En tanto la población cubana se mantiene solidaria y bien atenta a los trágicos acontecimientos en Haití, luego del terremoto que dejó más de cien mil muertos y más de un millón de personas sin hogar y medios de subsistencia, en los 169 municipios del país se trabaja en la organización de las elecciones para […]
En tanto la población cubana se mantiene solidaria y bien atenta a los trágicos acontecimientos en Haití, luego del terremoto que dejó más de cien mil muertos y más de un millón de personas sin hogar y medios de subsistencia, en los 169 municipios del país se trabaja en la organización de las elecciones para delegados del próximo 25 de abril.
Una vez constituidas las comisiones electorales -nacional, provinciales, municipales y de circunscripción- suman varias decenas de miles las autoridades que intervienen en la dirección y organización del decimocuarto proceso electoral desde la constitución de los poderes populares en 1976.
Para este proceso de elecciones parciales se han creado más de 15 mil circunscripciones, electorales. Las autoridades a ese nivel, un presidente, un secretario y tres vocales por cada demarcación, han sido designadas por las comisiones electorales municipales. Las integran compañeros de prestigio en la comunidad que realizan sus funciones de forma voluntaria, sin remuneración alguna.
Mucha es la responsabilidad de las comisiones electorales de circunscripción en el éxito o no del proceso electoral. Por eso, como un primer paso, son convocadas a efectuar el estudio de la Ley 72 o Ley Electoral, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular en 1992, que establece los principios, normas y procedimientos que rigen todo el proceso.
Numerosas son las funciones que tienen las comisiones electorales de circunscripción, entre ellas practicar la inscripción de los ciudadanos con derecho al voto en el Registro Primario de Electores; establecer en su territorio las áreas de nominación de candidatos a delegados a la Asamblea Municipal; organizar, dirigir y presidir las asambleas de nominación; elaborar la lista de los candidatos de su circunscripción electoral a Delegados a la Asamblea Municipal y verificar que estos reúnan los requisitos establecidos en la Ley, pues los que cumplen sanciones de privación de libertad, hayan sido sancionados por delitos políticos o sean incapacitados mentales están inhabilitados para ejercer un cargo público electivo.
Otras funciones no menos importantes de las comisiones de circunscripción son circular y exponer en murales, en lugares públicos, las fotografías y las biografías de los candidatos; participar en la elaboración de la lista de electores por cada colegio electoral; hacer pública la lista de electores cada colegio; y proponer la ubicación de los Colegios y designar a los miembros de las Mesas de los Colegios…
Todo esto -y muchas otras tareas-se ejecutan en las primeras semanas del proceso electoral en Cuba por las comisiones electorales, y cada paso es expresión del espíritu democrático y participación del pueblo que caracteriza los comicios. Se trata de algo bien diferente a lo que existe en la mayoría de los países del mundo. Y, por eso, quizás, los enemigos de la Revolución cubana, empleando su poderoso aparato mediático, las cuestionan y llegan al extremo de mentir y calumniar sobre ellas.
Poco tiempo después del triunfo revolucionario, en 1959, los grandes intereses económicos y de la vieja política, alentados por Washington, reclamaban la celebración de elecciones en Cuba. El 9 de abril de 1959, en un mitin en la Alameda de Paula, Fidel Castro expresó: «Esos que están hablando de elecciones quieren elecciones como las de antes. Nosotros queremos elecciones completamente distintas a las de antes, porque esos quieren politiquería y nosotros queremos crear conciencia contra la politiquería».
Antes, cuando había centenares de miles de desempleados, los politiqueros ofrecían cinco pesos a cualquier ciudadano hambriento para comprarle su cédula electoral. O le prometían hacer gestiones para ingresarle a cualquier familiar en un hospital. O le venían con el cuento de conseguirle una beca para que estudiasen el hijo de un obrero, de un campesino o de una familia humilde.
Los corruptos y ruines políticos de decenas de partidos prometían villas y castillas a los electores, una gran parte de los cuales eran analfabetos, con tal de que el día de las elecciones les entregaran sus cédulas o se comprometieran a acudir a las urnas y votar por determinado candidato o partido.
Así eran las cosas, pero todo eso quedó sepultado por la Revolución. La reforma agraria, la oportunidad de empleo para todos con un salario decoroso, la campaña de alfabetización, el derecho a la educación y la salud gratuitas, las rebajas de alquileres, de servicios eléctricos y telefónicos y otras muchas medidas de beneficio popular, en fin un profundo cambio que tocó todos los aspectos de la vida de los cubanos, abrió las puertas a una nueva mentalidad para defender y hacer avanzar las conquistas logradas.
Si en los primeros años, en las multitudinarias concentraciones, la gente gritaba o levantaba letreros con el parlamento «Elecciones, ¿para qué?», a partir de 1975, tras la celebración del Primer Congreso del Partido, y cuando ya se había acumulado madurez y experiencia suficientes, se pasó a institucionalizar el Estado revolucionario con pasos trascendentales como una amplia discusión democrática del proyecto de la Constitución de la República de Cuba, la cual posteriormente fue llevada a un referéndum en la que cada ciudadano, con el voto libre y secreto, le dio su aprobación. Esta Constitución, expresión de la conciencia social, las convicciones ideológicas y aspiraciones del pueblo cubano, estableció los principios para la instauración de los órganos representativos del Estado revolucionario y socialista: la Asamblea Nacional y las Asambleas Provinciales y Municipales del Poder Popular, integradas por diputados, la primera, y delegados las otras, todos los cuales debían ser electos por el pueblo. Simultáneamente hubo que crear una nueva división territorial político-administrativa con 14 provincias, un municipio especial y 169 municipios, bases de las circunscripciones electorales. Y así, a finales de 1976, se efectuó el primero de los catorce procesos electorales tenidos hasta la fecha.
¿Cuáles han sido los rasgos distintivos de esos procesos electorales? Son muchos. Sobresalen los de carácter ético que deben ser observados tanto por candidatos como electores, tanto por los que integran las comisiones electorales como por los que cooperan en su realización, entre ellos las entidades estatales, las organizaciones de masas y sociales y los medios de comunicación masiva. Todo cubano que tenga capacidad legal puede participar en el proceso, desde su inscripción automática en el Registro de Electores del Municipio donde reside, sin pagar un centavo, hasta poder ser nominado candidato y elegido; desde integrar alguna comisión electoral o mesa del colegio hasta tener derecho a emitir su voto de manera libre y secreta. Todos los candidatos tienen igualdad de oportunidades, es decir reciben el mismo tratamiento, incluso en la propaganda. Se excluye todo tipo de campaña de propaganda electoral de carácter individual o el uso de recursos financieros y bienes que comprometan la honestidad e imparcialidad del proceso. Lo que prima en la nominación de los candidatos es su capacidad y sus méritos.
¿Es perfecto el sistema electoral en Cuba? Aunque ha demostrado ser muy superior en calidad a los que se utilizan en el mundo de la democracia representativa, debemos reconocer que ha requerido y aún requiere perfeccionarse sin alejarse de las esencias y naturaleza que le dieron origen. Se trata, en fin, de una pieza importante en el objetivo de que todos los ciudadanos vean a su gobierno, desde el municipio hasta la nación, como intérpretes y ejecutores de sus derechos y aspiraciones.
Defectos y limitaciones aún acompañan a los procesos electorales y al sistema de gobierno, pese a su ostensible superioridad. No se examinan y discuten suficientemente en las asambleas de nominación de candidatos, por ejemplo, las propuestas que se hacen para delegados. Es insatisfactorio aún el número de jóvenes y mujeres que figuran entre los candidatos. Hay que buscar, por otra parte, fortalecer los mecanismos que, a su vez, ayuden a que los delegados puedan cumplir con los planteamientos de sus electores. Se están haciendo algunos ensayos en municipios del país para que las ganancias de algunas empresas establecidas en ellos puedan ser utilizadas para resolver los problemas de la población. Se piensa que medidas de tal tipo pueden fortalecer al delegado y a las Asambleas Municipales en su gestión de gobierno.
Nada es imposible, en fin. Porque cualquier medida o reordenamiento se hace pensando en consolidar la independencia, la soberanía de la patria y el avance de la Revolución y el Socialismo.
No es como antes en que politiqueros y partidos de la burguesía todo lo que hacían era para seguir llenando sus bolsillos. Cuando pasaban las elecciones, se olvidaban de promesas y sólo pensaban en cómo extraerle todo el jugo al presupuesto del Estado para su beneficio personal.
Fuente:http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/01/27/cuba-elecciones-muy-diferentes/