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¿Quién frena el diálogo?

El Tribunal de Orden Público encarcela al líder independentista Arnaldo Otegi mientras el Gobierno dice pretender alcanzar la paz

Fuentes: Insurgente

A la una de la madrugada de hoy 26 de mayo, el juez Grande-Marlaska, de la Audiencia Nacional, ha ordenado el ingreso en la prisión de Soto del Real del dirigente abertzale Arnaldo Otegi, cumpliendo así lo solicitado por la Fiscalía. El portavoz de Batasuna podrá abandonar la cárcel previo pago de 400.000 euros de […]

A la una de la madrugada de hoy 26 de mayo, el juez Grande-Marlaska, de la Audiencia Nacional, ha ordenado el ingreso en la prisión de Soto del Real del dirigente abertzale Arnaldo Otegi, cumpliendo así lo solicitado por la Fiscalía. El portavoz de Batasuna podrá abandonar la cárcel previo pago de 400.000 euros de fianza (más de 66 millones de pesetas). La medida, inevitablemente, hay que enmarcarla en el contexto de lo acontecido en los últimos días. Así, si el martes eran detenidos tres independentistas vascos en Francia, ayer por la mañana ETA hacía estallar un coche en Madrid, por la tarde se dictaba orden de prisión contra Jon Salaberria, y esta madrugada se ha encarcelado a Otegi. La pregunta es: ¿estamos ante un ejemplo de dialéctica gonadal previa a la negociación, o esta locura forma ya parte de ella?

La noticia

El dirigente de Batasuna Arnaldo Otegi ha ingresado en la prisión de Soto del Real, a primera hora de hoy, por orden del juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska, quien le ha imputado, a petición de la Fiscalía, un delito de «integración en ETA», imponiéndole una fianza de 400.000 euros (casi 67 millones de pesetas).

La decisión del magistrado no se ha conocido hasta la una de la madrugada, después de una maratoniana jornada en el tribunal especial.

Otegi pasó toda la tarde de ayer en la Audiencia Nacional, primero, declarando ante Grande-Marlaska durante tres horas, y después, a la espera de que se celebrara la vistilla que el magistrado, en principio, había fijado para las 20:30, aunque no comenzó hasta las 22:45 horas.

Al término de la vistilla, Grande-Marlaska optó por decretar el encarcelamiento de Arnaldo Otegi, fijando una fianza superior a la solicitada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, que integra la acusación particular.

En declaraciones a los medios de comunicación, el abogado de la acusación particular Pedro Cerracín, reconoció que el fallo del magistrado ha sido fruto de «un trabajo intenso».

Otegi había acudido a la Audiencia Nacional en calidad de imputado en el sumario 35/02. Junto a él debía haber comparecido el ex parlamentario de Sozialista Abertzaleak Jon Salaberria, que no acudió a la citación judicial. Ante su incomparecencia, Grande-Marlaska dictó una orden internacional de detención contra él.

Anteayer martes, a preguntas de los periodistas, Otegi había declarado que esta citación «tiene más contenido mediático que jurídico».

Recordemos que el 25 de enero, el ínclito juez Baltasar Garzón procesó a 36 militantes independentistas por supuesta «integración en ETA» y los citó para el 31 de enero. Posteriormente, el 28 de febrero, comunicó a los miembros de la Mesa Nacional de Batasuna Joseba Permach y Joseba Álvarez su procesamiento por «integración en banda armada». Ese mismo día Garzón partió hacia Estados Unidos, heredando el caso el juez Grande-Marlaska.

En un auto de 267 páginas, Garzón dejó señalado que Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna, no sólo «forman parte» de ETA «como brazo político», sino como una estructura más del complejo «político-violento» diseñado para conseguir «una finalidad concreta» a través de la «subversión» y de la «alteración de la paz pública», cual es «la autodeterminación de la denominada Euskal Herria«.

La decisión político-judicial que ha llevado a la cárcel al dirigente abertzale, hay que enmarcarla, inevitablemente, en el contexto de lo acontecido en los últimos días. Así, si el martes eran detenidos tres independentistas vascos en Francia, ayer por la mañana ETA hacía estallar un coche en Madrid, por la tarde se dicta orden de prisión contra Jon Salaberria, y esta madrugada se encarcela a Otegi.

Como saben, a las 8:45 de la mañana de ayer, un comunicante anónimo llamó por teléfono al diario Gara, en nombre de ETA, para avisar de la colocación de un coche bomba que iba a estallar a las 9:30 en la calle Rufino González, próxima a su confluencia con la calle de Alcalá, en el madrileño barrio de San Blas.

La zona, en la que se encuentra una boca de Metro, fue desalojada antes de producirse la explosión, que causó lesiones leves a una cincuentena de personas que fueron dadas de alta a los pocos minutos. Según fuentes policiales, en el vehículo -una furgoneta Renault Express robada anteayer en San Lorenzo del Escorial- había dos mochilas que contenían entre 18 y 20 kilos de explosivos.

Como es habitual cuando se produce un aviso de este tipo, desde la redacción de Gara se avisó inmediatamente a la Ertzaintza (Policía autonómica vasca).

Según testigos presenciales, el coche-bomba quedó convertido en un amasijo de hierros. La explosión afectó a dos de las cuatro plantas del Edificio Aragón, en cuyos bajos se encuentra un concesionario de la casa Opel, que resultó parcialmente afectado.

El atentado de ayer en Madrid es el segundo de ETA en la capital española en lo que va de año, ya que el pasado 9 de febrero hizo estallar otro coche-bomba cargado con cloratita en el Campo de las Naciones, próximo a los pabellones en donde los reyes de España y el presidente de México, Vicente Fox, inauguraban horas después la muestra de arte ARCO.

El comentario

Negociar la paz es siempre una tarea harto compleja, y el proceso iniciado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el MLNV no escapa a la axiomática regla. Nadie caiga, pues, en la ingenuidad de pensar que los próximos meses van a ser un camino cubierto de pétalos de rosas para ninguna de las partes.

Anteayer, tres independentistas vascos eran detenidos en Francia; ayer por la mañana, ETA hacía estallar un vehículo en madrid; por la tarde, se ordenaba la busca y captura del dirigente de Batasuna Jon Salaberria y unas horas después, en la madrugada de hoy, se decretaba el ingreso en prisión de Arnaldo Otegi. Y mientras esta serie de acontecimientos tienen lugar, es más necesario que nunca mantener la serenidad y no desviarse del sendero trazado.

Ignoro, lógicamente, los acuerdos a los que han podido llegar hasta ahora el Gobierno y ETA. Es posible que a algunos o a ninguno. Sin embargo, parece razonable pensar que si no los ha habido, tendrá que haberlos en el futuro.

El diálogo entre todas las fuerzas políticas, es necesario. También lo es la edición de una segunda mesa, en la que parlamenten los agentes fácticos, que son los que tienen la última palabra. Como decía hace tiempo el dibujante Máximo en una de sus viñetas: «Cuando se produce una inundación en Logroño, hay que hablar a la vez con la Confederación Hidrológica del Ebro y con el propio río».

De igual modo, durante el proceso, se impone la cordura y la flexibilidad por ambas partes. Así, no parece muy oportuno continuar la dialéctica gonadal de la represión, acción, represión, acción… (y así hasta que las ranas críen pelo) que impera actualmente.

La detención anteayer de Beñat San Sebastián, Oier Goitia y Ramon Sagarzazu, no se puede interpretar como un acto de distensión. La respuesta de ETA, haciendo sentir en Madrid su aviso para navegantes, tampoco. La represión judicial contra Batasuna, menos aún. La responsabilidad adquirida por las partes, obliga a ambas a satisfacer las expectativas creadas calmando los ánimos y avanzando en el diálogo.

En este tipo de procesos, siempre se tienen tentaciones de intentar engañar al contrincante. En Argel, por ejemplo, hoy se sabe que el Gobierno de Felipe González, el de los GAL, no tenía intención alguna de llegar a acuerdos con ETA. Sólo pretendían mantener contactos públicos para poder presentarse ante las autoridades francesas diciendo algo así como: «¿Ven ustedes cómo nosotros lo hemos intentado? Pero es que ETA no quiere la paz. Nosotros ya hemos cumplido. Ahora, comiencen ustedes a apoyarnos, dejando de amparar a sus militantes y extraditándolos a España». Y así fue.

Zapatero ha de ser consecuente con lo que ha empezado. Si es sincero, va a tener de su parte a todas las personas que verdaderamente deseamos la paz. Va a necesitar, además, grandes dosis de fortaleza para no caer en las trampas que le van a tender, no los independentistas, sino sus mismos compatriotas instalados en una escala de valores absolutamente reaccionarios, si no en el rencor.

La ultraderecha carpetovetónica, la Iglesia montaraz e, incluso, la carcundia que habita en su propio partido, son, en este momento, más peligrosos que de costumbre, si cabe. Van a poner zancadillas, una tras otra, al incipiente proceso de paz. Ya las están poniendo. Esperemos que no pase aquello de «entre todos lo mataron y él solito se murió».