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El velo, el etnocentrismo y el feminismo

Fuentes: La Haine

El anuncio del gobierno francés de que se prohibiría el uso de atuendo o símbolos religiosos en las escuelas ha levantado el debate sobre si la hiyad (el velo con el que cubren su cabeza las mujeres musulmanas) es buena o mala. Otra vez más, desde nuestra cultura occidental y etnocentrica juzgamos a las mujeres […]

El anuncio del gobierno francés de que se prohibiría el uso de atuendo o símbolos religiosos en las escuelas ha levantado el debate sobre si la hiyad (el velo con el que cubren su cabeza las mujeres musulmanas) es buena o mala. Otra vez más, desde nuestra cultura occidental y etnocentrica juzgamos a las mujeres musulmanas que llevan pañuelo, reducimos el Islam a un trozo de tela y metemos a los millones de musulmanes que pueblan el planeta en un mismo saco. Cuando opinamos sobre si llevar pañuelo es bueno o malo para las mujeres no nos paramos a considerar la diversidad cultural y política existente en el mundo islámico (y conste que digo islámico y no árabe, pues hay numerosos musulmanes que no son árabes y árabes que son cristianos o de cualquier otra religión). No puede ser lo mismo para las mujeres de Arabia Saudí, donde tienen prohibido conducir o votar; Irán, país islámico; Afganistán, que no es árabe; Palestina, donde las mujeres hacen frente a la barbarie israelí; Túnez, dictadura en la que a las mujeres se les prohibe llevar el velo; O Marruecos fuertemente empobrecido, por poner algunos ejemplos. Las condiciones económicas, políticas y sociales de todos esos países son radicalmente distintas y nosotras globalizamos a todos esos países en nuestros prejuicios sobre la cuestión de la mujer árabe.

Esta globalización de la idea que tenemos del árabe sirve para forjar los estereotipos que facilitan la demonización del enemigo islámico. En este siglo XXI que nos ha tocado vivir, en esta vuelta al colonialismo y al Imperialismo, el enemigo exterior que nos debe atemorizar es el árabe. Cuanto más terribles y más iguales sean, más fácil será creer que son bárbaros a los que debemos de colonizar para poder occidentalizarlos. Y en esta «idea del árabe» la mujer debe tener el aspecto de víctima. En la campaña mediática que acompañó a EEUU en la guerra contra Afganistán, esta no parecía una invasión colonialista de un país. Si no que daba la impresión de que EEUU atacaba, no a los afganos, si no a los talibanes exclusivamente, para sí liberar a las mujeres de la burka. Es como si Cuba decidiese tirarnos bombas para acabar con el problema de las mujeres que sufren malos tratos en el Estado Español. Pero lo más triste es que durante esa vergonzosa e ilegal destrucción de Afganistán, las feministas no alzaron su voz diciendo » no en nuestro nombre», si no que miraban a otro lado o justificaban la agresión norteamericana aduciendo que los talibanes son unos salvajes con las mujeres. ¿Y donde están las mujeres de la campaña «una flor para Kabul» ahora que han destruido Bagdad con bombas margarita? ¿Por qué esas feministas que hacían campañas a favor de las mujeres afganas no claman y reivindican los derechos de las mujeres iraquíes? Pocas líneas se han escrito sobre ellas, pocos reportajes hemos visto sobre las mujeres iraquíes. ¡Claro, ellas no llevaban burka! si no que trabajaban, participaban de puestos de gobierno, iban a la universidad, tenían el nivel de alfabetización y educación femenina más alto de la región y una legislación claramente positiva para las mujeres en materia de divorcio, maternidad, herencia e igualdad ante la ley. Pero parece que eso no interesa. Porque solo la victimización de las mujeres justifica las intervenciones armadas y si no las podemos utilizar mejor las olvidamos. Así que las mujeres iraquíes no existen en esta guerra.

Recientemente el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe ( www.nodo50/csca) publicaba en su web la noticia de que el Consejo Gubernativo Iraquí presentó a la Autoridad Provisional de la Coalición su decisión de suprimir el Código Civil e imponer la sharia ( la ley islámica). En palabras de la jueza iraquí Zakia Ismael, a la que se cita en dicha información: «Esta nueva ley retrotraerá a las familias iraquíes a la Edad Media, permitirá a los hombres tener cuatro, cinco o seis esposas. Alejará a los hijos de sus madres; permitirá que cualquiera que sea clérigo pueda celebrar un juicio en su casa y decida sobre quien puede casarse, con quién y con qué derechos. Tenemos que acabar con esto». De nuevo el colonialismo occidental únicamente va a reportar a las mujeres un retroceso en sus derechos. Las mujeres que viven bajo la ocupación viven una doble explotación. Como mujeres en el patriarcado más exacerbado, y como ciudadanas en un estado ocupado por una superpotencia.

Prejuicios y utilización de las mujeres, algo constante desde hace siglos. Desde nuestro etnocentrismo, nuestra ignorancia, nuestro mundo pequeño occidental, pensamos que las musulmanas son obligadas a llevar el pañuelo. No nos escandalizamos de que aquí haya mujeres que se sometan a operaciones de estética, dietas salvajes, tacones imposibles o enfermedades sociales como la depresión o la anorexia. Sin embargo no podemos entender que una mujer árabe se ponga un pañuelo en la cabeza, simplemente por que le gusta y le da la gana. O porque se siente orgullosa de ser musulmana y quiere diferenciarse estéticamente, o porque en su pueblo, en su ciudad, en su entorno todas los llevan. En El Cairo, y otros muchas ciudades musulmanas, las mujeres llevan el pañuelo con atrevidos estampados que hacen conjunto con el traje, el bolso y los zapatos. Las calles se llenan al atardecer de mujeres coquetas, que se ven hermosas con sus pañuelos, que van a la moda… a la moda de ellas.

El pañuelo, la hiyad, es una cuestión religiosa, pero también una cuestión cultural, incluso una moda. Pero el pañuelo sobre todo ha sido una herramienta de liberalización para muchas mujeres árabes. Gracias al pañuelo numerosas mujeres han logrado ir a la Universidad y han podido trabajar fuera de casa. El pañuelo las liberaba de la mirada de los hombres, les permitía salir del espacio privado del hogar para poder acceder al espacio público que antes era patrimonio exclusivo de los hombres. Y si en occidente para conquistar ese espacio las mujeres tuvieron que hacerse sufragistas y después quemar sostenes, en el mundo musulmán las mujeres lo han hecho poniéndose un pañuelo. Deberíamos al menos, intentar comprenderlas, si no ya quizás aprender algo de ellas.

Volviendo al tema de las escuelas francesas, allí han decidido que para poder ser escolarizada las niñas no pueden llevar velo. Igual se puede poner una gorra de béisbol o horquillas de la Barbie, pero no el velo, no la constatación de que a pesar de ser inmigrantes sus padres quieren seguir transmitiéndoles sus valores y sus costumbres. ¿Para que tiene hijos la gente si no es para educarlos según sus principios y creencias? Un amigo me justificaba la prohibición del uso del velo en la necesidad de mantener un estado laico. ¿Es nuestra idea de laico que todo el mundo deba ser ateo por decreto? Yo soy atea, pero no me parece que deba de imponer a los demás que renieguen de sus religiones o creencias. Hay límites claro, los que atentan contra el respeto y la integridad de las personas. Pero llevar un pañuelo, una medalla de la virgen, tomar la comunión, o que te lleven a la iglesia o la mezquita son las cosas normales que hacen los padres. La prohibición de la hiyad, al igual que intentar obligar a los musulmanes al laicismo es obligarlos a contravenir sus creencias, lo que contradice los principios de igualdad y libertad. Esta prohibición solo agravará la brecha existente entre las ciudadanas musulmanas en países europeos y sus gobernantes, además que de propiciará la intensificación de tensiones que aumentarán la discriminación racial.

Un dato para reflexionar: los malos tratos y sobre todo los asesinatos de mujeres a manos de sus esposos son anecdóticos en esa parte del mundo. En los países árabes no se maltrata a las mujeres. Estas son el pilar principal de la familia, la sostenedora de todo un orden social. Sistema que sin duda es patriarcal, pero ni mejor ni peor que el nuestro que también lo es.

No he pretendido con estas líneas idealizar a las mujeres árabes. Si no intentar romper estereotipos y prejuicios que no nos van a ayudar a acercarnos a ellas. Además de la política está la cuestión económica, no es posible una liberación feminista si el pueblo entero está oprimido. Las circunstancias en las que viven las mujeres en casi todos esos países son realmente duras. La pobreza de las marroquíes, la represión de las saudís, la ocupación de las palestinas, la invasión de las iraquíes, etc. son elementos que no permiten una liberación de la mujer, si no que más bien da pasos regresivos en la conquista de sus derechos inalienables. Solo la liberación de los pueblos liberará a las mujeres, y en cada parte del mundo será diferente. Como feministas debemos de hacer nuestra la lucha antimperialista, buscar el internacionalismo de género revolucionario. A nosotras solo nos queda librarnos de nuestro etnocentrismo y aprender a mirar con los ojos de las otras, de las extranjeras, de las extrañas, de las que tapan su rostro.

29.06.04
http://www.lahaine.org/