El litoral del estado español ha experimentado en los últimos 25 años un proceso acelerado de urbanización, sobre todo en los primeros kilómetros de costa. Entre 1987 y 2011 se han urbanizado en los primeros 500 metros del frente litoral una media de más de dos hectáreas diarias, lo que supone pasar de 58.000 hectáreas […]
El litoral del estado español ha experimentado en los últimos 25 años un proceso acelerado de urbanización, sobre todo en los primeros kilómetros de costa. Entre 1987 y 2011 se han urbanizado en los primeros 500 metros del frente litoral una media de más de dos hectáreas diarias, lo que supone pasar de 58.000 hectáreas urbanizadas a cerca de 76.000. Ésta es una de las conclusiones del informe «Cambios de ocupación del suelo en la costa-2016», presentado el pasado 18 de agosto por el Observatorio de la Sostenibilidad. Pese a que representa sólo el 0,5% del territorio, la franja costera de 500 metros es un recurso «muy codiciado» y transformado durante los últimos años. El documento alerta asimismo sobre el fenómeno de la «litoralización»: el 44% de la población española reside en municipios costeros, que representan aproximadamente el 7% del conjunto del territorio. A la presión urbanística sobre la fachada marítima se superponen actividades económicas como el turismo (más de 65 millones de visitantes extranjeros llegaron durante 2015 al estado español). El Observatorio de la Sostenibiliad destaca «el turismo masivo como agente principal del cambio».
El informe recoge el trabajo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), que en 1985 empezó a recopilar los datos de información por satélite del proyecto CORINE Land Cover. Los últimos datos fueron presentados en junio de 2016. En cuanto al Observatorio de la Sostenibilidad, se trata de una entidad independiente y sin ánimo de lucro integrada por ecólogos, ingenieros, economistas, geógrafos y sociólogos. La autoría principal del informe corresponde al biólogo y experto en sistemas de información geográfica, Raúl Estévez; el doctor en Ecología, Fernando Prieto; y el geógrafo Carlos Alfonso.
Si en 1987 sólo el 6,61% de la franja costera de 10 kilómetros se hallaba «artificializada», en 2011 el porcentaje se elevó al 10,48%, lo que supone un aumento de casi el 60% en 24 años. En valores absolutos, se pasó de las cerca de 250.000 hectáreas urbanizadas (1987), a casi 400.000 hectáreas en 2011, es decir, aproximadamente la superficie total (agregada) de las islas de Mallorca e Ibiza. Pero no sólo se trata de la colmatación del litoral, igual de llamativa es la velocidad a la que se han propagado el cemento y el ladrillo cerca del mar. El periodo necesario para alcanzar las cotas de 1987 fue unos 20 siglos, detalla el informe, desde la colonización romana, mientras que a los niveles de 2011 (10,48%) se llegó en apenas 24 años. El ritmo ha sido de vértigo: más de 6.000 hectáreas al año transformadas a usos «artificiales». «Todas las magnitudes son mucho mayores en las costas cálidas, lo que encaja con la idea del turismo masivo como agente principal de cambio», concluye el Observatorio de la Sostenibilidad. Además, el informe pone el acento en la década 2000-2011 -periodo que comprende la «burbuja» inmobiliaria- cuando además de la construcción de viviendas crecieron «a un ritmo desbocado» los campos de golf, resorts turísticos y urbanizaciones de segunda residencia con sus zonas verdes.
Las cifras ponen en evidencia un modelo de crecimiento urbano de baja densidad, con altos consumos de suelo y necesidades elevadas de infraestructuras y servicios asociados. Todo apunta a la actividad turística. De las 6.000 hectáreas nuevas urbanizadas anualmente en el litoral español, algo más de 4.400 corresponden a las llamadas costas cálidas. Las fechas y la localización de las nuevas residencias e infraestructuras abonan esta tesis. El 70% de la superficie transformada entre 1987 y 2011 en los dos primeros kilómetros del litoral, se destinó a usos residenciales. La conclusión resulta demoledora: «El proceso masivo de ocupación de la costa iniciado en la década de los 60 ha quedado totalmente superado por lo observado en las últimas dos décadas». Pueden mencionarse núcleos como Benidorm o la Manga del Mar Menor, urbanizaciones en sentido vertical (Calpe) o Marina d’Or (Castellón), y también menos intensivas en el uso (Torrevieja). «Están consiguiendo la construcción de un gran cinturón litoral prácticamente continuo a lo largo del Mediterráneo», zanja el Observatorio de la Sostenibilidad. Pero el proceso no es ajeno a la costa cantábrica, donde se apunta el fenómeno de «mediterranización» o «balearización». En resumen, el modelo urbanístico de los últimos años ha pivotado en torno a las segundas residencias, infraestructuras logísticas en algunos casos vacías o autopistas a veces sin utilizar. El documento sobre usos de suelo en la costa calcula que en la fachada mediterránea podría haber unas 450.000 viviendas sin vender, de las que cerca de 290.000 estarían finalizadas y otras 160.000 en construcción.
Algunos ejemplos ponen en evidencia la magnitud de los riesgos. Un 35% del litoral mediterráneo, Cádiz y Huelva se halla ocupado en su primera línea por suelo urbano. «El crecimiento se ha producido a un ritmo de 12,5 kilómetros anuales», señala el informe. Puede considerarse un ejemplo teórico, pero si se mantuviera el ritmo en la ocupación de suelo, la totalidad de la costa cálida española se hallaría en menos de dos siglos tras una «barrera de suelo artificial». En las costas del norte la hipótesis se eleva a los 300 años, aunque el crecimiento porcentual en la urbanización de las mismas ha sido superior en los últimos 25 años (un 39,5%, frente al 28,5% de las costas mediterráneas y del Atlántico sur). En Canarias, lo fundamental es el ritmo de crecimiento de la «barrera urbanística», que se sitúa en el 42% en el periodo 1987-2011. El desglose por autonomías permite afinar el análisis. En la línea costera de 500 metros, las comunidades autónomas más urbanizadas eran en 2011 el País Valenciano (55,7%, cuando en 1987 la tasa de ocupación de suelo se ubicaba en el 37,1%), Cataluña (47,8%) y Andalucía (41,6%), que partía 24 años antes del 32,1%. En el citado periodo el País Vasco pasó del 12,5% al 17,7% y Baleares, del 16,7% al 22%. Si la referencia que se adopta es la de 10 kilómetros no varía en exceso la ratio, encabezaba por Cataluña, seguida por el País Valenciano, el País Vasco y Andalucía.
El informe del Observatorio de la Sostenibilidad señala a cuatro provincias con el frente costero de dos kilómetros particularmente castigado: Barcelona, Málaga, Alicante y Cádiz. En dos de ellas, Málaga y Alicante, lo fundamental es el impacto del turismo, «que ha creado las mayores murallas litorales de España». Otro caso significativo por los altos porcentajes de ocupación es la provincia de Pontevedra, donde la mayor parte de la población reside en torno a la conurbación costera Vigo-Pontevedra. Si el jalón se desplaza unos metros hacia el mar, y se ubica en los 500 metros de costa, no varía la tendencia. En esa franja España pasó del 21% de costa «artificializada» en 1987 al 27,8% en 2011. En el detalle por provincias, el porcentaje de Málaga en los primeros 500 metros se situaba en el 80,5% en 2011, seguido de Valencia (66,8%), Barcelona (63,7%), Castellón (57,2%), Alicante (56,3%), Cádiz (50,2%), Granada (41,2%) y Gerona (39,8%). El Observatorio de la Sostenibilidad explica que, salvo las provincias de Murcia y Almería, que iniciaron después los procesos de expansión, «la presión urbana no ha aflojado el cerco».
Pero si las cifras del suelo urbanizado evidencian la merma de espacios libres en la costa, a la misma conclusión se llega desde el punto de vista demográfico. En 1991 vivían algo más de 15 millones de personas en provincias litorales, cifra que se elevó hasta los 20 millones dos décadas después. Considerado como indicador los dos kilómetros a partir del mar, algunas provincias han cedido a la piqueta y la grúa. Tarragona y Gerona han aumentado su población en más de un 70% en el periodo 1991-2011. Incrementos importantes -por encima del 40%- se produjeron asimismo en Almería, Alicante, Baleares, Murcia, Castellón, Las Palmas y Málaga. Experimentaron aumentos comparativamente más suaves las provincias cantábricas y la costa gallega. «A la población residente se le suman las puntas de población visitante estacional, que también demanda espacios, bienes y servicios», remata el informe.
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