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La nueva lectura de Marx de Michael Heinrich (XXIII)

El valor de la mercancía fuerza de trabajo, plusvalor y explotación

Fuentes: Rebelión

Seguimos en el capítulo IV -«Capital, plusvalor y explotación»- del libro de MH. Cinco apartados en total. El cuarto de ellos: «El valor de la mercancía fuerza de trabajo, plusvalor y explotación», pp. 130-135.     Digámoslo a la manera del Tractatus y siguiendo la exposición del autor. He añadido al final unos comentarios de Manuel […]

Seguimos en el capítulo IV -«Capital, plusvalor y explotación»- del libro de MH. Cinco apartados en total. El cuarto de ellos: «El valor de la mercancía fuerza de trabajo, plusvalor y explotación», pp. 130-135.  

 

Digámoslo a la manera del Tractatus y siguiendo la exposición del autor. He añadido al final unos comentarios de Manuel Martínez Llaneza (sobre la entrega de la semana pasada y asuntos complementarios de interés). Serán de su interés.  

1. Para comprender el origen del plusvalor (plusvalía en otras traducciones) tenemos que ocuparnos de forma de la mercancía «fuerza de trabajo» [FdeT].  

2. Como toda mercancía, tiene valor de uso y valor de cambio (o valor).

2.1. El valor de uso de la mercancía FdeT es su aplicación: el trabajo mismo.

2.2. El gasto del trabajo crea nuevo valor. Antes del cambio, sólo puede realizarse una estimación del mismo (del valor).

2.2.1. En qué medida el trabajo ha generado valor resulta de las reducciones que tienen lugar en el cambio. MH lo ha explicado en la sección III.III. Hemos hablado de ello. Sin duda, un punto conflicto en su exposición.  

3. Marx, señala MH, considera que el valor de la FdeT, como ocurre con el valor de cualquier otra mercancía, está «determinado por el tiempo de trabajo necesario para la producción y, por consiguiente, también para la reproducción de este artículo específico».

3.1. Todo individuo necesita para su subsistencia una serie de medios de vida (alimentos, vestido, alojamiento, etc.). MH cita este paso conocido por ustedes del EC de Marx:

El tiempo de trabajo necesario para la producción de la fuerza de trabajo se reduce al tiempo de trabajo necesario para la producción de estos medios de vida, o, dicho de otra manera, el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de vida necesarios para la subsistencia de su poseedor [la cursiva es de MH]  

4. Para que la relación de capital siga existiendo es necesario que haya una oferta continua de FdeT en el mercado.

El valor de la FdeT tiene que cubrir también los costes necesarios para la reproducción de toda la familia del trabajador, incluyendo los costes de formación de la nueva generación.

4.1. No habla ahora MH: la situación de facto, en muchos países y en muchos sectores obreros o de trabajadores de servicios, no es esa actualmente. Lejos o muy lejos de ella, a pesar de la proletarización de la fuerza de trabajo femenina.

4.1.1. MH añade: si en la sociedad domina la familiar nuclear tradicional, en la que «el hombre trabaja como asalariado y la mujer se hace cargo del trabajo de reproducción, el valor de la FdeT del hombre tiene que cubrir también estos costes».

4.1.1.1. ¿Ocurre así de hecho, de forma generalizada, en las familias nucleares tradicionales?

4.1.2. Si se ha hecho habitual que los dos miembros de la pareja ejerzan una actividad asalariada, señala MH, «esto influye en el valor de la fuerza de trabajo».

4.1.2.1. Con dos consecuencias: elevación de los costes de reproducción (una parte del trabajo de reproducción ya no tiene lugar en el hogar: hay que adquirir los productos y servicios correspondientes fuera de casa); los costes de la reproducción familiar son cubiertos por la suma del valor de ambas fuerzas de trabajo, padre y madre.

De este modo, señala MH, el valor de la fuerza de trabajo individual tiende a disminuir. Seguramente hay muchos datos que corroboran esa indicación del autor.

4.1.2.1.1. Aquí entraría, como es sabido (tampoco es MH quien habla ahora), la doble (o triple) tarea (generalizada) de la FdeT femenina: fuera de casa y lo esencial del trabajo en casa (incluidos a veces, tareas de cuidado a personas mayores o enfermas del núcleo familiar).  

5. Como en el caso de cualquier otra mercancía, también en el caso de la mercancía FdeT las modificaciones de precio pueden ser no solo expresión de modificaciones de valor: «también pueden reflejar la situación momentáneamente favorable o desfavorable de la venta de esta mercancía (una escasez o una abundancia momentánea de fuerza de trabajo)».

5.1. Las verdaderas modificaciones del valor de la FdeT pueden resultar de dos fuentes: de una modificación del valor de los medios de vida necesarios para la reproducción o de un cambio en el volumen de medios de vida que se necesitan para la reproducción.

5.1.1. Este volumen, nos recuerda MH, varía en los distintos países y épocas. Depende de lo que un país considere condiciones normales de vida así como de las reivindicaciones obreras y de los éxitos en sus movilizaciones.

5.1.1.1. Este último punto está vinculado, vergüenza es decirlo, a la lucha de clases, a la lucha de clases sindical principalmente.

5.2. De este modo, dado que los capitalistas no satisfacen voluntariamente estas reivindicaciones obreras, es la lucha de clases entre trabajadores y capitalistas lo que determina el valor de la FdeT «en la medida en que se consigan establecer o no determinadas exigencias».

5.2.1. Luego, por tanto, en la valorización de la FdeT entran elementos político-sindicales.

5.2.1.1. Oportunamente, MH recuerda el comentario de Marx sobre el papel del elemento histórico y moral que, a diferencia de cualquier otra mercancía, entra en la determinación del valor de la mercancía (singular) FdeT.  

[En nota señala MH: Marx habla generalmente en EC solo del valor «de» la FdeT como si cualquier FdeT tuviera el mismo valor. Esto ocurre, señala, porque se trata del análisis de estructuras fundamentales (¿cómo es posible el plusvalor a pesar del intercambio de equivalentes?) y por eso las diferencias en el valor de la FdeT no cumplen ningún papel. Marx considera que tales diferencias se deben, básicamente, a los distintos costes de cualificación, por lo que el gasto de trabajo de la FdeT cualificada también genera más valor. Sin embargo, añade MH, a partir del elemento histórico y moral del valor de la FdeT puesto de relieve por Marx, también se puede concluir que este valor está determinado de manera distinta -en distintos países y en el mismo país- para distintos sectores de la clase trabajadora (a causa de la diferente organización, tradición, fuerza de su lucha, etc) y también por las relaciones asimétricas entre los sexos y la discriminación racial (por ejemplo), que llevan a diferencias en el valor de la FdeT puesto que no es posible alcanzar determinadas reivindicaciones.]  

6,. Para MH hay una diferencia adicional, de la que Marx -señala- no se ocupa, entre el valor de la mercancía FdeT y el resto de las mercancías.

6.1. En el valor de una mercancía normal ingresa, por un lado, el valor de los medios de producción consumidos en su producción y, por otro lado, el nuevo valor que es agregado por el trabajo que fabrica el producto acabado con esos medios de producción.

Este no es el caso de la mercancía FdeT: su valor está determinado únicamente por el valor de los medios de vida que hay que comprar en el mercado.

6.2. El trabajo de reproducción realizado en el hogar por las mujeres (trabajo de la casa, educación de los hijos, etc) no ingresa en el valor de la FdeT.

Por eso, señala MH, algunas autoras feministas le han reprochado a Marx que la crítica de la economía política tiene aquí un punto ciego.

6.2.1. No obstante, en opinión de MH, la determinación marxiana del valor de la mercancía no es errónea: «el error es que no ha puesto de relieve la particularidad de esta determinación del valor, intentando más bien demostrar su coincidencia con todas las otras mercancías».  

7. La particular determinación del valor de la mercancía FdeT es necesaria dentro del capitalismo: si los trabajadores/as no recibieran solamente el valor de los medios de vida que tienen que comprar en el mercado, no seguirían careciendo de propiedad a largo plazo y podrían liberarse, al menos en parte, de la coacción de vender su FdeT.

7.1. ¿No ocurre o no ha ocurridoeso en ocasiones? ¿No hemos visto la «desproletarización» de algunos trabajadores y su ascensión a pequeña burguesía propietaria? ¿No es a eso a lo que a veces hemos llamado «clases medias»?

7.2. Para MH, la restricción del valor de la FdeT a los costes de reproducción es una necesidad funcional del capitalismo. Pero que siempre se logre tal restricción no está en modo alguno establecido a priori. «Se puede concebir perfectamente que una clase trabajadora bien organizada consiga imponer salarios elevados» (MH señala que en el apartado V.VI se verá cómo esta restricción del valor de la FdeT se establece «por sí misma» en el transcurso del proceso de acumulación capitalista).  

8. La diferencia entre el valor (diario… ¿por qué diario?) de la FdeT (de la suma del valor que la FdeT necesita por término medio para su reproducción diaria) y el valor que el trabajador individual puede producir de nuevo en un día en circunstancias normales constituye precisamente el plusvalor. MH señala:

El hecho de que el valor diario de la FdeT (el valor que necesita para su reproducción) sea menor que el valor que puede ser creado diariamente por medio de su uso (es decir, por medio del gasto de la FdeT) es el fundamento de la «cualidad oculta» del valor de crear nuevo valor.  

El valor diario de la FdeT constituye, pues, solo una parte del nuevo valor creado por medio del uso (diario) de la FdeT.

8.1. Si se crea un determinado valor por el gasto de FdeT en una jornada laboral de, por ejemplo, 8 horas, entonces se puede distribuir formalmente este nuevo valor creado en valor de la FdeT y plusvalor. Si el valor diario de la FdeT asciende a ⅜ del valor que se crea en una jornada laboral de 8 horas, se puede decir formalmente que se ha producido en 3 horas el valor de FdeT y en 5 horas el plusvalor.

De ahí que Marx, nos recuerda MH, designe esas 3 horas como tiempo de trabajo necesario (necesario para reproducir el valor de la FdeT) y las 5 horas restantes como tiempo de plustrabajo (el tiempo de trabajo que realiza el trabajador individual más allá de sus propias necesidades de reproducción).

8.2. Marx llama al tiempo de trabajo necesario (en nuestro ejemplo: 3 horas) «trabajo pagado» y al tiempo de plustrabajo (cuyo producto de valor recibe el capitalista como pliusvalor) «trabajo no pagado».

8.2.1. El hecho de que el trabajador individual reciba del capitalista por su FdeT menos valor del que ha producido por medio de su trabajo es lo que Marx llama «explotación», un concepto que, en opinión de MH, es equívoco en varios sentidos.

8.2.1.1. El concepto de explotación, tal como nos lo presenta MH, parece referirse únicamente a la situación de los trabajadores industriales y agrícolas, a los trabajadores que producen mercancías. ¿Agruparía, también, a los trabajadores/trabajadoras de servicios?  

[En nota nos recuerda MH: solo en el intercambio se pone de manifiesto cuál es la suma de valor creada en una jornada laboral. Pero si la mercancía es vendible, en general, entonces se ha creado una determinada suma de valor, mayor o menor. A esta suma de valor se refieren las consideraciones que siguen, nos señala MH. Si ahora y en las secciones siguientes «se dice que un trabajador trabaja determinadas horas y con ello crea determinado valor, no se trata de una recaída en una teoría del valor sustancialista, premonetaria, sino sencillamente de un modo de hablar simplificado»]  

9. Aclaraciones al concepto de explotación.

9.1. Con explotación no se hace referencia a salarios especialmente bajos.

9.2. Tampoco a una situación laboral especialmente dura o mala.

9.3. Explotación refiere a un estado de cosas en la que los trabajadores, los productores, reciben solo una parte del valor producido por ellos.

9.3.1. Parecen quedar fuera los trabajadores no productores.

9.4. Independientemente de que el salario sea más o menos alto o que las condiciones laborales sean más o menos duras.

9.5. Explotación, señala MH, tampoco se emplea por Marx (a pesar de las declaraciones de muchos marxistas) como una ideal (denuncia) moral. No es eso.

9.6. No se trata, nos recuerda MH, de que se les quite a los trabajadores algo que les pertenece, de modo que la usurpación sea un asunto censurable.

9.7. Tampoco las expresiones «trabajo pagado» y «trabajo no pagado» hacen referencia a que en realidad todo el trabajo debería pagarse

(En nota, MH nos recuerda las críticas de Marx a la expresión de Lassalle y sus seguidores: «pleno ingreso laboral». Recordemos también la Crítica al Programa de Gotha).

9.8. Todo lo contrario señala MH: Marx insiste en que, conforme a «la ley del intercambio mercantil», el vendedor de la mercancía FdeT recibe exactamente el valor de su mercancía.

9.9. Añade MH sorprendentemente: «el hecho de que el comprador saque un especial provecho del valor de uso de la mercancía es algo que ya no le concierne a su vendedor».

9.9.1. ¿Algo que no concierne al vendedor? ¿Por qué no le concierne o no debe concernirle?

9.10. La explotación y la existencia de trabajo no pagado, remarca, no surgen de una violación de las leyes del intercambio mercantil sino de su cumplimiento.

9.11. Si lo que se quiere, señala MH finalmente, es abolir la explotación, entonces no puede hacerse por medio de una reforma de las relaciones de cambio dentro del capitalismo, sino solamente (la cursiva es mía) a través de la abolición del capitalismo.

9.11.1. ¿Deja esta última consideración espacio para la lucha sindical? ¿Deja espacio para políticas reformistas que no olviden las aspiraciones de fondo? ¿Permite distinguir entre políticas capitalistas de uno u otro signo, más o menos favorables a los intereses y situación de obreros y sectores populares? ¿Se está apuntando aquí a un «maximalismo» teórico con escala o nula eficacia política?  

El próximo apartado del libro, seguimos en la misma sección, lleva por título: «Valor del trabajo: una ‘expresión imaginaria'».  

PS. Un comentario de un amigo-lector muy citado en estas páginas: Manuel Martínez Llaneza:

No sé si estás al tanto de la polémica que aparece en Sin Permiso sobre la teoría monetaria moderna. Por si no, te envío el enlace al último artículo de Astarita, que referencia el primero de Roberts y la respuesta de Eduardo Garzón. Te convendría leerlo, si no lo has hecho, aunque sea por los conceptos manejados aun sin entrar en la valoración detallada: http://www.sinpermiso.info/textos/discusiones-en-torno-a-la-teoria-monetaria-moderna

Verás que hay muchos puntos en común en esta polémica con el trabajo que estás haciendo con MH y los comentarios que te hago. En términos generales y, en lo que respecta a lo nuestro, Garzón estaría en la línea keynesianista-liberal-monetarista de MH y yo apoyaría la línea marxista del valor de Astarita-Roberts. Digo ‘en términos generales’ porque el artículo opera sobre un panorama más amplio que el que nosotros hemos tratado hasta ahora, pero seguramente las diferencias seguirán su lógica en lo que resta.

Fíjate cómo -en varias ocasiones y en particular en el segundo párrafo de » La relación entre beneficio e inversión»- Astarita reprocha a Keynes (y a Garzón en consecuencia) olvidarse de la teoría del valor de Marx y también hace muchas referencias críticas al papel que asignan al dinero: lo que yo llamaría, si me gustaran esas terminologías, el fetichismo de la monetización.

Hay mucho más de interés: casi todo » Sobre el rol del dinero en el desarrollo económico» y, muy significativo el título, » Identidades macro y «desaparición» de la plusvalía» . ¡Tanto que se esforzó el pobre Marx! Me alegro mucho de haberlo encontrado. Ya me dirás lo que te parece. 

Unas reflexiones complementarias de MMLl sobre asuntos anexos:

1. Quizá no lo entienda del todo bien, pero me suena a la vieja contraposición entre la cultura de un lado y la ciencia y la técnica de otro, como si la primera fuera una cálida producción humana y las últimas -horrorosamente frías- brotaran de las rocas o, lo que es peor, de inhumanos ingenieros (la exageración es para crear mayor tensión dialéctica en el debate, nada personal). Opino que, por el contrario, cuando se caracteriza una época por sus herramientas, procesos o productos (piedra tallada, bronce, vaso campaniforme, hierro…) se está haciendo referencia directa a la cultura de ese pueblo en el más amplio sentido. Que, si tenemos una idea más o menos clara de la evolución biológica y social, se lo debemos fundamentalmente a científicos como Linneo, Lamarck o Darwin (bien lo consideraba así Marx, excuso la cita) y que, si podemos pensar sobre el tiempo y el espacio con más profundidad y base que los presocráticos, se lo debemos sobre todo a Maxwell, Lorentz y Einstein. Claro que esos resultados revolucionarios requieren de mucho trabajo gris de base, pero eso es siempre así: hizo falta la esclavitud para que surgiera el pensamiento helénico, el proletariado miserable y el expolio de naciones para lucir el esplendor de Hollywood y muchos juntaletras para tener un Valle-Inclán. En todo caso, niego -podemos discutirlo- que el estudio de la dinámica de las relaciones sociales entre individuos, clases, etc… pertenezca a un terreno no científico. Y ya dijo Galileo que el lenguaje de la ciencia son las matemáticas.

2. En lo que se refiere de forma más directa al asunto de la postura de MH, sostengo que la monetización del concepto de cambio es lo que Marx llama una visión de la superficie de la cosas. Es ciertamente lo que vemos: lo mismo que vemos la Tierra plana. Pero, si miramos al fondo de la cuestión, vemos que la evolución económica de una sociedad depende en cada momento de los recursos naturales de que disponga, los medios de producción que existan en ese momento y la capacidad del trabajo de sus hombres (y mujeres, por supuesto). El dinero no aparece de momento. Puesto que los dos primeros factores son dados, de lo que se haga con esa capacidad de trabajo, dependerá el futuro, pero hay dos cuestiones que considerar para ver cómo. La primera es que la capacidad del trabajo no es igual entre todos los miembros de la sociedad, lo que no permite reducir este factor al uso de x horas de trabajo disponibles.

3. Por eso Marx crea el concepto de trabajo abstracto simple socialmente necesario que permitiría crear una unidad de cuenta de ese factor. (Marx no explica sobre qué bases se haría esa reducción; se limita a poner un posible ejemplo y decir que en ese momento no es importante; creo que tenía razón en un momento histórico (también el pensamiento de Marx era histórico, que no era Papa) en el que la mayor parte del trabajo era no especializado de campesinos expulsados, pero hoy considero de urgencia teórica y práctica enfocarlo con energía, porque, para halar de precios, los capitalistas se bastan solos. El segundo asunto es, considerada de la forma que sea la capacidad de trabajo de una sociedad, quién y cómo decide la manera de emplearla. Porque se puede dedicar a producir bienes de consumo o maquinaria para producirlos mejor en el futuro, y esto lo puede hacer en muy diversos sectores, pero también puede destinarlo a educar la mano de obra para elevar su valor o a investigar para obtener beneficios más adelante o, incluso, para crear armas y soldados para robar los bienes de otros países.

4. Este sería, quitando el último ítem, el planteamiento en una concebible y no encontrada sociedad democrática que tendría que llegar al acuerdo de lo que es el beneficio general más allá de Pareto, pero no vivimos en ella y lo que hay que hacer es definir quién y con qué procedimientos decide esas cuestiones y, con ello, caracterizar la sociedad, conocerla y, en su caso, luchar con conocimiento para cambiarla. Marx encontró el núcleo del funcionamiento de la sociedad capitalista: la extracción de plusvalía mediante la apropiación por una clase de lo producido socialmente; y entendió la lucha de clases como una lucha por la regulación de la explotación que podría llevar al enfrentamiento último por el decaimiento de la tasa de beneficio. Para entender la base de todo esto no hay que hablar de moneda ni siquiera de mercado, pero tal vez sea bueno, como hizo Marx y suelen hacer los científicos, partir de las apariencias para encontrar la verdades. (Por cierto, que ya Adam Smith había hecho un cuento muy gracioso sobre que los españoles preguntaban por el oro en América mientras que los mogoles preguntaban por la vacas que había en Europa para decidir la invasión).

5. Considero que, aunque las preguntas que nos hacemos sean -o deban ser- previas a las conclusiones que obtenemos y por tanto a la propia investigación y por tanto guiadas por otra razón, la única manera de entender la dialéctica de la sociedad es, una vez planteados los objetivos, mediante el estudio científico. Y me preocupa mucho esta ansia de encontrar otro Marx como si miles de páginas de éste no sirvieran para nada y se hubiera de encontrar una clave para cambiar la encriptación; debe haber mucha investigación en teoría de números primos. Pero me temo que ahora sí es académica en el mal sentido: en el del Plan Bolonia y la cultura del paper.

6. En lo referente a la presente edición de MH no tengo mucho que decir: que no veo la necesidad de las vueltas anteriores para llegar a la plusvalía… pero bueno. Únicamente no entiendo la contraposición entre la ‘relación de clase’ como relación estructural o como relación de fuerza. Yo creo que, si entendemos ‘fuerza’ en el sentido más amplio -derecho e ideología incluidos- y no exclusivamente la represión policial, es una relación estructural impuesta y mantenida por la fuerza o, si quieres, una relación de fuerza devenida estructural, que es lo que se deduce de establecer en el párrafo siguiente que no es natural sino histórica (o natural con esta historia). ¿Es que la tasa de plusvalía la regalan generosamente y complacidos los trabajadores? 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.