas del Peñón del tipo «¡antes se congelaría el infierno!».

No son esos en todo caso los motivos de esta nota. El punto es la carta de ERC [3], la carta que don Alfred Bosch, el portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya en el Congreso de Diputados, ha enviado al ministro principal del Peñón, Fabian Picardo (otro gallito con pistolas atómicas en las cartucheras e insoportable servilismo en su ADN).

La misiva está escrita en catalán e inglés. ¿Y qué importa dirán? Importa, no es asunto marginal. Prefigura o puede prefigurar la política lingüística que sectores de ERC impulsan y abonan para su futuro Estado «independiente»: el catalán como único idioma oficial del país y la anglo-americanización sin límites en institutos, escuelas y universidades y en relaciones internacionales. El castellano, a sus ojos, parece ser (no generalizo prudentemente) un idioma de fachas como Cernuda, de anticatalanistas como García Lorca, de antirrepublicanos como Rosa Chacel y de andaluces que cecean como don Antonio Machado. Nada que ver con el armonioso y maravilloso catalán de Dalí, Samaranch, López Rodó, Porcioles, Estapé y don Cambó.

Don Bosch se «solidariza por el abuso y el bullyng al que el Gobierno de España somete a los gibraltareños» («bullyng» es palabra también presente en la versión catalana de la misiva). En opinión del portavoz «republicano», no sólo los votantes de ERC (se presupone, todos) sino «muchos otros catalanes» [¿cómo habrá obtenido el dato el portavoz de ERC?] quieren mostrar su solidaridad con los gibraltareños y condenar los métodos usados por «el poder Español», ¡escribe don Bosch después del vertido de los bloques de hormigón! Ni una palabra sobre los ciudadanos andaluces afectados por la disputa. ¡Son españoles!

«Poder español» es expresión de don Bosch quien, por cierto, no dice ni pío de las estrategias e intereses del Imperio británico (y del gran patrón USA) y sostiene que la solución de la cuestión del Peñón como la de Cataluña «pasa por el diálogo, las urnas y el principio de autodeterminación». Ningún litigio debería ser gestionado sin consultar a la población afectada. «Vuestra libertad es nuestra libertad», sostiene. Añade: «¿Cómo se puede seguir diciendo que Gibraltar es una colonia?». La pregunta no es una broma según parece, no lo es en su opinión. Una «fructífera» tesis que, con toda seguridad, el portavoz de ERC está dispuesto a defender en cualquier publicación respetable de filosofía política o de análisis históricos.

«Vuestra libertad es nuestra libertad» señala, pues, don Bosch en su carta. La duda: ¿la libertad de los ciudadanos de una singular «no-colonia» británica, su actual situación fuera de las embestidas del «poder español» quiere apuntarse, es la libertad a la que aspira ERC para los ciudadanos catalanes? ¿Se sienten próximos a esa libertad? ¿Es así? ¡Este es el programa de la hora de ERC! ¡Pobre ciudadanos catalanes! ¡Pobres de nosotros!

ERC se solidariza con los 30.000 ciudadanos de Gibraltar, personas «muy respetables» matiza en un alarde encomiable de precisión jurídico-antropológica, personas «muy respetables» que han decidido en dos ocasiones, señala, no pertenecer al reino de España y permanecer como miembros del gobierno británico. ¿Confía entonces don Bosch en los referéndums diseñados por el Imperio británico? ¿No conoce las actividades y los procedimientos del «democrático» Imperio en Irlanda [4]? ¿El ejercicio del derecho de autodeterminación al que aspira ERC para la ciudadanía catalana es similar al ejercido en el Peñón? ¿No observa ninguna inconsistencia don Bosch en el hecho de que Gran Bretaña no apoye, por ejemplo, el ejercicio del derecho de autodeterminación en el caso del Sahara, un clarísimo ejemplo de ocupación colonial sangrante? ¿No cree el portavoz de ERC que la estrategia británica en Escocia está perfectamente calculada y que tiene que ver muy poco por el supuesto talante democrático del gobierno Cameron?

De hecho, si don Bosch extrajera las conclusiones oportunas de lo por él mismo apuntado, podría notar que su argumentación no es nada favorable para sus intereses políticos y sus finalidades «independentistas». De igual modo que lo sucedido en el Peñón, los ciudadanos de Catalunya podríamos apostar en un posible referéndum por permanecer en una situación igual o parecida a la actual, como «han decidido» los ciudadanos de Gibraltar en su caso, o por una opción federalista, y, por otro lado, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que si el gobierno británico convocó referéndums en un lugar donde está ubicada una base anglo-americana con armamento atómico es porque el resultado estaba cantado: los «llanitos» eran e iban a querer ser ingleses.

No habría que olvidar, por otra parte, otras rasgos «financieros» y «creativamente empresariales» de la «no-colonia» del Peñón que nada o poco tienen que ver con cualquier idea medianamente razonable de sociedad del buen vivir. Es imposible para cualquier demócrata republicano que esa libertad, la realmente existente en el Peñón, comulgue bien con su noción de libertad, por pobre, revisada y pragmática que ésta pueda ser.

PS: Punto esencial, como se señaló, oportunamente recordado por Lidia Falcón en el artículo anteriormente citado, es la presencia de una base anglo-americana en la zona de cuya existencia don Bosch, el republicano, no parece tener noticia o, si la tiene, no parece concederle ninguna importancia: «Porque en Gibraltar se ha instalado una de las grandes bases militares de propiedad anglo-norteamericana, y, ¿quién se atrevería a oponerse al poder estadounidense unido al británico? En esa base, y en el mar que la rodea, se realizan anualmente unas llamadas operaciones de entrenamiento, con la participación de la Armada de su Majestad y de EEUU, para demostrarnos a todos quien manda en el mundo, poderío hoy tan inexpugnable como el Peñón, y advertirnos de que toda protesta será aniquilada. En esas maniobras se gasta el presupuesto de sanidad y educación conjuntos de media Europa y con ellas se contaminan las aguas, la pesca, y toda vida, de pestilentes vertidos, de municiones de todo tipo gastadas sin tasa y de los más deleznables valores humanos: la arrogancia militar, la agresividad, el desafío a la paz y la exaltación de las virtudes guerreras. Únicamente salen ganando los fabricantes de armamento. En esa base militar se limpian los barcos y submarinos ingleses, incluso los nucleares, cuando tienen cualquier necesidad de reparación. Y así, durante meses, vierten al mar los residuos de sus operaciones, convirtiendo el Estrecho y las costas colindantes en el basurero contaminado que se encuentra más cerca de las costas europeas, aunque lo suficientemente lejos de las británicas, a las que las broncas mareas del Atlántico preservan de la suciedad que su Armada dejan entre España y Marruecos. La soberanía británica sobre ese trozo de tierra ha implantado su ley desde que se hizo con su propiedad: la de los piratas que tan gratos fueron siempre a la Corona inglesa».

Notas:

[1] Helen Graham, La República española en guerra 1936-1939. Debate, Madrid, 2006, p. 132 (Traducción de Sandra Souto).

[2] Para una aproximación equilibrad(ísim)a a las aportaciones epistemológicas de Feyerabend, véase Francisco Fernández Buey, La ilusión del método, La ilusión del método. Ideas para un racionalismo bien temperado. Barcelona, Crítica, 1991 (2ª edición, en bolsillo, Barcelona, Crítica, 2004).

[3] No es la primera carta que don Bosch envía a don Picardo, a quien ya felicitó con una misiva en mayo de 2013 después de que Gibraltar fuera admitido como miembro de pleno derecho de la UEFA. Don Bosch mostró su deseo de que…¡ «muy pronto» hubiese partidos oficiales entre Gibraltar y Cataluña! ¡Viva el fútbol!

[4] Señala Lidia Falcón en «La cueva de los piratas» – http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2013/08/18/la-cueva-de-los-piratas/- «[…] esa población gibraltareña no es más que la sucesora de los emigrantes importados por el Reino Unido para justificar y defender la propiedad del Peñón, de la misma manera que transportaron a miles de ingleses a Irlanda del Norte, el desgraciado Ulster, para justificar que ese territorio pertenecía al Reino Unido. Y ya conocemos la desgraciada historia de ese trozo Irlanda robado a mano armada al resto de la República… En el Peñón no se dan las condiciones del Ulster, porque en Gibraltar erradicaron totalmente a la población española originaria, porque durante la dictadura no cabía duda de que era mucho más beneficioso tener la nacionalidad británica que la española y caer bajo la férula de Franco». Añade Lidia Falcón: «las condiciones que han implantado allí los ingleses son enormemente rentables para los llanitos». Táctica muy similar a la de las Malvinas.

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)

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